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La CE entona el mea culpa y se compromete a “recuperar la confianza de los ciudadanos”

La dudosa tabla rasa de Juncker

El presidente de la CE, Jean-Claude Juncker en una imagen de archivo. EFE/Sven Hoppe
El presidente de la CE, Jean-Claude Juncker en una imagen de archivo. EFE/Sven HoppeEFE

La Comisión Europea entonará hoy el mea culpa y anunciará la retirada de hasta 80 proyectos legislativos a los que Bruselas ha dedicado años y años de preparación y tramitación para no llegar a nada. La nueva Comisión, presidida por Jean-Claude Juncker desde el 1 de noviembre, considera que la mayoría de esas normas nunca entrarán en vigor, por falta de acuerdo entre los socios de la UE. Y otras se han quedado obsoletas por la evolución del mercado que pretendían regular.

No es la primera vez que la Comisión lleva a cabo una poda de estas características. Pero en esta ocasión, el equipo de Juncker y, en particular, su vicepresidente, el holandés Frans Timmermans, quiere presentar el ejercicio como la prueba de que Bruselas ha entendido el mensaje de las elecciones europeas del pasado 25 de mayo, en las que muchos votantes expresaron su disgusto con una eurocracia que parece ensimismada con iniciativas de escaso valor añadido para el conjunto de la ciudadanía.

A partir de ahora, “no haremos propuestas que no contribuyan a nuestras prioridades [centradas en el crecimiento y el empleo] y retiraremos de la mesa los proyectos legislativos que no respondan a esos mismos objetivos”, promete la Comisión en el programa de trabajo para 2015 que aprobará en Estrasburgo.

El documento, al que ha tenido acceso CincoDías, reconoce que la presunta megalomanía burocrática de la Comisión ha asustado al ciudadano. Y para corregir esa deriva, la nueva Comisión se marca como “compromiso político (...) recuperar la confianza de los ciudadanos de la UE”. Juncker se fija esa prioridad para el próximo ejercicio y para el resto de su mandato (hasta 2019, si los escándalos fiscales de su país, Luxemburgo, no se lo llevan antes por delante). La tabla rasa de Juncker probablemente suscitará controversia. Primero, porque ha hinchado la lista de 80 normas suprimidas con proyectos que, en realidad, ya habían sido absorbidos por otras iniciativas. Y segundo, porque en la selección de abandonos figuran proyectos tan emblemáticos como la armonización del permiso de maternidad para las trabajadoras (la directiva se cancelará si no hay acuerdo en seis meses) y otros a los que Bruselas simplemente renuncia porque no es capaz de orquestar un acuerdo para una iniciativa que considera necesaria (como la directiva sobre diseminación de datos captados por satélite para su uso comercial o el Estatuto europeo de Fundaciones).

23 proyectos nuevos

El listado de iniciativas para 2015 (23 en total) tampoco se librará probablemente de la polémica. El programa de Juncker asegura que “hay que limpiar los cajones [de los funcionarios] para invertir el tiempo y la energía en las propuestas con mayor impacto en empleo y crecimiento”. Pero tras esa declaración de intenciones se limita a anunciar la tramitación de los reglamentos necesarios para poner en marcha su dudoso Fondo de Inversiones estratégicas, con el que pretende movilizar casi 300.000 millones de euros de capital privado.

Aparte de ese plan, Bruselas insistirá con la Iniciativa de Empleo Juvenil (que sigue sin arrancar) y revisará sus propia agenda de propuestas (conocida como Europa 2020); es decir, vueltas burocráticas a planes parcial o totalmente fallidos. La misma falta de ambición se aprecia en el terreno financiero. El equipo de Juncker no concreta sus intenciones sobre la reforma estructural de la banca planteada por la anterior Comisión, que propuso limitar en parte el solapamiento entre banca comercial y banca de inversión.

En sectores como el digital, Juncker plantea la enésima revisión de las normas sobre derechos de autor y protección de consumidores, a riesgo de que se queden obsoletas antes de entrar en vigor. Y en fiscalidad, retoma la siempre anunciada armonización de la base imponible y anuncia una directiva sobre transparencia para los acuerdos fiscales como los firmados por Luxemburgo con centenares de empresas cuando Juncker era primer ministro de ese país.

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