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La salida más rápida: vender en el mercado secundario con pérdidas del 79%

Las claves para los particulares que invirtieron en las 'preferentes' de Fagor

Las reclamaciones judiciales son una fórmula para intentar recuperar la inversión Los dueños solo cobrarían por delante de los cooperativistas en caso de liquidación

Un trabajador de Fagor cubre de pegatinas de la marca en la sede de la compañaía en Mondragón.
Un trabajador de Fagor cubre de pegatinas de la marca en la sede de la compañaía en Mondragón.

A imagen y semejanza de las preferentes de la banca, también las empresas colocaron este tipo de instrumento financiero, que cuenta con la ventaja de reforzar los fondos propios y de no tener vencimiento. Unión Fenosa, Endesa, Telefónica, Repsol, Sol Meliá lanzaron esta deuda subordinada entre particulares, y también algunas cooperativas, como Fagor y Eroski –ambas integradas en Corporación Mondragón– lo utilizaron para reforzar sus balances.

Fagor presentó ayer preconcurso de acreedores, lo que daña a sus más de 5.600 trabajadores, a sus 3.300 cooperativistas y a unos 10.000 inversores en sus aportaciones financieras subordinadas. El fabricante de electrodomésticos colocó 185 millones de euros en este producto entre 2003 y 2006 a través de dos emisiones registradas en la CNMV que comparte muchas características con las preferentes. En un última instancia es deuda ultrasobordinada y perpetua.

En caso de liquidación

El punto más importante para los dueños de las aportaciones financieras de Fagor es que estas son deuda muy, muy, subordinada. Es decir, en el eventual caso de que Fagor se viera abocado a la liquidación sus dueños se situarían al final de la lista de acreedores, solo por delante de los cooperativistas: los demás acreedores cobrarían antes que ellos. A diferencia de las preferentes de empresas y entidades financieras, el producto del fabricante de electrodomésticos paga la rentabilidad aunque haya registrado pérdidas en el ejercicio anterior.

La primera venta data de diciembre de 2003 y febrero de 2004 y supuso la puesta en circulación de 60 millones de euros en este tipo de deuda. Pagan el euríbor a seis meses (actualmente en el 0,34%) más 3,5 puntos porcentuales. La segunda colocación, por 125 millones, se efectuó entre junio y julio de 2006, con unas participaciones que pagan el euríbor aunque esta vez a un año (en el 0,54%) más el mismo diferencial.

Colocadores

Los dueños de estas participaciones, que pudieron adquirirse desde 900 euros, adquirieron las participaciones a través de varios intermediarios financieros. En 2003 fueron Santander, Caja Laboral y La Caixa; en 2006 se amplió el abanico de intermediarios a BBK, BBVA y Banco Popular.

Esta deuda cotiza en la plataforma de renta fija de particulares Send, propiedad de BME, pero lo hace con un precio muy inferior al nominal inicial. Las aportaciones de 2003 se pagan al 21,1% del nominal y las de 2006, al 21,5%. Las pérdidas respecto al precio de emisión rondan por tanto el 79% en ambos casos.

Posibilidades

La salida más obvia para los inversores en estos títulos es venderlos en mercado, eso sí, con las pérdidas correspondientes. Otra fórmula para recuperar el dinero es presentar una reclamación judicial, al igual que están haciendo algunos de los afectados por los problemas de las preferentes de la banca.

Eso sí, ni en 2003 ni en 2006 estaba en vigor la Mifid, la directiva europea diseñada para proteger a los pequeños inversores, de forma que los filtros a los que las entidades debían someter a los eventuales compradores eran muy inferiores a los necesarios a partir de noviembre de 2007. Fuentes jurídicas señalan que lo más lógico en un primer momento es intentar la reclamación contra el colocador (la entidad financiera en la que se adquirieron las participaciones) y en un segundo momento, contra el emisor (Fagor).

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