_
_
_
_
_
El Foco
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La casa de deuda

La atención editorial económica en EEUU se ha centrado en estas últimas semanas en el libro de Thomas Piketty, Capital in the Twenty First Century, y en las memorias del anterior secretario del Tesoro Tim Geithner, Stress Test. El éxito de ambos libros es merecido. Piketty ha escrito una obra maestra que ha vuelto a poner en el centro del debate político y económico el problema creciente de las desigualdades, y el libro de Geithner contribuye al debate sobre las causas y las respuestas a la reciente crisis económica.

El éxito de ambos libros, sin embargo, ha quitado protagonismo a otra publicación reciente, House of Debt de los profesores Atif Mian de la Universidad de Princeton y Amir Sufi de la Universidad de Chicago. Este libro puede ser el más importante que se ha escrito sobre la crisis del 2008 y la recesión subsecuente de los últimos años. Los argumentos y datos que presentan los dos autores merecen la máxima atención y deben de llevar a una reflexión profunda sobre las causas de la crisis y las respuestas.

'House of Debt' da una explicación de la crisis basada en el deterioro del valor de los activos inmobiliarios en EEUU

Hasta ahora la mayoría de los análisis sobre la crisis, incluyendo el libro de Geithner, se han centrado en el sector financiero: la crisis se atribuye a la ruptura en el sistema de intermediación financiera. Este libro tan importante ofrece una explicación suplementaria y alternativa que se centra en el deterioro del valor de los activos inmobiliarios en EEUU. Mian y Sufi cuestionan las explicaciones basadas en la ruptura del sistema financiero y muestran que este ya estaba reparado en EEUU a fines del 2009 y, sin embargo, el crecimiento económico siguió siendo extremadamente débil.

Su argumento es que la causa de la crisis no fue la crisis financiera sino el elevado endeudamiento de las familias. En el libro presentan datos que muestran que el gasto en vivienda y en activos durables (como coches…) cayó de forma precipitada entre 2006 y 2007, antes del inicio de la crisis financiera. Al mismo tiempo prueban que la resistencia por parte de las pequeñas y medianas empresas, que son las que más dependen del crédito bancario para su financiación, a solicitar créditos no estaba basada tanto en las dificultades en conseguirlos, sino en que no tenían suficientes clientes y/o ventas.

Los autores presentan datos muy convincentes para probar su argumento de que las raíces de la crisis se encuentran en el exceso de préstamos hipotecarios, que llevo al hinchamiento de la burbuja en el sector inmobiliario y al excesivo endeudamiento de las familias. El desinflado de la burbuja y el subsiguiente desplome en el valor de las viviendas provocaron una bajada en el consumo que generó una caída de la actividad económica que afecto subsecuentemente a las instituciones financieras, algunas de las cuales desaparecieron. La crisis financiera es pues la consecuencia, no la causa de la crisis: la caída en el consumo y en el gasto causada por el excesivo endeudamiento precede a la crisis bancaria. En el libro muestran como el consumo y el gasto cayeron de forma mucho más significativa en los estados de EEUU en los que el valor de las viviendas cayó más rápidamente y en los que las deudas estaban más conectadas a las viviendas.

Su análisis es muy importante porque si la causa de la crisis no fue la ruptura del sistema de intermediación financiera, como se ha postulado tanto en los últimos años, la respuesta a la crisis no fue la correcta, y las medidas que se han tomado para evitar crisis en el futuro tampoco serán las acertadas. Mian and Sufi defienden que los gobiernos de Bush y Obama debieron de proporcionar mucha más ayuda a las familias excesivamente endeudadas, lo que hubiese llevado a una reactivación mucho más rápida del consumo y del crecimiento, con el consiguiente impacto positivo en el saneamiento de los bancos.

Los deudores no solo no recibieron casi ayuda, sino que cargaron con el coste del desastre

En Europa, y en particular en España, el problema del endeudamiento privado sigue siendo un tema capital. Además, a diferencia de EEUU, el proceso de saneamiento y de limpieza de los balances sigue incompleto (¡Seis años después de Lehman seguimos esperando los resultados de unos test de estrés creíbles!); y el proceso de desapalancamiento queda lejos de haber concluido. En un contexto de desinflación y de necesidad de ganar competitividad, este proceso será mucho más duro.

Ahora que parece que lo peor de la crisis ha pasado y que hay datos para el optimismo, Mian y Sufi nos recuerdan que en ausencia de ayuda para los deudores, el proceso de reducción de la deuda puede ser mucho más doloroso de lo que hemos experimentado en otras crisis. Pese a las políticas de austeridad, países como el nuestro han podido mantener grandes déficits. Sin embargo, la entrada en vigor del nuevo pacto fiscal en 2016 va a obligar al desapalancamiento del sector público, lo que llevara a un ajuste aún más duro. Esto se traducirá en mayor conflictividad, resistencia a la austeridad, y mayores tensiones políticas (como botón de muestra tenemos las recientes elecciones al Parlamento Europeo). Desde la distancia da la impresión de que estamos minimizando estos riesgos.

El gran valor del libro reside no solo en cuestionar la suficiencia de los rescates financieros en las crisis económicas (algo acerca de lo que tenemos mucho que reflexionar), sino también en resaltar la necesidad de entender las raíces de las crisis que llevan a la ruptura de los sistemas financieros. En esta crisis el colapso de la casa de deuda llevó al rescate del sistema financiero. Los contribuyentes y no los bancos, una vez más pagaron la factura; y los deudores (muchos de ellos testigos inocentes) no solo no recibieron casi ayuda, sino que cargaron con el coste del desastre. Es hora de que aprendamos de los errores y tomemos las medidas pertinentes.

Sebastián Royo es vice provost y catedrático de gobierno en Suffolk University, Boston.

Archivado En

_
_