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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La vuelta del último verano de la crisis

Las Bolsas completaron la primera mitad del año con alegría, expresada en una subida del Ibex superior al 10% el primer semestre. Pero tan halagüeño desempeño se ha encontrado con un periodo veraniego volátil en los mercados.La acumulación de zonas grises en el horizonte ha hecho que muchos analistas hayan pasado a ver dudas en los inversores y cierto pesimismo donde hace pocos meses solo notaban complacencia. Y es que el listado de incertidumbres de diversa índole sigue creciendo y, al mismo tiempo, no se cierra la puerta a ninguna de las incógnitas anteriores.

Las dudas sobre el crecimiento económico en Europa, la guerra comercial entre Rusia y la propia UniónEuropea, el temor a la deflación o el miedo a que la Reserva Federal estadounidense suba los tipos de interés antes de tiempo, o las sorpresas que puedan aparecer en los test de estrés del BCE a la banca, son cuestiones que han inoculado de nuevo el virus de la duda entre los inversores. Además, a estas hay que añadirles el conflicto entre Rusia y Ucrania, el problema geopolítico que más preocupa en Europa; el potencial impacto sobre el precio del petróleo del preocupante proyecto de Estado Islámico, o las inquietudes provenientes de América Latina, encabezadas una vez más por Argentina.

El principal temor inmediato para las Bolsas es la debilidad que exhibe la recuperación europea. Una inquietud que se ha visto acrecentada por el estancamiento de algunas de las principales economías de la zona euro en el segundo trimestre. Mientras Francia lleva meses presentando una seria atonía, a la espera de que las reformas que está acelerando François Hollande den resultado, Italia ha entrado en recesión técnica y también está pendiente de las imprescindibles reformas que sigue sin acometer a fondo el hasta hace poco prometedor Matteo Renzi. Alemania, por su parte, ha dejado de actuar de locomotora, con un PIB a la baja en el segundo trimestre, y es la primera afectada por la guerra comercial de la UE con Rusia, por un lado, y por el conflicto ucraniano, por otro. La primera economía de la zona euro se contrajo entre abril y junio, un freno que puede atenazar al conjunto de la zona euro.

Pero la guerra comercial con Rusia, cuyo impacto negativo cuantifican algunos analistas en varias décimas de crecimiento de la zona euro este año, va más allá del mero impacto del veto a productos agrícolas. La industria, principalmente la alemana, ya se está resintiendo de este desafortunado pulso, y el euro ha iniciado el camino a la baja, un aspecto este último con el componente positivo de que puede reactivar las exportaciones. La evolución de las tensiones geopolíticas, entre las que no es la menor la crisis en la Franja de Gaza, es el factor más imprevisible de los que manejarán los inversores para los próximos meses, mientras que los bancos centrales pueden aportar sensaciones mixtas a la hora de elaborar la estrategia de inversión. Por un lado, la Reserva Federal aparece como una fuente de inquietud si no acierta con su política monetaria, y el BCE, por su lado, puede ser un importante catalizador para las Bolsas cuando ponga en marcha en septiembre sus inyecciones de liquidez a la banca, en un intento más de reactivar el crédito.

Los expertos esperan más volatilidad en las próximas semanas, y citan los test de estrés que el BCE va a realizar a la banca europea como fuente adicional de nerviosismo en los mercados. Aun así, los diferentes escenarios no han modificado el pronóstico de los expertos sobre la tendencia positiva de aquí a final de año para las Bolsas. A pesar de que a corto plazo pueda crecer la volatilidad en función de la reacción a los acontecimientos, sigue la recomendación para invertir a medio y largo plazo en la renta variable. De hecho, ninguna casa de análisis ha revisado a la baja sus previsiones para el Ibex a finales de año. Aunque para ver un ciclo largo de subida en la Bolsa será necesaria una aceleración del crecimiento económico global que reactive la expansión de las empresas, y esto no es muy visible por ahora en el horizonte, lo cierto es que este verano está destinado a ser el último de la crisis.

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