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Elegido entre 36 candidaturas

El arquitecto Frank Gehry, Príncipe de Asturias de las Artes 2014

Frank Gehry
Frank GehryReuters

El arquitecto canadiense asentado en Estados Unidos Frank Gehry ha sido galardonado con el Premio Príncipe de las Artes 2014 que se ha dado a conocer este miércoles, 7 de mayo, en el Hotel de la Reconquista de Oviedo.

El jurado ha destacado la trayectoria de Gehry entre las 36 candidaturas de 19 nacionalidades que optaban al premio, primero de los ocho galardones internacionales que convoca anualmente la Fundación Príncipe de Asturias, y que este año alcanzan su XXXIV edición.

El año pasado el premio fue para el cineasta Michael Haneke, que se unió a otros galardonados en esta categoría como Rafael Moneo, Riccardo Muti, Norman Foster, Oscar Niemeyer, Bárbara Hendricks, Woody Allen, Bob Dylan, Pedro Almodóvar, Fernando Fernán Gómez, Paco de Lucía, Vittorio Gassmann, Miquel Barceló, Luis García Berlanga o Eduardo Chillida.

Los Premios Príncipe de Asturias están destinados, según los Estatutos de la Fundación, a galardonar “la labor científica, técnica, cultural, social y humanitaria realizada por personas, instituciones, grupo de personas o de instituciones en el ámbito internacional”.

De este modo, el Premio Príncipe de Asturias de las Artes se concede a aquellos “cuya labor en la cinematografía, el teatro, la danza, la música, la fotografía, la pintura, la escultura, la arquitectura y otras manifestaciones artísticas constituya una aportación relevante al patrimonio cultural de la humanidad”. El galardón está dotado con una escultura de Joan Miró, 50.000 euros, un diploma y una insignia.

Cambio

Frank Gehry consiguió en 1997 cambiar toda una ciudad y convertir la arquitectura en algo mediático con un solo edificio, el Museo Guggenheim Bilbao, considerado el “icono” de la arquitectura moderna y un ejemplo de transformación urbana.

Gehry ya era uno de los más prestigiosos y premiados arquitectos del mundo cuando recibió el encargo del Guggenheim Bilbao, ganó el Priztker en 1989, pero fue este edificio el que le convirtió a él en una celebridad mediática y a la arquitectura en el nuevo “objeto de deseo” de los políticos para transformar una ciudad, no solo urbanísticamente, sino también económicamente.

No obstante, el propio arquitecto canadiense, afincado en Estados Unidos desde hace décadas, considera un “milagro” conseguir repetir lo que él denomina “efecto Bilbao”, una ciudad a la que viaja por placer todos los años y que, paradójicamente, le gustaba más cómo era antes de la transformación que él impulsó, ya que la “dureza industrial” se ha sustituido por jardines “demasiado bonitos” para su gusto.

Gehry siempre dice que el Museo Guggenheim Bilbao fue un proyecto “especial” en el que contó con margen para “explorar con libertad ideas que no había podido explorar en el pasado”.

Con esa libertad que le concedieron las instituciones vascas creó un edificio curvilíneo revestido de placas de titanio. “Una de mis obras preferidas, que cuando se terminó me hizo exclamar, admirado: ¿Como he podido hacer esto?”.

Ese edificio cambió el rumbo de Bilbao, convertida por primera vez en un destino turístico, y de la Fundación Guggenheim, reclamada por ciudades de todo el mundo deseosas de tener también una sucursal museística de esta enseña.

“Si fuera lo realmente listo me vendría a vivir a aquí, para disfrutar de la gloria”, dijo Gehry, una década después de la inauguración, sobre Bilbao, una ciudad que le reconoce su contribución y que próximamente le dará el nombre de Frank Gehry al puente que unirá la futura isla -ahora península- de Zorrozaurre con el resto de la ciudad.

Tras el Guggenheim Bilbao -elegido en 2010 por Vanity Fair y por la CNN como el edificio moderno más importante del mundo- Gehry hizo otra obra en España, también en el País Vasco, y tiene en construcción una tercera en Barcelona, la Torre de Sagrera.

Su segunda construcción vasca fue el hotel de las bodegas Herederos del Marqués de Riscal, en la pequeña localidad alavesa de Elciego, un edificio también con formas onduladas y revestido de titanio, aunque en este caso de tres tonalidades distintas: rosa (en alusión al vino tinto), oro (por la malla que cubre las botellas) y plata (en referencia a la cápsula que cubre el tapón de corcho).

Este edificio, inaugurado en 2006 por los reyes de España como el Guggenheim Bilbao, fue definido por su creador como “un animal galopando por el campo, expresa movimiento”, y aparece como “flotando en medio de los viñedos” e integrado en el entorno.

Gehry, nacido en 1929 en Toronto, es autor de otros célebres edificios en todo el mundo como el Museo Aeroespacial de California, el auditorio Walt Disney de Los Ángeles y la conocida como “casa de invitados Winton de Wayzata”, de Minnesota (1983-87), un conjunto de edificios de formas rectangulares, cúbicas, trapezoidales y cónicas.

Otras de sus obras son el Museo Samsung de Arte Moderno de Seúl, el “America Center” de París y la fábrica de muebles y el Vitra Design Museum de Weil am Rhein, en Alemania (1987-89), su primer encargo en Europa.

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