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El Foco
Tribuna
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Mil millones de estrellas

El pasado 19 de Diciembre la Agencia Espacial Europea (ESA) lanzó al espacio el último de sus satélites científicos: el GAIA. La misión del GAIA es detectarla posición y movimientos de unos mil millones de estrellas de nuestra galaxia, la Vía Láctea. Conociendo mejor ese apenas 1% de las estrellas que contiene, esperamos saber más acerca de su origen y su evolución.

El programa GAIA ha supuesto la mayor participación española, tanto a nivel científico como industrial, en una misión astronómica de la ESA hasta la fecha.

¿Qué ventajas y beneficios le reporta a la sociedad española (que a través de sus impuestos ha financiado esa participación) formar parte de esa aventura? Aunque no sea lo único, como veremos más adelante, invertir en algo que mucha gente consideraría perfectamente inútil como es contar estrellas,es un buen negocio.

Desde el comienzo de su existencia, hace más de medio siglo, la tecnología espacial se ha enfrentado a la resolución de problemas muy difíciles, en lugares muy remotos y en condiciones ambientales adversas. Esas tres circunstancias han actuado como motor de investigación e innovación: muchos de los actuales avances tecnológicosson herederos directos de desarrollos espaciales. Por mencionar solo uno: la microelectrónica nació del programa espacial que necesitaba componentes y equipos que pesasen poco, ocupasen poco espacio y consumiesen poca energía: así surgió el microprocesador. Si hoy miramos a nuestro alrededor es casi imposible encontrar algo sin microelectrónica.

Si hoy miramos a nuestro alrededor, es casi imposible encontrar algo sin microelectrónica

Y el GAIA, ¿por qué es un buen negocio? Seguramente no podamos saberlo del todo ahora porque, como tantas veces en la ciencia, estamos hablando de largo plazo, pero discriminar estrellas tan lejanas es un reto que ha llevado a desarrollar unos detectores ultrasensibles (con electrónica hecha en España), a mantenerlos en un ambiente térmico adecuado (gracias al enorme parasol desplegable español que lleva el satélite), a transmitir la información recopilada desde 1,5 millones de kilómetros ala Tierra durante los 5 años de misión del satélite (con una antena activa desarrollada en España) y a organizar una red de superordenadores, programas de software y astrónomos capaces de “digerir” e interpretar toda esa información (de la cual forman parte diversos grupos de científicos y empresas españolas y el superordenador Mare Nostrum en Barcelona).

Cada una de las empresas españolas que han desarrollado elementos del satélite, además del empleo de alta cualificación que han creado y mantenido, están ahora en mejores condiciones para competir internacionalmente, ganar contratos y seguir creando y manteniendo esa riqueza y ese empleo en España.

Cada uno de los grupos científicos que han participado en la gestación del GAIA, que van a comenzar a recibir sus datos, estudiarlos e interpretarlos desde finales de este mismo año y durante muchos años más, estarán magníficamente preparados para cumplir sus dos misiones más importantes: hacer avanzar el conocimiento y formar a las nuevas generaciones de científicos. También en este caso se ha creado y mantenido empleo de altísima cualificación en nuestras universidades, centros de investigación y empresas que nacen de ellos o trabajan directamente con ellos.

Si contabilizásemos toda la riqueza creada gracias a GAIA en nuestras empresas y universidades, ya tendríamos un buen negocio en el que se recuperaría la inversión realizada a corto plazo, pero ahí no tenemos en cuenta toda la capacitación y posibilidades que consigue desplegar un programa así. Se sabe que la inversión espacial se multiplica por más de tres en forma directa y por casi veinte indirectamente: ¿será por eso por lo que todos los países avanzados consideran el espacio como una actividad estratégica?

Pero el espacio no solamente es un negocio. Catalogar estrellas moviliza y desarrolla algunos intangibles que, normalmente, no se contabilizan ni aparecen en ningún cálculo de retorno de la inversión.

Para poner en marchael programa GAIA, lo primero que hizo falta fue imaginación y conocimiento, esos dos ingredientes fundamentales de cualquier avance en ciencia: conocimiento para saber cómo se podríamedir lo que se quiere mejor que hasta entonces e imaginación para definir una forma concreta de hacer esas medidas, las que empezaron cuando el astrónomo griego Hiparco comenzó a mirar al cielo e identificar estrellas y constelaciones hace casi dos mil doscientos años y cuyo último hito europeo fue el satélite Hipparcoslanzado en 1989,que publicó su catálogo de ciento veinte mil estrellas en 1997. Así, algunos astrónomos propusieron lanzar un satélite capaz de multiplicar los resultados de Hipparcos nada menos que por un factor de casi nuevemil.

El diálogo científicos-ingenieros es una de las características distintivas del desarrollo especial

Ya desde ese nacimiento de la idea en la universidad, entramos en juego las empresas que al principio pensamos: no se puede hacer, pero casi inmediatamente empezamosa darle vueltas a cómo hacerlo. Y ahí comenzó el diálogo científicos-ingenieros que es una de las características distintivas del desarrollo espacial: nos necesitamos mutuamente.

Y ese diálogo continúa ahora mismo bastantes años después: hay ingenieros realizando las operaciones de puesta a punto del satélite, comprobando que todo está funcionando bien allí en su órbita tan lejos de nuestro planeta, dispuestos a actuar a distancia si algo falla para dejarlo todo listo para empezar a catalogar estrellas lo más pronto posible. Y hay científicos siguiendo esas operaciones, preparando sus ordenadores y programas para recibir y clasificar los datos de GAIA tan pronto como empiecen a llegar y listospara intervenir junto a los ingenieros si algo va mal.

¿Cómo se cuantifica esa larga y duradera relación entre ciencia e industria, no tan sencilla como en otras disciplinas, en la que la primera desarrolla el conocimiento y la segunda lo convierte en productos?

Esa forma de trabajar juntos universidad e industria es algo que en nuestro país nos hace mucha falta fomentar y que está en el ADN del Foro de Empresas Innovadoras: se empieza discutiendo cómo desarrollar un programa espacial y se sigue invitando al científico a que transmita sus conocimientos en actividades formativas o divulgativas en la empresa o pidiendo la opinión de la empresa acerca de los programas de formación que se llevan a cabo en la universidad, cuando no se decide desarrollarprogramas de master o posgrado conjuntamente, o abrir líneas de investigación con potencial de futuro.

Si hay algo que científicos e ingenieros no hacemos lo suficiente, es difundir lo que desarrollamos – a través de los medios de comunicación, no siempre dispuestos, todo hay que decirlo - para que la sociedad española pueda apreciarlo mejor y así, de paso, entender que la ciencia y la tecnología pueden serrentables, interesantes y divertidas. Aunque GAIA es una excepción: los magníficos videos explicativos que dirigió la universidad de Barcelona (http://gaiavideo.ub.edu/index.html) fueron premiados en un concurso de cine de divulgación.

Cuando en las próximas semanas se discuta la contribución que nuestro gobierno, como administrador del dinero de todos, vaya a comprometer para apoyar los desarrollos propuestos por la ESA y que se aprobarán en la Conferencia de Ministros de los países miembros de Diciembre de este año, habrá que pensar en el retorno directo e intangible que esa inversión tiene, hasta cuando de contar estrellas se trata. Y habrá que demostrar que también España, ahora que se empiezan a notar señales esperanzadoras de recuperación económica, sigue considerando (como en GAIA) al espacio como una actividad estratégica para nuestro país.

Vicente Gómez Molinero es miembro del FEI y director técnico de EADS Casa Espacio.

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