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Emite bonos convertibles en un 2,5% del capital de la petrolera

CaixaBank utiliza la participación en Repsol para mejorar su solvencia

Isidro Fainé, presidente de Caixa Bank
Isidro Fainé, presidente de Caixa Bank

Basilea III ya está aquí. La nueva normativa internacional sobre requerimientos de capital está en fase de implementación y las entidades financieras han comenzado a adaptarse para reducir el impacto que tendrá sobre sus balances y sus cuentas de resultados.

En este contexto se explica la operación hecha pública ayer por CaixaBank. El grupo bancario explicó en un hecho relevante remitido a la CNMV que está preparando la colocación acelerada de bonos convertibles por acciones de Repsol, por un importe nominal de 620 millones de euros. La entidad financiera mantiene una participación del 12,02% del capital de la petrolera, que podría reducirse hasta el 9,52% si se convierten íntegramente los bonos.

Los bonos serán canjeables en acciones ordinarias de Repsol, representativas de hasta un máximo del 2,5% de su capital social. Sin embargo, CaixaBank podrá optar por entregar el correspondiente número de acciones de Repsol, efectivo o una combinación de ambos, en el momento del vencimiento de los mismos, que será dentro de tres años.

La emisión está destinada a aseguradoras, fondos, planes de pensiones, Sicav y otros inversores cualificados y el desembolso mínimo será de 100.000 euros. Estos bonos devengarán un cupón anual que estará entre el 4,5% y el 5%, en función de la demanda que reciba la entidad en el momento de la colocación, que tendrá lugar el 22 de noviembre. Los bancos encargados de la emisión son Citigroup y Morgan Stanley.

La lógica de la operación

Ahora bien, si a CaixaBank le interesa rebajar su participación en Repsol para optimizar el consumo de capital de la misma, ¿por qué no vende directamente ese 2,5%? La explicación está en la letra pequeña de Basilea III sobre participaciones accionariales.

Con la operación anunciada ayer, CaixaBank podrá apuntarse un incremento de su ratio de capital principal (conocido como core capital) de 37 puntos básicos, de acuerdo con los parámetros fijados por Basilea III, aún manteniendo el 12,02% del capital de Repsol, con sus correspondientes derechos políticos.

A día de hoy el core capital de la filial bancaria de La Caixa es del 12,5%. Con la plena entrada en vigor de la nueva normativa, este ratio caería al 8,3%, lo que muestra hasta qué punto es necesario para el sector financiero poner en marcha iniciativas con las que reforzar su solvencia de cara a la nueva legislación.

Con la emisión de bonos convertibles, CaixaBank saca provecho en términos de solvencia y, a la vez, puede beneficiarse de la posible revalorización de Repsol. Al reservarse el derecho de convertir los bonos por acciones, efectivo o una mezcla de ambos activos, el grupo presidido por Isidro Fainé, podría decidir, si las acciones de la petrolera han repuntado mucho, pagar a los bonistas todo en metálico y mantener íntegra su participación del 12,02%.

De acuerdo con fuentes del mercado, la participación de CaixaBank en Repsol seguirá teniendo en cualquier caso, la consideración de entidad asociada, dada la influencia que mantiene en la petrolera, donde el presidente de La Caixa y CaixaBank, Isidro Fainé, es vicepresidente primero. El cómputo de los dividendos que reciba CaixaBank por esa participación los seguirá anotando por el método de puesta en equivalencia.

La venta, o aprovechamiento, de las participaciones financieras e industriales por parte de la banca se está generalizando durante los últimos trimestres. En parte, por las fuertes exigencias de capital que han tenido que afrontar para sanear sus carteras de préstamos y activos. Y, en parte, ante la inminencia de la entrada en vigor de Basilea III.

El último en dar un paso en ese sentido fue BBVA, cuando hace un mes vendió el 5,1% que controlaba en China Citic Bank, hasta reducir su participación al 9,9%. En este caso, al tratarse de una inversión en otra entidad financiera, bajar del umbral del 10% sí que cambiaba la consideración contable de la misma. Con esta operación, el banco español se apuntó una minusvalías de 120 millones de euros y, además, registró un impacto negativo de 2.300 millones de euros al tener que revisar a la baja el valor de la participación restante.

El decreciente peso de las carteras industriales

La reestructuración de la banca española y la progresiva entrada en vigor de Basilea III están poniendo coto a las participaciones industriales del sector. Si firmas como Bankia se ven obligadas a deshacerse de su cartera para reforzar sus cuentas, la gran banca hace lo propio para eludir las penalizaciones de la nueva normativa financiera. En el caso de La Caixa, el tradicional peso de sus cartera industrial comenzó a cambiar con la creación de CaixaBank, que se quedó con los títulos financieros, los de Telefónica y los de Repsol y dejó el resto en la matriz, no cotizada. Con todo, los dividendos de las participadas siguen siendo un importante refuerzo en resultados. Hasta septiembre, CaixaBank ganó 458 millones gracias en parte a los 569 que ingresó por dividendos. Y eso que estos cayeron un 21% interanual por el menor dividendo de Telefónica.

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