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Tribuna
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La desigualdad, el PIB y el empleo

Este cambio radical de paradigma socioeconómico que estamos viviendo en estos momentos, nos está llevando a escenarios que nos son del todo imposible de imaginar, tan siquiera de manera fidedigna, en estos momentos iniciales de este nuevo mundo que ahora comienza a implantarse, de una forma además bastante rápida, y que derivará en un nuevo modelo social desconocido hasta la fecha.

Como en todo cambio de esta naturaleza debo decir que las consecuencias de todo ello son imprevisibles, y no sabemos a dónde se va a llegar al final con la exactitud que nos gustaría, pero, seguro, que para muchos va a suponer un trágico cataclismo en sus actuales vidas.

De hecho ya estamos empezando a observar, algunas de las consecuencias de la desigualdad exacerbada que año tras año se está creando, y que aunque aún no somos capaces de imaginar la totalidad de las consecuencias, que se puedan derivar de ese hecho socioeconómico inexorable, resultan muy inquietantes .

Este cambio de estructura socioeconómica va a hacer con seguridad para demasiados que la pobreza alcance niveles espeluznantes. Y eso ya lo estamos empezando a observar en estos momentos que estamos viviendo en España y en Europa.

Las consecuencias de esta nueva estructura económica se debe señalar que ya afectan al Producto Interior Bruto (PIB), y demás indicadores económicos similares que tienen su base en la Contabilidad Nacional. Pues hay que exponer que el valor del PIB para una estructura económica en la que, por poner un ejemplo, los beneficios aumentan en unos niveles que hacen que ese indicador económico se eleve en un 3%, y siendo este aumento tan solo para un 20% de los integrantes del PIB, y cuando el otro 80% no experimenta ninguna subida o incluso pérdidas, es algo totalmente distorsionado y espurio por esa desigualdad existente. Pues es algo palmario que los principios económicos conocidos hasta la fecha se manifestarán de una manera diferente.

Es importante señalar que todo esto que he expuesto hace que la ley de Okun, formulada hace cincuenta años y tan manida ahora, y que dice que cuando se alcanza un crecimiento del PIB con un rango del 2,4% al 2,7%, se debería crecer en empleo un 1%, se vea afectada sustancialmente, dado que el modelo econométrico de dicha ley económica está distorsionado, por todo lo anteriormente referido a la estructura económica que se está implantando.

Por lo cual es también muy importante señalar en este momento que en la obtención de la cifra del Producto Interior Bruto, en tasa móvil, se deben cuanto antes modificar las ponderaciones realizadas en la actualidad para poderlas hacer más reales y que no ofrezcan así los datos obtenidos con esa distorsión que presenta ahora y que no permiten manejar de una manera correcta los análisis derivados de ella.

Se debe decir además que, desgraciadamente, todo indica a pensar de manera inquietante que el nivel del empleo va a ser muy bajo y, por supuesto, menor de lo que se está previendo por causa precisamente de la desigualdad existente, que además es de esperar vaya en aumento aún más, y también por causa de lo que vengo denominando maquinismo.

No voy a sustraerme a augurar que la desigualdad va a hacer al final que se contraiga inexorablemente la demanda y con ello la necesidad de nuevos empleos. Y esto, sin lugar a ningún género de duda, va a afectar negativamente a los pobres y también finalmente a los ricos, por todo lo expuesto con anterioridad.

Y por supuesto a ello coadyuvará el maquinismo que tenemos, y aún más el que está por venir. Ya vemos algo de ello de manera incipiente, como por ejemplo, androides, drones etcétera. Estos van a abocar a una situación de falta de necesidad de mano de obra como nunca se ha conocido y que va a hacer además que los salarios entren por ende en una espiral descendente muy preocupante y, en aras de la verdad, de consecuencias desconocidas en estos momentos.

Josu Imanol Delgado Ugarte es economista.

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