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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La generación de empleo echa raíz

Junio es siempre un mes con buen desempeño en materia de ocupación. El que ha terminado ahora ha contabilizado un avance del número de cotizantes en la Seguridad Social de 56.622 y un descenso paralelo del paro registrado en las oficinas públicxas de 122.684. Pero junio revela también que la variable empleo comienza a echar raíz, y consolida una tendencia iniciada en el mes de septiembre del año pasado que ha acumulado, de forma ininterrumpida, diez meses se avance del empleo. En tal trecho temporal los afiliados medidos en términos desestacionalizados han avanzado en 310.622, nada menos que 31.062 cada mes y nada menos que 1.035 cada día, un ritmo nada desdeñable de generación de ocupación, y resistiendo las tendencias contractivas que coyunturalmente se registran en los meses de otoño e invierno en el mercado de trabajo. Esta circunstancia es la que confirma y consolida el cambio de tendencia en el mercado de trabajo, arropado también por el hecho de que desde el primero de enero la Seguridad Social contabiliza avance de sus cotizantes en todos y cada uno de los sectores de actividad, y comienza a movilizarse de forma significativa la contratación fija, ayudada por el abaratamiento de los costes de cotización.

Junio ha tenido el núcleo de generación de empleo en los servicios, como es tradicional y coyuntural, al igual que ha destruído ocupación en la educación por la salida de profesorado contratado y trabajadores de actividades educativas no docentes (comedores y conductores). Pero ha registrado avance de cotizantes también en la industria, en el comercio o en la actividad sanitaria, lo que le proporciona un carácter estructural. Además, un vistazo a lo que ha ocurrido en los últimos doce meses revela que el avance de empleo llega ya al 1,78% en tasa internaual, muy superior al crecimiento que registra el propio PIB. Esta evolución más positiva es imputable a una serie de reformas en el mercado de trabajo que abarata la contratación y el despido, así como a una predisposición diferente a aceptar un empleo, sobre todo tras siete años de crisis sin ventanas de avance en el empleo y con agotamiento paulatino de las prestaciones de paro. Pero no hay que descartar también la posibilidad de que las empresas en este primer año de agitación de la demanda interna abran la cerrada mano de los contratos, dado que tienen muy estresadas las plantillas, y se produzca una pequeña explosión del empleo.

En todo caso, dado que la calidad de la nueva ocupación se resiente, y que los niveles de remuneración han descendido, habrá que comenzar a mirar los efectos secundarios de ese despertar del mercado de trabajo. Los ingresos de la Seguridad Social y los del IRPF serán los mejores testigos para verificarlo, y seguramemnte devengarán decisiones ulteriores sobre los niveles de gasto público, tanto con carácter general como en las prestaciones públicas.

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