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Dov Seidman, presidente de la consultora LRN

“Las empresas deben demostrar que no viven en una burbuja”

Manuel G. Pascual

¿Cómo convencería al presidente de una compañía de que el 'cómo' importa?

Creo que es fácil de demostrar. Yo no digo que desarrollar buenos productos o implementar políticas acertadas no sea importante. ¡Claro que lo es! El éxito en los negocios se obtiene explotando las ventajas competitivas. Y precisamente cómo hacemos las cosas, la cultura organizativa y de funcionamiento de una compañía, es algo muy difícil de copiar.

“Colaborar es ya una moneda de cambio”

Usted asegura que los trabajadores rinden más si tienen autonomía y margen de decisión, pero sin embargo no suelen tener esas facilidades. ¿Cómo se puede revertir esa situación?

Solo el 3% de los 36.000 trabajadores de todo el mundo que encuestamos dijo tener relativa libertad de decisión en el desempeño de sus funciones. En ese mismo estudio demostramos que las empresas que fomentan modelos de autogobernanza obtienen mejores resultados en varios indicadores. Son pocas las que funcionan así, pero teniendo en cuenta que estamos al principio de una nueva era, no estoy sorprendido. No es que las empresas en las que domina el modelo de la obediencia ciega vayan a hundirse. Pero se trata de una cuestión estratégica.

¿Dar más autonomía a la plantilla puede chocar con la idea de liderazgo que tienen algunos ejecutivos? ¿Cree que para que veamos cambios en este asunto hace falta esperar un cambio generacional?

Es verdad que de aquí a una década ninguno de los ejecutivos que dirigen las grandes corporaciones seguirá en su cargo. Creo que las nuevas generaciones tienen una idea del poder muy diferente. Se confía más en los equipos, está más instaurada y aceptada la noción de compartir y asumir responsabilidades. En el mundo de los negocios la colaboración es cada vez más una moneda de cambio.

Estos cambios no parecen fáciles de aplicar.

Lo que atemoriza a las grandes empresas es que las que se crean de cero, como Google, ya incorporan esta manera de pensar. Ellas, en cambio, deben transformarse. Los cambios profundos son complicados, pero pueden realizarse. No hay opción. Para empezar, porque los trabajadores con talento no están dispuestos a esperar diez años a que les pidan su opinión: si no se les consulta se van a ir a otra compañía.

Desafortunadamente, hay compañías que no tienen un comportamiento ejemplar.

No necesito probar que se puede salir adelante obrando de forma incorrecta. Lo que digo es que hay un camino mejor y más sostenible hacia el éxito, basado en los valores y principios morales. También sostengo que el mundo está cambiando de tal forma que hace de esta la mejor aproximación desde el punto de vista empresarial.

¿Siempre habrá, pues, quienes tomen atajos hacia el éxito?

Por supuesto. Lo que pasa es que creo que eso ya no es sostenible a largo plazo. Las segundas oportunidades cada vez son más difíciles de obtener, las probabilidades de ser cazado son mayores y el castigo también es más severo. Todo ello debido a la interconexión de la sociedad propiciada por la tecnología. La reputación de cada uno se fragua incluso antes de actuar, eso no se puede controlar. De ahí que la única forma de evitar problemas sea obrar de forma adecuada.

¿Cambiaría de opinión si las redes sociales cayeran en desgracia?

No creo que nunca dejemos de estar tan interconectados como ahora. Al revés, iremos a más. Una posible estrategia a la creciente exposición a la que estamos sometidos es la defensiva, intentar pasar desapercibido. Otra aproximación es tratar de formar parte de esta tendencia y sacarle provecho. Si uno no tiene nada que esconder, ¿por qué se debería temer el hecho de estar expuesto?

¿Cómo pueden demostrar las compañías que se comportan de forma adecuada?

Hasta hace no demasiado, las propias empresas se encargaban de comunicarlo. Ahora eso ya no es suficiente. También tienen que involucrarse en la sociedad, deben demostrar que no están en una burbuja. No se trata solo de responsabilidad social corporativa. Las compañías que más se esfuerzan en conectar con la gente son las mejor valoradas. Por otra parte, la forma en que funciona el servicio al cliente dice mucho sobre cómo es una empresa.

¿Los cambios que usted propone funcionan mejor en determinados sectores? ¿O son universales?

Los negocios consisten en vender algo que le sirva a alguien y sacar un provecho con ello. En todos los casos se necesita que estos actos sean guiados por la ética. Hay que acabar con la idea de que los consumidores son seres perfectamente racionales, la base de la teoría económica clásica. No podemos olvidar que todos somos personas, y por tanto tenemos esperanzas, aspiraciones, relaciones, etcétera. El behaviourismo ha reemplazado la teoría clásica porque explica mejor cómo actuamos.

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Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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