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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

París-Berlín, el consenso preciso

Europa se ha construido básicamente de acuerdo a los consensos políticos logrados por Francia y Alemania desde el Tratado de Roma, aunque han sido recurrentes los desencuentros económicos, especialmente en el camino hacia la Unión Monetaria. Ahora han vuelto a aflorar a propósito de las fórmulas a utilizar para resolver la crisis de crecimiento que atenaza al continente: Alemania es partidaria de mantener un control estricto de la disciplina fiscal, mientras que Francia prefiere tirar de programas de gasto público, en un momento en el que no está en condiciones de cumplir sus compromisos sobre control del déficit. Por el camino se cruza un relevo en una Comisión Europea partidaria de un grueso programa de inversión pública y que pretende colocar al frente de Economía al francés, socialista para más señas, Pierre Moscovici.

Berlín seguramente cederá a la presión franco italiana para relajar sus calendarios de cumplimiento del déficit, como ya se ha hecho con otros países en el pasado. Pero no le falta razón al defender que tal posibilidad solo es compatible con una política decidida de reformas económicas previas tanto en Francia como en Italia. El acuerdo político es tan necesario como en el pasado y solo será posible ahora si contiene tanto las reformas como flexibilidad en la senda de rigor fiscal.

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