_
_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Otra oportunidad perdida

José Carlos Díez

Este es el cuarto Presupuesto y último de la legislatura y el Gobierno de Rajoy comete los mismos vicios de los anteriores. Además malgasta el último cartucho para haber hecho una reforma fiscal en profundidad que permita reducir el déficit y estabilizar el crecimiento explosivo de la deuda pública, sin poner en riesgo el crecimiento y la creación de empleo.

En los tres Presupuestos anteriores, el Gobierno infló los presupuestos de ingresos. Sobre esa base se estima el gasto público para conseguir alcanzar los objetivos de déficit. El sesgo al alza sistemático en las previsiones de ingresos explica que sistemáticamente Bruselas haya tenido que revisar al alza nuestro objetivo de déficit desde 2011.

Como reconoce el propio Gobierno, en 2015 habrá 700.000 personas menos trabajando que en 2011

En 2015 sucederá lo mismo. El ministro de Economía advirtió recientemente que la desaceleración de la eurozona afectaría a España, pero esa afirmación prudente no se ha reflejado en el Presupuesto. La medida estrella es la rebaja de tipos del IRPF, pero, según el Gobierno, su impacto en pérdida de recaudación será tan solo del 0,6%.

Sería un milagro. Desde 2011 la base imponible del impuesto ha caído en 30.000 millones de euros y, cuando los tipos disminuyan, la recaudación caerá más de lo previsto. La causa es, como reconoce el mismo Gobierno, que en 2015 habrá 700.000 personas menos trabajando que en 2011. Si a eso sumamos la precarización del empleo y la deflación salarial, nos ayuda a explicar el desplome de la base imponible.

Pero las previsiones del resto de impuestos son aún peor. Con una desaceleración anunciada, deflación y riesgo de que Europa y España entren de nuevo en recesión y vuelva la destrucción, anticipar un aumento de recaudación en el impuesto de sociedades va en contra de todas las leyes del ciclo económico y hasta de la gravitación universal. Lo mismo sucede con el aumento previsto del 7,2% en el IVA.

El Gobierno infla la creación de empleo hasta 300.000 personas, presupuesta a la baja los gastos por desempleo y confía en que la prima de riesgo siga baja. En ese entorno, si creamos 150.000 empleos, sería un logro y hay elecciones en Grecia y Syriza, que parece va a ganar, ya ha anunciado una quita de la deuda pública. Por lo tanto, la tensión podría volver a los mercados y aumentar el pago de los intereses de la deuda por encima de lo presupuestado.

El Gobierno espera que el déficit baje en 2015 hasta el 4,2% del PIB y la deuda pública se estabilice próxima al 100% del PIB. En su primer Programa de Estabilidad enviado a Bruselas en mayo de 2012, el Gobierno esperaba acabar 2015 con un déficit del 1% y una deuda pública del 81% del PIB. Una desviación de 200.000 millones en su previsión de deuda pública refleja bien los errores de política económica durante la legislatura.

En breve, la Comisión Europea sacará sus previsiones de otoño y volverá a estimar que nuestro déficit estará en 2015 próximo al 6% del PIB. Estamos hablando de una diferencia con el Gobierno de unos 20.000 millones, lo cual reduce nuestra credibilidad y nuestro peso político en las decisiones comunitarias.

El Consejo Europeo nos recomendó el pasado mes de junio eliminar desgravaciones en el IRPF y en el impuesto de sociedades con el fin de recuperar la caída en las bases imponibles de ambos impuestos y aumentar la recaudación. Grabar más los bienes inmuebles y combustibles, donde nuestra presión fiscal sigue siendo inferior a la media europea. Recuperada la caída de recaudación podría venir la bajada de tipos.

En España es necesaria una reestructuración de la deuda de las pymes, tal y como recomienda el FMI

Cumpliendo nuestras obligaciones estaríamos en condiciones de exigir nuestros derechos y ejercer nuestro peso político en Europa, como corresponde al cuarto país por población y PIB. La prioridad es el crecimiento y sacar a Europa del estancamiento secular. Obama, en EE UU, nos ha enseñado el camino con 8 millones de empleos creados desde 2009 y, sin austericidio, ha conseguido reducir el déficit hasta el 3% del PIB.

La clave fue la política financiera para reestructurar las deudas y sanear el sistema bancario, un plan de inversión pública de 700.000 millones de dólares en 2009 y la Reserva Federal comprando deuda pública para que suban los tipos de interés a largo plazo y la apreciación del dólar que pusieran en riesgo la recuperación.

En Europa son Francia e Italia los que piden un plan de inversiones. Pero Rajoy decidió tirarse la foto con Merkel en Santiago que veta el plan. En política financiera en Europa queda mucho trabajo por hacer. Hay que reestructurar deudas que no se podrán pagar y sanear las pérdidas aún no afloradas en el sistema bancario.

En el caso de España, hay que reestructurar la deuda de las pymes, como recomienda el FMI. Y la deuda de familias cuyos activos tóxicos se aproximan al 15% del total de créditos. Esto permitiría frenar los desahucios, los cierres de empresas y desatascar el canal del crédito, lo cual sería equivalente a una política monetaria expansiva y reactivaría el PIB y el empleo.

Pero no parece que ese sea el escenario al que nos enfrentamos. El mayor agujero está en la Seguridad Social donde, a pesar de volver a congelar las pensiones, la diferencia entre gasto e ingresos por cotizaciones superara los 30.000 millones. Y la hucha para pagar pensiones se quedará vacía en dos años. Por lo tanto, tras las elecciones, más recortes y vuelta a empezar.

José Carlos Díez es profesor de Economía de la Universidad de Alcalá.

Archivado En

_
_