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El despacho en el que trabaja destila tranquilidad y calidez

English Café, clases de inglés en cafeterías ‘vintage’

Está presente en Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Málaga y Valladolid La compañía ofrece clases de inglés en 42 establecimientos de estas ciudades

Manuel Casamayón

Un balcón da hacia la calle Augusto Figueroa de Madrid. Los rayos del sol estival entran por él, inundando de luz la sede de English Café. Patricia Bendito (Valladolid, 1983), fundadora junto con su socio Guillermo Sanz de esta empresa dedicada a organizar cursos de inglés en cafeterías, explica que la compañía busca facilitar el aprendizaje de la lengua en un ambiente relajado, que invite a conversar. “Las personas están estresadas e ir a estudiar a una aula después del trabajo es como seguir con la jornada laboral, porque hay que cumplir con unas obligaciones. Con nosotros no tienes esta presión”, asegura.

El ambiente del despacho en el que trabaja Bendito destila tranquilidad. Aunque es sencillo y pequeño, el blanco de las paredes invita a relajarse, al tiempo que las macetas con plantas y los cuadros colgados en los laterales, con fotos de tazas de café, dan calidez al espacio. Todos los establecimientos donde se desarrollan las sesiones de EnglishCafé comparten una estética parecida. Rincones silenciosos, agradables, en los que la gente se pueda sentar para hablar alrededor de una mesita. “Prestamos atención a la decoración de los locales, pequeños sofás, las butacas de madera, las columnas. Son lugares con una estética neoyorquina, vintage”, explica Bendito.

Se trata de un proyecto que nació de una experiencia de la propia fundadora. Después de vivir en Italia y Estados Unidos y trabajar en Bruselas un año, volvió en 2007 a Madrid. Una vez allí, asistió a cursos de academias para mantener su nivel de inglés. Pero el método de enseñanza de estos centros no le gustó, porque se dedicaba demasiado tiempo a la gramática. “Quería sobre todo clases de conversación, es lo que las empresas piden en el extranjero”, relata. Con unas amigas convenció a un profesor de una de las academias para reunirse en un café y practicar inglés. Al cabo de dos años, se dio cuenta de que este tipo de clases funcionaban mejor. Con la ayuda de Sanz, su pareja “desde hace 13 años”, decidió convertirlas en una empresa.

La compañía organiza en cafeterías cursos de inglés para grupos de cuatro o cinco personas. Cada uno de ellos se reúne dos veces por semana, con profesores nativos. Hay clases para todos los niveles, a un precio de 68 euros al mes o 174 euros si el importe se abona trimestralmente. En cada sesión los alumnos pueden tomar una taza de café, té, refresco o agua gratis.

“Ir a estudiar a una aula después del trabajo es como seguir con la jornada laboral”, asegura

El negocio, que empezó a funcionar en junio de 2012, creció rápidamente, de una actividad que se realizaba en tres cafeterías de Madrid (Infinito, en Antón Martín; Belén, en Chueca; Bagatella, en Chueca) a una empresa que ya cuentan con 42 cafés de Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Málaga y Valladolid.

En cada una de estas ciudades un emprendedor local se convierte en franquiciado de English Café. La compañía le ayuda a buscar cafeterías donde realizar las clases, al tiempo que proporciona el material educativo. A cambio, debe pagar un canon de entre 10.000 y 15.000 euros y debe gestionar los cursos. También abona una regalía de cinco euros por alumno cada trimestre.“Es una inversión que se puede rentabilizar en uno o dos años”, asegura Bendito.

El franquiciado contacta con los cafés para reservar una mesa donde hacer las clases. Los establecimientos no pagan por ello y se benefician de la promoción que hace la organización de ellos en las redes sociales.

Liderar un negocio creciente como el de English Café es una actividad sacrificada, aunque sus fundadores hayan delegado algunas responsabilidades como la gestión de las clases y la política de marketing a su equipo. “Dedico el día entero al trabajo, de las nueve de la mañana a las 22:30. Mi socio también, aunque viene por la tarde porque tiene otro empleo”, asegura Bendito. Aunque esta dedicación tiene su recompensa. “Te da envidia como disfrutan los alumnos. Una de ellos me dijo que este era el mejor día de la semana para ella, porque conseguía desconectar del trabajo”, relata.

Manuel Casamayón

Un alumnado femenino

Un dibujo con el lema coffee is always a good idea (una taza de café es siempre una buena idea, en inglés) llena una de las paredes del despacho. Sobre un fondo negro, la frase y la imagen de la taza humeante hacen referencia al modelo de negocio de English Café.

Se trata de un concepto procedente de Estados Unidos. “Allí la gente suele usar frases que relacionan el café con una buena conversación. Son muy visibles en los establecimientos,pero curiosamente no es así en España”, asegura Bendito.

Sin embargo, parece que de las clases pueden surgir buenas amistades, porque a los alumnos les gusta permanecer en el mismo grupo. “Suelen estar allí de media un año, o incluso dos. Muchos nos piden que no les cambiemos de sesión”, relata.

Se trata de una comunidad que cuenta ya con 500 alumnos, de los que el 75% son mujeres. “Tiene que ver con la estética de la marca, a la que hemos dado un toque más femenino”, explica Bendito, quien añade que este estilo decorativo surgió de forma natural: “De hecho no nos dimos cuenta que tenía más éxito entre ellas hasta que vimos las estadísticas”. Apunta a la mayor formación de las mujeres como otro motivo, aunque matiza que cada vez más hombres se suman a los cursos.

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