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Turismo en los cementerios

Una visita de muerte

El cementerio de París recibe dos millones de visitas al año El camposanto de Granada es uno de los más antiguos de España

Cementerio de Ciriego (Santander), junto al Cantábrico.
Cementerio de Ciriego (Santander), junto al Cantábrico.

Cerca de dos millones de personas visitan cada año el camposanto Père-Lachaise, en París, donde están enterrados el músico Jim Morrison o el escritor Oscar Wilde, dos de las tumbas más frecuentadas. No se quedan lejos el cementerio judío de Praga o Highgate, de Londres, donde descansa Karl Marx. Es lo que se conoce como necroturismo, y está en auge. Una prueba de ello es la existencia de The Association of Significant Cemeteries in Europe (Asociación de los Cementerios más Significativos de Europa), que desde 2011 cuenta con una ruta de los camposantos europeos más interesantes. Premiada con el World Tourism Organization Award (máximo galardón que concede la Organización Mundial de Turismo), el citado itinerario promueve las visitas para conservar y aprender de la historia y el patrimonio de estos lugares.

La asociación tiene contabilizados un total de 179 cementerios repartidos entre 22 países, que, o bien por su historia, su entorno o su diseño, merecen una pausa en el camino. España, hasta la fecha, aporta 24 camposantos a la ruta, aunque, dado el legado histórico y cultural de nuestro país, todo apunta a que el número irá creciendo con el paso de los años.

El caos de Praga

The Association of Significant Cemeteries in Europe (Asociación de los Cementerios más Significativos de Europa) ha seleccionado un total de 179 camposantos de 22 países. Uno de ellos es el cementerio judío de Praga, una parada obligatoria cuando se visita la ciudad. Es un espacio pequeño en el que se cuentan cerca de 12.000 lápidas. La composición caótica y austera es su principal atractivo.

Otro de reconocida fama es el camposanto de Père-Lachaise, el más grande de París. Cerca de dos millones de personas lo visitan cada año, y no solo por su elementos decorativos. De hecho sus jardines y anchas avenidas peatonales son utilizadas por los parisinos como un parque más de la ciudad.

El cementerio de la localidad gallega de Cambados es uno de los seleccionados. Las ruinas de una iglesia, que data del siglo XV y construida sobre una antigua capilla románica, son el centro de este camposanto levantado en las estribaciones del monte A Pastora. La iglesia fue abandonada por razones políticas y religiosas en el siglo XIX, y en ella se mezclan los estilos románico, gótico y renacentista.

Varios kilómetros al norte, en plena Costa da Morte, se encuentra el cementerio de los Ingleses, en el concejo de Camariñas. Construido en 1890, alberga los cuerpos de 172 marineros ingleses que fallecieron en el naufragio del acorazado HMS Serpent, en ese mismo año. Fue levantado sobre un acantilado al borde del mar. Su principal atractivo es el entorno, un paraje perdido en el que solo se oyen las olas chocando contra las rocas de esta abrupta costa.

Y también lindando con el litoral Cantábrico, está el camposanto de Ciriego, en Santander. Data de 1832, año en el que algunos de los arquitectos más prestigiosos de la época, como De la Riva y Casuso Hoyo, participaron en su construcción. El estilo arquitectónico iconográfico se palpa en este lugar, que está tan cerca de la costa que parece estar levantado directamente sobre el mar.

El modernismo, tan típico en la Cataluña de finales del siglo XIX y principios del XX, no solo está presente en parques y edificios, también se distingue en los cementerios de la época. Un ejemplo es el de Lloret de Mar (Girona). En su edificación participaron arquitectos y escultores, en su mayoría discípulos de la escuela de Gaudí. El estilo modernista burgués de este lugar evidencia la sociedad de la época, en la que las familias que hacían fortuna en América se esmeraban en levantar un mausoleo acorde con su poder adquisitivo en el que descansar eternamente. Es el mismo espíritu que recorre el cementerio de La Carriona, en Avilés (Asturias), inaugurado en 1890, que además de responder al interés de la burguesía local y reflejar su posición económica una vez fallecida, fue pionero al ser ubicado a las afueras de la ciudad, de esta manera se garantizaba la salubridad de los ciudadanos.

Hacia el sur, en tierras andaluzas, se encuentran dos de los camposantos más significativos de la ruta. El de Córdoba destaca por su riqueza arquitectónica: se conservan varios panteones de estética ecléctica en los que la escultura de bulto y el relieve juegan con el resto de la ornamentación funeraria. El de Granada, uno de los más antiguos de España, está levantado sobre los restos arquitectónicos de un palacio nazarí del siglo XV, y es aledaño a la Alhambra, con vistas privilegiadas a Sierra Nevada.

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