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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Por qué es prioritario devolver el crédito al MAB

En la última semana, los operadores financieros han sacudido los cimientos del Mercado Alternativo Bursátil (MAB) a propósito de las falsedades confesas de la mayor de cuantas empresas cotizaban en tal plataforma de financiación. Tras la publicación de un controvertido informe de Gotham City Research que aseguraba que el valor real de las acciones de la empresa española de instalaciones de wifi Gowex era cero, y tras un corto forcejeo verbal en el que los precios de las acciones de la compañía comenzaron a caer en picado, el presidente y primer accionista de la empresa admitió, ya con la cotización suspendida, que las cuentas de la empresa de los últimos cuatro años eran falsas. Tal comentario, previo a la entrada en concurso de la sociedad, provocó una estampida sin precedentes de los inversores que habían apostado por alguna de las 23 empresas del MAB. El temor a una réplica del proceder de Gowex en alguna otra sociedad ante la laxitud de la información exigida tanto para arrancar a cotizar como de manera continua después, provocó la salida del dinero tanto de los fondos como de los particulares. Y lo que es peor: ha extendido las sospechas sobre el funcionamiento de toda la plataforma, en un país que no puede permitirse el lujo de prescindir de ella. Por tanto, es urgente recomponer la credibilidad del MAB para que siga siendo un trampolín para decenas de empresas pequeñas que quieren ampliar sus negocios o emprender otros nuevos.

España es el país europeo en el que la banca comercial absorbe más proporción de la tarta de la financiación de los negocios, con más de un 85%, mientras que en Alemania escasamente supera el 55% y en Estados Unidos se reduce al 30%. Dado que la crisis financiera ha maniatado a la banca, con unas exigencias de capital muy severas que condicionan la concesión de nuevo crédito, al menos hasta que los niveles de desapalancamiento vuelvan a valores administrables, España necesita fórmulas alternativas de financiación empresarial, y no puede ser descalificada ninguna de ellas: capital-riesgo, crowdfunding, la captación en mercados regulados como la Bolsa, y otras muchas.

Debe reforzar el Gobierno todos los mecanismos para que el Mercado Alternativo Bursátil se consolide como una ventana a la financiación con seguridad, con transparencia y fiscalización de cuantas empresas inicien una aventura bursátil. Debe entregar a la Comisión Nacional del Mercado de Valores poderes para vigilar las cuentas de esas pequeñas sociedades con la misma intensidad que las grandes, y debe forzar que la auditoría de sus números esté igual de profesionalizada que en el resto. Que la inmensa mayoría de los proyectos que buscan dinero para echar a andar sean proyectos viables y bien gestionados, no impide que aventureros desaprensivos utilicen este terreno de cierta libertad para montar sobre arena supuestos negocios sólidos y meter la mano en el bolsillo a los inversores particulares. Los institucionales tienen mayor capacidad para analizar las cuentas y su veracidad, así como el recorrido real de los negocios emprendidos. Pero los particulares no disponen de más faros de señalización que las auditorías externas y las cuentas que las propias compañías entregan a los supervisores del mercado. Si ambas cosas son superficiales, invertirán a ciegas, se repetirán escándalos como el de Gowex, el dinero tomará precauciones, se vaciará el MAB y habrá decenas de proyectos sugerentes que se quedarán en el limbo por falta de crédito y de capital.

Sin financiación nueva hay limitadas posibilidades de crecimiento económico, puesto que el ahorro privado no es suficiente para movilizar la economía, y sin él, el empleo puede estancarse en las aterradoras cifras actuales. Además, el inevitable giro que debe producirse en el modelo productivo español, con actividades más intensivas en tecnología y abiertas a los mercados exteriores, solo es posible con la existencia de capital, y con la aparición de infinidad de proyectos de emprendimiento, con la seguridad de que solo unos cuantos pasarán el corte de los mercados para consolidarse como empresas sólidas en los años venideros.

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