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Grupo empresarial con entramado de sociedades financieras

Cómo cayó la familia Espirito Santo

La detención la semana pasada del expresidente del Banco Espírito Santo (BES) Ricardo Salgado -que quedó en libertad tras pagar la fianza de tres millones de euros- acusado de delitos de fraude, abuso de confianza y falsificación y blanqueo de capitales es la punta del iceberg de una trama que puede llevarse por delante uno de los mayores conglomerados de Portugal, el Grupo Espirito Santo.

Este holding, que cuenta con más de 400 sociedades y participaciones en un entramado de difícil estructura, está liderado la familia Espírito Santo, con una deuda de cerca de 7.500 millones y  con fuerte influencia política y económica. La posible insolvencia amenaza también al propio Banco Espirito Santo, en la que el holding poseen un 20,1% del capital. El BES estimó su exposición al Grupo Espírito Santo en 1.180 millones de euros, aunque no será hasta la presentación de sus resultados del primer semestre -aplazada hasta el 30 de julio- que se conocerán con exactitud los números.

La caída de sociedades del holding se ha sucedido en las últimas semanas. Espírito Santo Financial Group -la sociedad a través de la cual la familia Espírito Santo está presente en el BES- pidió el jueves pasado a las autoridades de Luxemburgo la “gestión controlada”, una figura jurídica similar al concurso de acreedores.   Se vonvertía así en la tercer entidad relacionado con el grupo Espirito Santo en solicitar el régimen de gestión controlada, ya que antes también recurrieron a esta figura Espírito Santo International (ESI) y Rioforte.

En esa cascada de caídas, Rioforte, la sociedad de inversión de la familia Espírito Santo que agrupa de las participaciones industriales, no pudo pagar más de 1.000 millones de dólares en deuda a Portugal Telecom (PT), lo que obligó al grupo de telecomunicaciones a reducir su participación en una fusión con la brasileña Grupo Oi.

Desde que saltaran las alarmas hasta la detención de Ricardo Salgado apenas han pasado dos meses, tiempo en el que han ido quedando al descubierto algunos detalles de la estructura del Grupo Espírito Santo, con sociedades financieras y empresas entre las que se entremezclan las participaciones.  Salgado es dueño de una de las mayores fortunas del país y dejó su cargo como máximo responsable del BES el día 14 de junio, cuando fue sustituido por el economista Vítor Bento.

Su salida se produjo como consecuencia de la crisis que atraviesa el Grupo Espírito Santo, del cual es uno de sus directivos y en cuyo seno varias empresas corren el riesgo de declararse en insolvencia.

La primera señal de lo que estaba por venir se produjo el 21 de mayo, sólo cuatro días después de que Portugal dijese adiós a la “troika”. Una auditoría independiente realizada a petición del banco central luso detectó “irregularidades contables” en el Espírito Santo International, una de las sociedades financieras del grupo y situada en lo más alto de su estructura.

El Banco Espírito Santo (BES), la estrella del emporio familiar, completó con éxito una ampliación de capital de mil millones de euros poco después, pero el 20 de junio. Pocos días después,  Salgado, su presidente durante los últimos 22 años, anunciaba su salida por sorpresa.

 

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