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El Foco
Tribuna
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El reto de licitar en el exterior

Estamos ante el que, probablemente, sea un año histórico para nuestro sector exterior. Así lo anticipan los datos publicados por la Secretaría de Estado de Comercio para el primer semestre de 2013: las exportaciones de mercancías alcanzan casi los 120.000 millones de euros, cifra récord en la serie histórica, y la tasa de cobertura se sitúa ya en el 95,3% (casi 10 puntos porcentuales más que en el primer semestre de 2012 y 33 puntos por encima de la de 2007).

La favorable evolución de las exportaciones de mercancías, unida al tradicional saldo positivo en servicios, se ha traducido en un superávit de la balanza por cuenta corriente de 1.358 millones de euros en el primer semestre del año, según datos del Banco de España, en contraste con un déficit de casi 17.000 millones en el mismo periodo de 2012. De hecho, según las previsiones de la Comisión Europea, el superávit podría incluso superar el 1% del PIB en 2013 (tras un déficit del 10% del PIB hace solo cinco años). Estos datos arrojan una noticia claramente positiva, nuestra economía vuelve a tener capacidad de financiación exterior: 5.250 millones de euros en el primer semestre de 2013 (frente a una necesidad de financiación de 14.585 millones en el mismo periodo del ejercicio 2012).

A este buen comportamiento de la balanza por cuenta corriente se añade una mejora sustancial de la balanza financiera del primer semestre, duplicándose las inversiones directas (es decir, aquellas que suponen gestión empresarial), tanto españolas en el exterior como extranjeras en España, y reduciéndose significativamente las desinversiones de cartera, especialmente del exterior en nuestro país.

Se pone así de manifiesto la apuesta de las empresas y la Administración española por la internacionalización en un contexto económico difícil. Ahora bien, esta salida al exterior no ha de desarrollarse como una reacción de supervivencia cortoplacista, sino como una estrategia proactiva y meditada a largo plazo, con el fin de que el proceso de expansión sea exitoso. Así lo han demostrado ya muchas empresas, que han contrarrestado eficazmente la contracción del mercado doméstico con su actividad fuera de nuestras fronteras.

El mercado de la licitación internacional es restrictivo para nuestras empresas por los requisitos financieros

Dentro del amplio espectro de la internacionalización, el mercado de las licitaciones internacionales, que mueve en torno a los 150.000 millones de dólares anuales, es uno de los que más oportunidades presenta –especialmente en sectores como las infraestructuras, energía, medio ambiente o TIC, entre otros–; sin embargo, al mismo tiempo, es uno de los más restrictivos para nuestras empresas por los requerimientos financieros –en forma de avales, principalmente– que exigen las instituciones adjudicadoras.

Muchas empresas españolas se enfrentan en concursos internacionales a una doble barrera. Por un lado, obtener el aval de su oferta, sin el cual quedarían descalificadas. Por otro lado, el aval debe ser aceptado por la institución multilateral convocante. Esta aceptación dependerá del rating de la entidad financiera que ejerza como avalista, a su vez condicionado por el rating soberano del país originario de la entidad. La problemática reside en que la calificación crediticia de algunos bancos e instituciones financieras españolas está por debajo de la de sus homólogos de Francia, Reino Unido y Alemania, por ejemplo.

Tanto desde el ámbito público como desde el privado se están haciendo esfuerzos remarcables para reconducir esta situación. Cabe destacar, por ejemplo, la línea de garantías internacionales del Instituto de Crédito Oficial (ICO), que está dotada con 1.000 millones de euros y que se destina a garantizar aquellos avales de las entidades financieras a empresas españolas que no hayan sido aceptados en la licitación. Por otro lado, los acuerdos del ICO con instituciones financieras multilaterales –que tienen una calificación crediticia favorable– pueden facilitar el acceso de nuestras empresas a las licitaciones internacionales. Es el caso, por ejemplo, del crédito de 300 millones de dólares que la Corporación Andina de Fomento (CAF) ha concedido al ICO para la financiación de empresas españolas y latinoamericanas, de los cuales 100 millones se destinarán a garantías en licitaciones internacionales.

Del mismo modo, el Icex ha reforzado su apoyo a las pymes españolas en las licitaciones internacionales, tanto con un programa que financia parte de sus gastos de preparación, presentación y seguimiento de ofertas técnicas, como con un convenio firmado con la Compañía Española de Reafianzamiento SA (Cersa) para facilitar a las pymes españolas con proyectos de internacionalización viables la obtención de avales técnicos mediante el sistema español de garantías recíprocas.

Instituciones como ICO e Icex refuerzan el valor de los avales, afectados por el rating soberano

Además de las cuestiones financieras, las posibilidades de éxito en el proceso de licitación aumentan si se cuenta con un adecuado asesoramiento que permita la identificación proactiva de las oportunidades existentes para cada empresa, un correcto análisis de los riesgos asociados a los proyectos en cuestión, así como la elección de los socios más adecuados para cada consorcio. Un buen conocimiento del mercado local resulta esencial en todo el proceso.

De este modo, pese a las restricciones descritas, España fue en 2012 el primer país de la OCDE adjudicatario de licitaciones del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo. Según datos del Ministerio de Economía y Competitividad, la suma total de los contratos obtenidos por empresas españolas en 2012 en licitaciones del Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo, Banco Asiático de Desarrollo y Banco Africano de Desarrollo ascendió a 1.406 millones de dólares, cifra récord que duplica la de 2011.

En definitiva, para promover una internacionalización exitosa de nuestras empresas es preciso minimizar las amenazas a las que se enfrentan y aprovechar eficientemente las distintas oportunidades, como las derivadas de las licitaciones internacionales.

El esfuerzo público y privado que se está realizando para combatir estas restricciones, unido al creciente protagonismo de las empresas españolas en las licitaciones internacionales, nos hace ser optimistas.

Antonio Hernández García es socio de KPMG en España

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