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Los expertos recomiendan invertir a corto plazo en activos muy seguros

Obligados a arriesgar (algo)

Los productos garantizados se acaban y la rentabilidad de depósitos y fondos baja. El inversor conservador se encuentra desorientado

Alex Slobodkin

Somos conservadores. Al menos a la hora de invertir. Mientras que en el norte de Europa la renta variable es la protagonista absoluta, en el entono mediterráneo tradicionalmente siempre nos han sonado mucho mejor los depósitos y la renta fija en general. Y el caso es que en los últimos años no nos ha ido del todo mal.

La famosa guerra del pasivo que llevó a las entidades bancarias españolas a ofrecer rentabilidades realmente jugosas por captar dinero -cuando el 4% llegó a ser lo habitual- se conjugó con la buena marcha de la renta fija a nivel mundial. Sin embargo, esos tiempos de esplendor para el inversor conservador han pasado a mejor vida.

Las entidades han ido adaptando sus depósitos a las rentabilidades europeas, tradicionalmente menores, explican en el sector. Así, el tipo de interés medio de los nuevos depósitos a hogares a un plazo de hasta un año se situó en el 1,21% en enero, frente al 2,43% que rendía un año antes. Ni que decir tiene que para llegar a esta situación ha sido esencial la invitación forzosa del Banco de España a bancos y cajas para que pusieran límites a la remuneración del ahorro.

A esto hay que sumar que “las inversiones sin riesgo, aquellas que, digamos, estarían vinculadas a los activos de renta fija más solventes y de menor volatilidad, como podría ser la deuda pública alemana a corto plazo, apenas dan rentabilidad, en torno al 0,16% anual”, recuerda Félix González, socio y director de la empresa de asesoramiento financiero Capitalia Familiar.

Lo que generan los fondos monetarios se va en comisiones para la entidad

Con este panorama, el inversor conservador se siente huérfano. ¿Qué hacer si lo que quiero es preservar mi capital? ¿Dejo el dinero debajo del colchón? “Si invertimos a muy corto plazo y en activos muy seguros, podemos reducir prácticamente a cero el riesgo de nuestra inversión, si bien la rentabilidad esperada será muy limitada. En este caso, debemos tener en cuenta que los costes de administración, la fiscalidad y la inflación pueden hacer que nuestro dinero pierda valor en lugar de ganarlo”, advierte José Miguel Maté, de la asociación de asesores y planificadores financieros EFPA España, y recuerda que “invertir no es lo mismo que ahorrar”.

En los últimos años, las entidades financieras han hecho su agosto -mucha comisión y poco trabajo de gestión- ofreciendo a este tipo de inversor fondos garantizados, productos que aseguran a los partícipes el 100% del capital invertido más una rentabilidad determinada por una serie de condiciones, gracias a una garantía que otorga normalmente la propietaria de la gestora del fondo en cuestión.

La remuneración no es muy atractiva, aunque a cambio ofrecen esa seguridad, pero estos productos tienen en la práctica muy poca liquidez ya que “las comisiones de reembolso antes del vencimiento suelen ser muy elevadas para evitar las salidas de los clientes del fondo”, opina Ascensión Gómez, gestora de renta fija de Trea Capital. “Los fondos de rentabilidad objetivo me gustan más que los garantizados porque tienen una gestión activa de las inversiones”, asegura.

En el caso de estos últimos, los fondos de rentabilidad objetivo, “recuperar el 100% de lo invertido depende de que la cartera que lo sustenta, normalmente bonos emitidos por Estados o empresas, cumpla íntegramente sus compromisos y paguen sus cupones durante toda la vida del fondo”, y es que en estos productos no hay garantía, solo un planteamiento de inversión con la intención de alcanzar ese objetivo de rentabilidad.

El dinero nunca ganará a la inflación si se queda debajo del colchón

La CNMV ha obligado a las entidades a dejar muy clara esta falta de garantía -e incluso se plantea pasar a considerarlos productos complejos para cuya suscripción es necesario que el cliente se someta a un test de conveniencia- después de constatar que gran parte de las entidades vendían estos fondos precisamente a los ahorradores cuyos garantizados vencían, haciéndoles creer de alguna forma que eran productos iguales. En lo que sí se parecen ambos es en la alta comisión de reembolso si se quiere salir antes del vencimiento.

“Hay productos que pueden aportar mayor valor para el cliente conservador. Tal y como están planteados estos fondos y salvando honrosas excepciones, son productos diseñados para satisfacer las necesidades de las redes de distribución y no tanto para los intereses de los partícipes”, advierte Martín Huete, especialista en gestión de activos en referencia a que requieren poco esfuerzo de gestión por parte de las gestoras y, sin embargo, se aseguran una comisión recurrente durante varios ejercicios ya que el horizonte de inversión de este tipo de fondos es a largo plazo.

Eso ha ocurrido durante años con los garantizados y está sucediendo ahora con los que están tomando el relevo, los de rentabilidad objetivo, preferidos últimamente por las entidades ya que se ahorran el coste de la garantía.

“Vivimos un momento complejo de mercado donde las comisiones juegan un papel fundamental en el binomio rentabilidad-riesgo”, avisa Paolo Mezza, socio de Arcano Wealth Advisors. “Hay determinado perfil de inversor para el que la prioridad es proteger su capital, que no encuentra productos tradicionalmente considerados seguros que le ofrezcan una rentabilidad razonable”, admite Javier Flores, responsable del servicio de estudios y análisis de la Asociación Europea de Inversores.

A muy corto plazo y en activos muy seguros, el riesgo se reduce casi a cero

Entre estos incluye los fondos monetarios, un tipo de producto muy en boga entre los ahorradores españoles en los últimos años y cuyas rentabilidades pírricas están obligando a las entidades a reducir las comisiones para poder ofrecer algo de retorno a los clientes.

“Prácticamente la rentabilidad que se puede generar en estos fondos se va en comisiones en favor de la entidad. El dinero del cliente trabaja para dar de comer a la entidad. No es procedente”, opina Félix González.

Aun así, “existen fondos de este tipo que pueden dar una rentabilidad alrededor del 2%, con lo cual son una alternativa a los depósitos”, insiste Jorge Maestro, de la firma Alter Advisory. De hecho, este asesor independiente cree que en la cartera tipo que compondría para un cliente conservador estarían “depósitos, seguros de ahorro, estructurados con garantía de capital o fondos de inversión con baja volatilidad y un buen historial en todos los escenarios”.

“El mercado va a remunerar nuestros ahorros siempre a cambio de algo, de asumir un riesgo, y cuanto antes se tenga claro, antes entenderemos la complejidad que supone organizar nuestro patrimonio”, arguye David Rey, responsable del departamento de planificación financiera de Optima, y concluye que guardar el dinero bajo el colchón también conlleva riesgos: “Asumir que los ahorros no ganarán a la inflación”.

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