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La banca comercial anglosajona huye de España

La reconversión de las tres patronales del sistema financiero

El presidente de la AEB, Miguel Martín.
El presidente de la AEB, Miguel Martín.Pablo Moreno

Poco a poco la banca va saliendo de su depresión particular. Pese a ello, es posible que nunca vuelva a ser la misma que hace algo más de un lustro, cuando la cuenta de resultados rebosaba cifras de mareo. Sus beneficios llegaron a ser tan sustanciosos, por lo menos en apariencia, que pasaba por ser uno de los sectores más rentables de la economía nacional.

España llegó a ser conocida por su elevado número de bares, oficinas bancarias y casas, el mayor de Europa en proporción a sus habitantes. Pero como todos los excesos, el país lleva tiempo penando su resaca.

El número de oficinas bancarias se está reduciendo drásticamente y el de las nuevas construcciones de viviendas se ha convertido en un recuerdo del pasado. Solo las cifras de los bares por habitantes siguen llamando la atención en las estadísticas.

La banca comercial extranjera que decidió hace años probar suerte en España y no escatimó en tirar de chequera para ello, también está sufriendo ahora su particular resaca y ha decidido hacer las maletas. Ahora le ha tocado a la banca anglosajona, aunque antes fue la francesa e italiana. Y entre medias, a los experimentos que realizaron las propias entidades nacionales con la creación y rápida desaparición de las filiales especializadas para hacer negocio con los inmigrantes, sobre todo, latinoamericanos.

La semana pasada se conoció el repliegue de dos tradicionales bancos extranjeros. City negocia la venta de su red de banca de particulares y entre sus principales candidatos para su compra está Popular. Mientras que Barclays busca un asesor para poner a la venta su filial española con 40 años de antigüedad.

Un poco antes, en julio del pasado año, otro banco británico, Lloyds Bank también decidió vender su filial española a Banco Sabadell.

El francés Crédit Agricole también ha vendido poco a poco su participación en Bankinter, entidad en la que llegó a ser el segundo accionista, pero con planes de llegar a ser el primero, pero que nunca pudo cumplir. Años antes, otros bancos europeos también replegaron velas en España como el también francés BNP. Este grupo llegó a operar en España como banco comercial, pero en junio de 2000 decidió vender su red de banca minorista a Caixa Galicia y operar solo como banca privada y de inversión y corporativa.

Pero la lista de firmas internacionales que han abandonado la banca tradicional en España es más amplia, y es que parece que competir en este país en el negocio de particulares siempre ha sido complicado, a lo que encima se une ahora la pérdida de rentabilidad de esta actividad.

El alemán Deutsche Bank es, de momento, el único europeo que mantiene su esfuerzo por hacer banca de particulares en España, claro con la excepción del holandés ING Direct, que opera sobre todo a través de Internet y no tiene ficha bancaria en el país como el grupo germano o Barclays.

Solo la inversión latinoamericana está tomando el relevo de los bancos europeos o anglosajones en España. En menos de un año las grandes fortunas mexicanas, venezolanas o colombianas descendientes de españoles, o en menor medida la banca andorrana, además, claro, de los fondos de inversión estadounidenses o británicos, apuestan por las firmas financieras españolas.

En la década de los años 90 del siglo pasado ocurrió lo mismo en Latinoamérica, las firmas europeas y estadounidenses dejaron la banca de este subcontinente, oportunidad que aprovecharon Santander y BBVA para entrar en Iberoamérica por la puerta grande.

Pero la reconversión del sector financiero español afecta, mejor dicho, afectará directamente al corazón de sus patronales: AEB, CECA y Unacc.

Una vez que el Gobierno ha querido que todo el sistema financiero opere bajo el paraguas de un banco, con la desaparición prácticamente del sector de las cajas de ahorros y de un número muy destacado de marcas que lo componían, ahora le toca a las cooperativas de crédito, entre las que se encuentran las cajas rurales.

Estas entidades también deberán fusionarse y transformarse en bancos, lo que tendrá claras implicaciones en su patronal, la Unión Nacional de Cooperativas de Crédito (Unacc), que podría llegar a desaparecer si solo queda un grupo o dos a lo máximo de cajas rurales.

De momento, las diferencias existentes en la actualidad entre sus más de 60 socios pueden desembocar en breve en un goteo de salidas.

El destino de CECA a medio plazo es su fusión con AEB una vez que la nueva ley de cajas lleva ya meses en vigor, que el número de socios se ha reducido drásticamente y que se ha encontrad una solución para devolver en miles de casos liquidez a las participaciones preferentes. Además, en breve la AEB contará con un nuevo presidente, José María Roldán, algo que, por lógica, puede ayudar a la fusión de las tres patronales, cuyos socios al fin y al cabo son o serán todos bancos.

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