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Columna
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AstraZeneca no es la base científica

Cuando los políticos británicos discuten la posible adquisición de AstraZeneca por Pfizer, la farmacéutica estadounidense, aseguran que solo se preocupan por la protección de la competencia científica y el empleo del sector en la nación. Los números indican lo contrario.

Si la base científica del Reino Unido fuera tan fuerte como se reivindica frente a otros países, no debería haber ningún problema. Pfizer querría mantener la investigación y el desarrollo en Gran Bretaña, por razones puramente comerciales.

¿Por qué querría una compañía salir si las universidades locales ofrecen una amplia oferta de graduados cualificados y organizan una gran cantidad de investigación, en gran parte a expensas del gobierno? Un país que da la bienvenida a inmigrantes altamente cualificados, facilita la planificación de las instalaciones de alta tecnología, y financia fácilmente a las empresas es un buen lugar para los negocios.

Reino Unido no es tan atractivo. El país dedicó el 1,8% del PIB a la investigación y desarrollo en 2011, según el Banco Mundial, muy por detrás del 2,8% de Estados Unidos y Alemania. El actual gobierno ha restringido la inmigración cualificada e impuso una serie de recortes al presupuesto científico 2010-2015.

Incluso si Reino Unido fuera más acogedor con el comercio tecnológico, AstraZeneca sería una un pobre ejemplo. Es cierto que se ha comprometido a crear una nueva gran instalación en Cambridge. Sin embargo, ha reducido su plantilla global de I+D en un 43% –6.700 puestos– desde 2010.

Suena desalentador, pero AstraZeneca se comporta como la mayoría de las empresas en una industria plagada de graves problemas. Si la ciencia no funciona, siempre queda la opción de reducir costes y minimizar los impuestos. Pfizer puede estar ayudando a sus accionistas al hacer ambas con la toma de control de AstraZeneca. Si el gobierno británico considera que la ciencia está al servicio del interés nacional, debía simplemente gastar más.

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