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Tribuna
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¿Puede ser sostenible la innovación?

La innovación se ha convertido en el motor de nuestra sociedad. Y en el caso de la oncología, esta afirmación es incuestionable. Las nuevas terapias contribuyen directamente a mejorar la calidad de vida y la supervivencia de los pacientes con cáncer.

Ante el incremento de la incidencia de esta enfermedad, la necesidad de incorporar nuevos tratamientos, más personalizados, más específicos, más eficaces y seguros, es obvia. De ahí el compromiso de la industria farmacéutica con la investigación de nuevos fármacos. Sin embargo, esa faceta investigadora no puede caminar sola; es fundamental perseguir una colaboración mantenida con quienes asumen la decisión de poner a disposición de los ciudadanos la innovación en oncología. Los tratamientos innovadores son costosos, efectivamente. Pero si se evalúan desde una perspectiva global en la que la asistencia a los pacientes no solo contemple el gasto farmacéutico, si se analiza la contribución real de las nuevas terapias, si se buscan soluciones compartidas en las que los sistemas de salud no sean los únicos que deban soportar el impacto económico. Entonces, seremos creadores conjuntos de una innovación sostenible.

La salud de los españoles es una responsabilidad de todos, de quienes dirigen las agendas políticas y de quienes aportamos soluciones innovadoras. Unos y otros, acompañados por los pacientes y por los profesionales sanitarios, debemos asumir nuestro papel. Puestos a avanzar en este sentido, el primer paso es reconocer el valor de la innovación, entender que la renovación de los tratamientos no significa necesariamente más gasto para el sistema si tenemos en cuenta costes directos e indirectos de la enfermedad. Después, de forma responsable y coordinada, debemos buscar la manera de poner a disposición de los pacientes los mejores tratamientos posibles, de manera equitativa y sin retrasos injustificados.

Bien por las medidas de recorte o por el propio proceso de expiración de patentes, el mercado oncológico está generando ahorros que deberían posibilitar la incorporación de la innovación, dado que el cáncer es un gran problema social. Sin embargo, la realidad es que la llegada de los fármacos innovadores a nuestro país y el acceso real por parte de los pacientes a las nuevas terapias, se produce con bastante más retraso que en otros países, y de manera desigual, en algunos casos, en función de las comunidades autónomas. Es fundamental llegar a acuerdos para no retrasar esa incorporación, revisando por ejemplo el precio de los medicamentos con posterioridad a la incorporación en sí, tal y como ya sucede en otros países europeos, y basándose en resultados en salud. La búsqueda de soluciones que permitan la convivencia entre acceso a la innovación y sostenibilidad presupuestaria es una prioridad.

Además de diseñar acuerdos que permitan abordar estos problemas económicos, la rigurosa estratificación de pacientes es otra eficaz herramienta de gestión que, además de evitar costes innecesarios, fracasos terapéuticos y efectos adversos no deseados, consigue predecir de forma muy certera futuros escenarios presupuestarios para los sistemas sanitarios. Todos los agentes implicados en la consecución de la innovación sostenible podemos contribuir a la mejora de la gestión de las nuevas terapias.

En este campo, nuestro sistema asistencial gestiona cada año varios miles de millones de datos integrados en las historias clínicas y órdenes de dispensación. Sin embargo, todavía se obvia esta información de forma agregada, que permitiría disponer de registros de pacientes por patologías y además medir los efectos y resultados de la farmacoterapia. Si esa información bruta se transforma, con la metodología apropiada, en información inteligente, podrá validarse con datos reales de la práctica clínica la incorporación de nuevas terapias, disponer de más criterio para discriminar la innovación y aplicar los recursos allí donde existe un mayor beneficio para el paciente. Además, esto permite reducir los plazos de los ensayos clínicos y avanzar en la llamada medicina personalizada en función del perfil genético.

Tenemos todas las claves para conseguir mejorar la incorporación de nuevos tratamientos al arsenal terapéutico, equiparando el acceso de los ciudadanos. También es posible gestionar mejor la información para asignar mejor los recursos. El éxito depende de nuestra capacidad para adaptarnos y avanzar unidos, entendiendo que sí, la innovación puede ser sostenible.

Federico Plaza es director de Government Affairs de Roche Farma España.

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