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Columna
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El crudo despertar

Los expertos en petróleo pueden explicar por qué el precio del crudo ha caído un 30% desde junio. Hasta el 9 de septiembre, el desafío para ellos era justificar la estabilidad de precios. El precio del barril de crudo Brent había cotizado menos de un 8% por encima o por debajo de 108 dólares durante 448 días hábiles consecutivos, la menor variación de precio en décadas. La mayoría de los expertos lo atribuyeron a la OPEP, en general, o a Arabia Saudí, en particular, por sanciones, guerras civiles y el rápido aumento de la producción estadounidense.

Quienes creían en los cárteles han tenido que girar. Ahora dicen que la OPEP ha perdido de repente influencia o que Arabia Saudí ha cambiado de estrategia. Cualquier cosa puede ser cierta, pero sigue siendo difícil determinar las razones del cambio.

Es aún más difícil para los educados en la economía de mercado tradicional, que prefieren el análisis desapasionado de la oferta y la demanda a las discusiones estratégicas o las decisiones profundamente irracionales de los potentados. En sus modelos, el precio está determinado únicamente por la interacción de factores tales como el coste medio o marginal de la producción, la disponibilidad de producto, el ritmo de crecimiento de la demanda y el coste y la disponibilidad de financiación. Fuerzan las razones para decir que estos han variado lo suficiente desde el verano.

Los expertos en petróleo pueden confundirse, pero los economistas que analizan el efecto de unos precios más bajos en la economía global deberían estar seguros. Sus modelos les dicen que los consumidores disfrutarán el equivalente a una reducción de impuestos. El ahorro en las facturas de combustible se gastará en otras cosas, impulsando el crecimiento.

Pero este principio parece inestable. Unos precios más bajos del petróleo también podrían acelerar la desinflación mundial y sería más difícil soportar un elevado apalancamiento si la caída de precios se convirtiera en una de salarios. Además, los ingresos perdidos en los países productores y los mercados financieros podrían causar malestar. No es de extrañar que muchos macroeconomistas hayan optado por ignorar el precio del petróleo.

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