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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un mercado de trabajo que no se detiene

Septiembre ha llegado con energía renovada al mercado de trabajo. Tras un agosto más bien frío, los datos apuntan a que el motor de la creación de empleo no sólo no se ha parado, sino que vuelve a tomar impulso. La Seguridad Social ha ganado algo más de 12.000 cotizantes en septiembre, lo que supone la mejor cifra en ese mes en ocho años. Si se corrige el efecto calendario, el número de nuevos cotizantes roza los 47.000. Al tiempo, el paro ha subido en 19.720, el menor incremento en un mes de septiembre desde el año 2007. Los datos son relevantes, especialmente porque ese mes–en el que vencen los contratos suscritos para la temporada estival– no constituye tradicionalmente una buena marca en términos de empleo. Pero todavía lo es más el hecho de que el empleo anual crece a un ritmo superior al 2% –es decir, por encima de lo que crece el PIB de nuestra economía– por primera vez en siete años de crisis.

Más allá del desmenuzamiento de las cifras, la radiografía del empleo a estas alturas del año dibuja dos escenarios ciertos. El primero de ellos es que el motor de la actividad, aunque tímida y asimétricamente, continúa avanzando. Tras años de recortes y fuertes ajustes en las plantillas, las empresas vuelven a contratar trabajadores; y lo hacen animadas no solo por la todavía débil mejora de la demanda, sino por las facilidades que proporciona la regulación laboral. Esta última es, precisamente, la segunda conclusión a la que permite llegar la evolución de las cifras. La flexibilidad que la reforma laboral ha introducido en el mercado de trabajo –despido más barato, salarios más baratos, cotizaciones más baratas– ha tardado en hacerse notar, pero es el instrumento que finalmente ha permitido que las empresas hayan dado el paso de aumentar sus plantillas y acelerar el ritmo de creación de empleo.

Esa mejora es de momento cuantitativa, como corresponde a un país que ha atravesado una larga y dura crisis económica y en el que se crean empleos de una calidad que aún es escasa. Pero a medida que la recuperación avance y se consolide, la mejora deberá ser también cualitativa. En ese proceso tiene que jugar un papel clave la reorganización de los sectores productivos españoles y el avance en la aplicación de una agenda de reindustrialización que otorgue mayor peso a aquellos sectores productivos capaces de generar mayor competitividad para el futuro. El Gobierno ha presentado ya una iniciativa en este sentido –en la que se apuesta por pymes más grandes, estímulos de demanda y un suministro energético competitivo– que cuenta entre sus objetivos con un aumento del empleo cualificado. Ese debe ser el objetivo a medio plazo de un mercado de trabajo que, de momento, tiene ante sí suficiente reto en la difícil tarea de seguir creciendo y creando empleo.

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