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Columna
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Año complicado para los mercados

La probable disminución gradual de impresión de dinero de la Reserva Federal de Estados Unidos es solo el principio del fin de una política monetaria cada vez más laxa y del largo camino hacia la normalización.

Desde que Ben Bernanke, el presidente de la Fed, habló por primera vez de la reducción de los estímulos en mayo, la rentabilidad a 10 años del Tesoro estadounidense ha ganado cerca de un punto porcentual, y ha alcanzado un 3% justo después de Navidad. Pero siguen siendo caros. La tendencia alcista de los bonos que duró tres años y culminó con temores de depresión y extremismo monetario ha terminado.

Eso es bueno, en su mayor parte, pero a los mercados les costará. La rentabilidad de los bonos del Tesoro a 10 años podría alcanzar el 4%, o más, hacia finales de 2014, mientras la Fed termina gradualmente su compra de bonos, la recuperación de Estados Unidos aumenta y la inflación se recupera. Les seguirán otras rentabilidades de bonos globales y provocarán más cambios en los flujos globales de capital y divisas.

Los mercados emergentes ya han sufrido. Para algunos, eso sugiere un potencial de subida. Pero el índice MSCI casi se duplicó en 2009 y 2010, ya que los inversores huyeron de lo que percibían como mercados desarrollados afectados y ahora las economías emergentes deben absorber el impacto económico real de la afluencia de flujos de capital reducidos. Brasil y la India se encuentran entre aquellos que han subido los tipos de interés para hacer frente a la debilidad de la moneda y la inflación.

La rentabilidad de los bonos del Tesoro de EE UU podría alcanzar el 4% hacia finales de 2014

Los inversores se enfrentan al problema de dónde refugiarse. En 2013 se encontraron con una respuesta. La renta variable de los países desarrollados se disparó, con el S & P 500 estadounidense subiendo un vertiginoso 26%. Sin embargo, esto puede crear una repetición de la historia reciente que se observa en otras clases de activos. El oro, las materias primas, los bonos y las acciones de mercados emergentes han creado burbujas –y han estallado–. Si las condiciones monetarias se contraen y la rentabilidad de los bonos hace subir los dividendos, las acciones de los mercados desarrollados podrían seguir su ejemplo.

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