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Columna
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El peligro y el poder de la globalización

El ébola se sigue propagando, y con él la muerte, el miedo y el daño económico. La tragedia es testimonio de una debilidad evidente en la economía moderna –la terquedad de la desigualdad–. Pero la globalización podría todavía, aunque tarde, aliviar el desastre.

El coste humano de la crisis sigue aumentando. Hasta ahora, se han producido cerca de 4.000 muertes, según la Organización Mundial de la Salud. El Banco Mundial dio la semana pasada algunas estimaciones del impacto económico del brote. En el escenario más pesimista, el coste financiero para África Occidental podría ser de 33.000 millones de dólares (26.000 millones de euros).

Eso sería una trágica pérdida económica para la región, en especial para los tres países más afectados: Sierra Leona, Guinea y Liberia. Pero el mundo podría permitirse el lujo de ayudar. El total para el peor de los casos es de apenas el 0,2% del PIB de Estados Unidos. Para hacer un daño económico más significativo, el ébola tendría que haber sembrado el pánico o haberse propagado en partes del mundo más ricas.

Para hacer un mayor daño económico, el ébola tendría que haberse propagado en países más ricos

El miedo es difícil de predecir. Pero en este caso, la riqueza compra seguridad. Las cuarentenas evitan que el ébola se propague salvajemente. Todas las economías desarrolladas tienen los recursos económicos y organizativos necesarios. El coste directo de estas medidas será pequeño, incluso si no se encuentra una cura.

La diferencia transfronteriza de los daños causados por este tipo de epidemias –los ricos suelen escapar mientras los pobres son devastados– muestra que la desigualdad económica mundial no puede limitarse a ser medida en el PIB.

Sin embargo, hay al menos solidaridad suficiente, y suficiente en juego para los países ricos, como para hacer llegar ayuda tardía a los países que se encuentran en el centro del brote. Los más ricos finalmente han sido empujados a la acción significativa.

El retraso es enorme, pero tanto la asistencia médica como técnica a la región afectada está aumentando ya. Nigeria y Senegal han contenido con éxito la enfermedad, incluso sin mucha ayuda exterior. Con suerte, no se hará realidad peor de los casos que contempla el Banco Mundial.

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