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Las claves de la fiscalidad del ahorro en 2015

Presupuestos y reforma del IRPF: escenario para invertir con menos impuestos

Thinkstock

La incipiente mejoría económica que avanzan los Presupuestos Generales del Estado de 2015 –con un ligero repunte del consumo privado, un alza del PIB del 2% y un descenso del desempleo al 22,2% desde el 24,2% del año anterior– va a ser el caldo de cultivo en el que el ahorro y la inversión puedan comenzar a beneficiarse de un entorno fiscal más favorable. El próximo año será cuando entre en vigor la reforma del IRPF presentada por el Gobierno el pasado mes de junio y cuyo efecto se ha incluido en el diseño de los presupuestos de 2015.

El Ejecutivo prevé un descenso de la recaudación por el impuesto sobre la renta de las personas físicas –del 0,6% respecto a la estimación de cierre de este año–, que el Gobierno espera quede compensado por una mayor recaudación en los ingresos por el impuesto de sociedades y el IVA. En definitiva, por una mayor actividad económica. Según anunció ayer el ministro de Hacienda Cristóbal Montoro, los contribuyentes pagarán menos por IRPF gracias a una rebaja gradual entre 2015 y 2016 que reduce los tramos de la tarifa general y los tipos marginales aplicables a los mismos, que quedarán al 45% en el tramo máximo (desde el 52% actual) y al 19% en el mínimo, desde el 24%. Y esto se traducirá en un aumento de la renta neta de las familias por 3.366 millones de euros.

La reforma del IRPF traerá así una rebaja en los impuestos sobre los rendimientos del trabajo, que se traducirá en una mejora directa de la fiscalidad en productos de inversión a largo plazo como los planes de pensiones. E incluye un recorte en el gravamen que se aplica a los rendimientos del capital y ganancias patrimoniales. Las novedades tributarias, encuadradas en los presupuestos presentados ayer, van a traer por tanto un nuevo escenario para los inversores que condicionará la toma de decisiones en la recta final de este año –antes de que finalice el ejercicio fiscal y se materialicen los cambios– y que incentivará en muchos casos la apuesta por la renta variable y por los productos de ahorro.

Bolsa: Nuevo tratamiento de las plusvalías

El actual entorno de tipos de interés en mínimos históricos –que ya han tocado fondo en el 0,05% y para los que se vislumbra un largo horizonte de reducidos niveles– ha situado a la Bolsa como el activo obligado en el que encontrar cierta promesa de rentabilidad. La Bolsa afronta también sus propios obstáculos, con las dudas sobre la capacidad de la zona euro de salir de la crisis como el principal de ellos, pero puede marcar distancias frente a las opciones de inversión conservadoras que, como la renta fija o los depósitos, están condenadas a una rentabilidad en mínimos en línea con el nivel de los tipos. Además, la inversión en renta variable va a contar a su favor con una fiscalidad más favorable a partir del año que viene.

En primer lugar, desaparecerá la penalización por la que en la actualidad las plusvalías obtenidas en el plazo inferior a un año se gravan al tipo marginal del contribuyente, que en las rentas más elevadas llega al 52% e incluso al 56% en comunidades autónomas como Cataluña. A partir de 2015, se eliminará esa distinción temporal y todas las plusvalías, con independencia de su antigüedad, tributarán de acuerdo con las rentas del ahorro, que además se anotarán una rebaja de impuestos.

Depósitos: Menos impuestos al ahorro

Tanto la inversión en Bolsa como el conjunto de las ganancias patrimoniales –como las generadas en la venta de una fondo de inversión o una vivienda– y rendimientos del capital mobiliario –los obtenidos en un depósito o un título de renta fija– van a tributan a un gravamen inferior.

En la actualidad, y en las ganancias generadas en más de un año, se aplica un gravamen del 21% sobre los primeros 6.000 euros; del 25% hasta los 24.000 euros siguientes y del 27% para la ganancia que exceda a esa cuantía. A_partir de 2015, los tipos de gravamen serán inferiores y se reducirán de nuevo en 2016, en que se convertirán en definitivos. El tipo será del 20% para los primeros 6.000 euros, que quedará en el 19% en 2016; del 22% para la ganancia adicional hasta los 50.000 euros, que caerá al 21% en 2016; y del 24% para la ganancia que exceda de esos 50.000 euros, y sobre la que en 2016 ya se aplicará un gravamen del 23%.

Con la reforma del IRPF, la mayor parte de las plusvalías, las comprendidas entre los 6.000 y los 50.000 euros, quedarán gravadas a un tipo único del 21% a partir de 2016. No se regresa sin embargo a la horquilla de entre el 19% y el 21% previa a la subida de impuestos que entró en vigor en 2012, al poco de la llegada al poder de Mariano Rajoy.

Dividendos: Fin de la exención de los 1.500 euros

La mejora en la tributación de la inversión en Bolsa que supone la reducción del gravamen y el fin de la penalización de las plusvalías a más corto plazo tiene en cambio una parte negativa para el cobro de dividendos. Desaparece la exención ahora vigente sobre los primeros se 1.500 euros cobrados, libres por tanto de impuestos. Este régimen fiscal beneficia especialmente a los pequeños inversores y es garantía de que no hay una suerte de doble imposición, la del impuesto de sociedades por el beneficio obtenido por la empresa junto a la de la tributación del dividendo. La retribución al accionista se gravará a partir de 2015 al 20% también en esos primeros 1.500 euros y al 19% al año siguiente.

Novedades: Plan AHorro 5 libre de impuestos

La rebaja del gravamen sobre los rendimientos del capital va a servir de pequeña compensación en especial para el ahorro más conservador, que tendrá muy difícil cosechar rentabilidades en el actual entorno de tipos en mínimos y al que solo le favorece el reducido nivel de inflación, que permite que los rendimientos se obtengan en gran medida en términos reales. Pero la reforma fiscal trae una importante novedad para los inversores más conservadores, la creación de un nuevo producto, denominado Plan Ahorro 5, que permite que las ganancias queden libres de impuestos pasados al menos cinco años.

El producto toma como base las cuentas corrientes o los seguros de ahorro, con el requisito de que garanticen el 85% de la inversión. Y en un momento en que los depósitos y los propios seguros de ahoro ven en franco declive su rentabilidad, el Plan Ahorro 5 surge como una clara alternativa gracias si no a su rentabilidad, que también estará condicionada a unos tipos de interés casi a cero, sí a su beneficio fiscal. Al menos, la banca parece haberlo entendido así y en el mercado se espera que las oficinas pongan en marcha la maquinaria de venta de este nuevo producto ya en enero, cuando haya entrado en vigor la reforma del IRPF.

Los bancos encontrarán además la fórmula con la que retener un ahorro conservador cada vez más decepcionado con la rentabilidad de los productos tradicionales y de hacerlo a un plazo nada desdeñable de cinco años. La aportación máxima al Plan Ahorro 5 –del que cada entidad solo podrá lanzar una única versión– será de 5.000 euros al año.

Pensiones: Cambios en las aportaciones y en el rescate

La creación del nuevo producto Plan AHorro 5 influirá sin duda en el panorama del ahorro conservador, aunque no prevé modificar en exceso el habitat del ahorro previsión, aquel destinado a planificar la jubilación. Podrá servir como complemento ya en la recta final, cuando esté próximo el momento de la retirada del mercado laboral, pero de cara a la jubilación, la reforma del IRPF sí incluye otras importantes novedades.

Se rebaja la aportación anual máxima a los planes de pensiones, que reduce directamente la base imponible de la declaración de la renta, a 8.000 euros. Este nuevo tope desciende respecto al límite anterior de 10.000 euros y de 12.500 euros para mayores de 50 años. Se elimina por tanto la distinción en los límites que existe actualmente para los partícipes que ya superan la cincuentena. El cambio se extiende igualmente a los planes de previsión asegurados, que disfrutan del mismo beneficio fiscal de los planes de pensiones y que cuentan con una garantía concreta de rentabilidad, al modo de un fondo de inversión garantizado. El nuevo tope rige además para el conjunto de las aportaciones al sistema de previsión social, ya sea a través de planes de pensiones del sistema individual o del sistema de empleo.

El sector afirma que este endurecimiento en las aportaciones desincentiva a los planes de pensiones como vía de ahorro para la jubilación, si bien los límites actuales apenas se apuran, menos aún en un entorno de dificultades económicas. La reforma tampoco responde a una de las viejas aspiraciones del sector: que los rendimientos de este producto tributen como el resto del ahorro y no como rendimientos del trabajo, es decir, al tipo marginal del contribuyente. Esto supone un gravamen que ahora puede llegar al 52% pero que con la reforma y la prevista rebaja de tramos será como máximo del 45% en 2016. Es decir, a partir de 2015 se pagarán menos impuestos por el rescate del plan de pensiones, aunque no al nivel de lo que se paga en un fondo de inversión o unas acciones.

Competencia: Más rivalidad entre fondos y planes

Los fondos de inversión están disfrutando de un momento dulce gracias a la mejoría de los mercados y al declive del que ha sido su gran rival a la hora de captar el ahorro, los depósitos a plazo. La reforma fiscal reducirá la tributación de las ganancias patrimoniales de los fondos, en los que el traspaso de uno a otro –y siempre que no haya un reembolso– está exento. Los fondos van a ver además cómo se aproxima un poco su perfil de inversión al de los planes de pensiones, que van a poder rescatarse al cabo de diez años. No habrá por tanto que esperar a la jubilación, ni a supuestos excepcionales como enfermedad grave o paro de larga duración, para su cobro. Esto supondrá, según reconocen fuentes financieras, que los planes de pensiones puedan competir con los fondos de inversión por un espectro de ahorro a medio y largo plazo, ya que ganarán notablemente en liquidez. O que, al menos, la jubilación pueda planificarse de forma más amplia. No solo vinculada a los planes de pensiones.

Vivienda: Fuerte castigo para las ventas más antiguas

Quien venda en 2015 una casa adquirida antes de 1994 se llevará una desagradable sorpresa fiscal. Desaparecen los denominados coeficientes de abatimiento, que reducen la parte de la ganancia sujeta a tributación para bienes adquiridos antes del 31 de diciembre de 1994 –inmuebles y acciones– y que se aplican para la ganancia generada desde el momento de la compra hasta el 20 de enero de 2006. El Gobierno ha establecido, eso sí, que en el caso de la venta de acciones, los contribuyentes mayores de 65 años no paguen impuestos si reinvierten lo ganando en un producto con renta vitalicia.

Sobre la firma

Nuria Salobral
Es jefa de la sección de Inversión en el fin de semana y redactora especializada en temas financieros y política monetaria. Trabaja en Cinco Días desde 2006, donde ha cubierto la quiebra de Lehman Brothers, el rescate a la banca española o las decisiones del BCE. Nacida en Madrid, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense.

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