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Smart Cities: ciudadanos, conectividad y datos

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El mundo se está urbanizando de forma acelerada. Según Naciones Unidas, el 54% de la población mundial reside en aéreas urbanas, y se espera que, hacia el año 2050, solo quede un tercio del censo global habitando en zonas rurales. Entre otros factores, este crecimiento de la población está llevando a que administraciones, empresas tecnológicas y otros proveedores de servicios trabajen conjuntamente para ofrecer soluciones dedicadas a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.

La tecnología puede ayudar a conectar las ciudades con sus habitantes para desarrollar nuevas rutinas que mejoren la eficiencia de los recursos y construir núcleos urbanos inteligentes: Smart Cities. El uso de Big Data, la ubicuidad de los dispositivos móviles o el Internet de las cosas (IoT) favorecen la creación de un modelo de infraestructuras conectadas que permitirá ofrecer mejoras basándose en las necesidades derivadas del comportamiento de la población.

Sostenibilidad, control del tráfico, transporte, mejora de los programas sociales, seguridad pública, productividad… Grandes y pequeñas ciudades ya han comenzado a trabajar para implementar soluciones que aporten beneficios a las rutinas de sus habitantes. Poco a poco, los objetos que nos rodean (redes eléctricas, edificios, calles, alcantarillado, semáforos, vehículos, etc.) comenzarán a estar enlazados de tal manera que se enviarán información entre ellos para convertir las ciudades en espacios autosuficientes.

La base de esta conectividad se basa en la aplicación de sensores digitales que recopilan datos sobre lo que sucede a su alrededor. La información generada por la participación de los ciudadanos, y la conexión a través de sus smartphones, permite que los gobiernos recojan datos sobre su comportamiento, con lo que, tras analizar el contenido, se ponen en marcha soluciones adaptadas a las necesidades de los habitantes.

En algunos casos la tecnología necesaria para ello se está aplicando de forma moderada, sin embargo, también hay iniciativas en las que se utiliza información ya existente que puede ayudar a llevar a cabo pequeños, pero importantes cambios. Un control de los peajes, por ejemplo, puede ser una buena herramienta para extraer información y controlar los picos de tráfico en un lugar determinado. Existen otros casos con más recursos en los que el concepto Smart City se está desarrollando desde cero, es decir, se están construyendo nuevas áreas urbanas en las que, ya desde un inicio, se utiliza toda la tecnología necesaria para poner en marcha una ciudad conectada.

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España, iniciativa y ambición

En España también se están llevando a cabo iniciativas para implementar soluciones propias de las ciudades inteligentes. Destaca el caso de Santander que, desde el año 2009, trabaja en un proyecto que pretende utilizar las nuevas tecnologías e Internet para llevar a cabo una gestión coordinada e integrada de sus espacios y convertir la ciudad en la primera Smart City de Europa. Por el momento, ya se han instalado 20.000 sensores gracias a la financiación de la Unión Europea. Desde Santander se ha impulsado también la creación de la Red Española de Ciudades Inteligentes, una iniciativa para que otros ayuntamientos trabajen conjuntamente y en la misma dirección. Barcelona, Zaragoza, Málaga, Logroño, Sevilla o Valencia son otras de las ciudades españolas pioneras en este tipo de iniciativas.

¿Cuánto tiempo tardarán las ciudades en adaptarse a este nuevo modelo? A día de hoy, ya existe gran parte de la tecnología necesaria para ello, sin embargo, la transición no es fácil. Por el momento, solo queda esperar que todos estos conceptos se vayan integrando en la sociedad y que la participación ciudadana facilite la recopilación de datos. En la información generada se encuentra gran parte de la solución para optimizar recursos y hacer frente al crecimiento demográfico de las zonas urbanas.

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