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El Foco
Tribuna
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La educación, el reto de todos

Inmersos como estamos en una de las más largas y profundas crisis de los últimos tiempos en la que España se está viendo obligada, al igual que otros países de su entorno, a ajustar muchos de sus escenarios sociales, podría parecer que el de la educación no tuviera ni la urgencia ni la importancia de otros.

Datos de tendencia y cifras actualizadas hablan de algunas inadecuaciones de los retornos de nuestro sistema de educación en las actuales circunstancias, muy modificadas ya en el escenario internacional.

Circunstancias que acompañan a la clara evolución de una sociedad basada en los recursos a una sustentada en el conocimiento, con mayúsculas, que requiere una urgente e importante acción de adaptación y cambio.

Con la mayor rotundidad, ha sido el conocimiento, la investigación y el desarrollo tecnológico en el sentido más amplio, el que siempre ha posibilitado crear la riqueza de los países, como demuestra un ejemplo entre muchos, la cifra del 75% del crecimiento del PIB de los EE UU desde la Segunda Guerra mundial basado en la innovación tecnológica.

Ha sido el conocimiento el que siempre ha posibilitado crear la riqueza de los países

Y es, incluso hoy, en esta crisis global pero asimétrica, cuando se pone claramente de manifiesto que son aquellos países y geografías que han mantenido la apuesta por el conocimiento, la educación en todos sus niveles y la investigación los que mejor están resistiendo el ataque de la crisis en sus dos caras más dramáticas: la recesión persistente y el desempleo.

Podríamos, así, vernos fácilmente tentados a culpabilizar sólo a la crisis de esta necesaria adaptación también de la educación. Muchos elementos han cambiado y continúan cambiando a ritmo elevado en nuestro entorno. Internet y las nuevas tecnologías, como pregonaron algunos fabricantes en los días de la llamada nueva economía, están “cambiando la forma en la que vivimos, trabajamos, jugamos y aprendemos”.

Y ciertamente bien que lo ha hecho en estos ya casi 30 años de incorporación paulatina a nuestras vidas. Con todas las bondades, muchas, y seguramente maldades, algunas, que habitualmente conlleva la adopción de los grandes avances tecnológicos en la sociedad.

No en balde la velocidad de incorporación de las nuevas tecnologías de internet ha dividido por tres, nueve y dieciocho el tiempo necesario para alcanzar los 50 millones de usuarios de la televisión, la radio y la telefonía respectivamente.

Tenemos los innegables valores construidos en el tiempo y nuestras rotundas fortalezas como país

Adopciones en la sociedad que aprovechan en su mayor medida los avances tecnológicos y las nuevas oportunidades que brindan, a través de nuevos modelos que sacan el mejor partido a esos nuevos escenarios.

Muchos son los elementos que unidos ya han creado la suficiente masa crítica que recomiendan el cambio y evolución a nuevos modelos, quizás también complementariamente e indeseablemente urgidos por la crisis.

Esta misma multiplicidad, variedad de razones y nuevas oportunidades parecen entretejer la red de ámbitos y actores que deben protagonizar los cambios necesarios que ineludiblemente involucran a toda la sociedad.

La propia disponibilidad y adopción de las nuevas tecnologías para la educación está ya abriendo las ventanas de las escuelas y aulas de universidades a nuevos modelos complementarios de docencia y de participación más activas de sus alumnos.

No ya informatizando la educación como hemos hecho hasta ahora desde hace ya alguna década, sino repensándola y permitiendo la aparición de esos nuevos modelos disruptivos, que como en otros procesos de la innovación obtienen el 80% de su valor en la adopción de esas propias innovaciones.

Y también al igual que en otros saltos evolutivos en otros ámbitos, no están esperando a cambios legislativos que los respalden. Simplemente, e imparablemente, están ocurriendo movidos por el poder del usuario, del ciudadano, del alumno, receptores finales de estos procesos.

Los Cursos Abiertos Masivos Online (COMA), MOOC en su denominación inglesa, simplemente han hecho uso de tecnologías ya disponibles, copiando con inteligencia la explosión en el uso de las redes sociales.

Con su nacimiento casual en la Universidad de Manitoba en 2008, ha movilizado el interés y la inversión de 60 millones de dólares de universidades como Harvard y MIT para la iniciativa edX, con más de un millón de alumnos en todo el mundo y cerca de 30.000 en España.

Iniciativas como las de Salman Khan (www.khanacademy.org), Coursera y Udacity, y muchas, muchas otras, también de origen nacional con universidades como la UNED, UPM, UPC, etc., que pretenden sacar partido a nivel internacional de la potencia de utilización del español como idioma vehicular.

Cursos abiertos que posibilitan e incorporan la riqueza que proviene de la suma de los talentos individuales para consolidar de una forma muy global toda la potencia del talento colectivo de los más de 150.000 alumnos de más de 160 países que muchos de ellos registran.

Aglutinando alrededor del núcleo didáctico el liderazgo y guía que ejerce el profesor como iniciador y motivador, y el que aporta el alumno como actor más activo y participativo que nunca antes en modelos precedentes.

Los elementos del nuevo y necesario concepto de long-life learning y de la innata disponibilidad de estos cursos a la carta, en tiempo y forma, permiten la creación de un abanico incomparable de temáticas de cursos que incorporan alumnos de todas las edades, intereses multidisciplinares y procedencias geográficas.

Un nuevo entorno social y laboral, más abierto y colaborativo globalmente, que de forma ineludible requiere de profesionales en el que la inteligencia, los conocimientos y la capacidad de trabajo se ven complementados con otros no menos importantes y potentes valores más ‘laterales’, artísticos e incluso emocionales.

Es necesaria la acción de una sociedad que en su conjunto se movilice a la visión y promoción del esfuerzo como pilar esencial en la creación de la riqueza que sustenta su bienestar presente y futuro. Un esfuerzo que sin duda debe ser no sólo puesto en valor por el propio sistema de educación sino también por los propios ciudadanos que constituyen esa sociedad.

Los medios de comunicación tampoco pueden quedar ajenos a esta responsabilidad. Su participación es clave en el reposicionamiento urgente de la adecuada valorización en positivo de los ‘referentes’ que en todos los ámbitos hemos ido desarrollando (investigadores, innovadores, emprendedores, pensadores, empresarios y muchos otros) frente a los socialmente más mediáticos pero, quizás, menos trascendentes.

Referentes que, como siempre y en cualquier lugar, han sido los verdaderos faros que han guiado las ilusiones de réplica de nuestros niños y jóvenes durante su proceso educativo. Sin duda, las semillas más potentes, provocadoras de su curiosidad y de sus futuras vocaciones.

La apuesta de país en este sentido debe ser firme, sostenida, con convicción en el largo plazo. El dotar y preservar los adecuados presupuestos para la educación es inteligente y totalmente irrenunciable. La obligada y urgente necesidad de adaptación de toda una sociedad en torno a una nueva educación, en todos sus actores y protagonistas, también lo es en igual medida.

Tenemos sobre la mesa los innegables valores construidos en el tiempo y nuestras rotundas fortalezas como país. También, nuestros retos, desafíos y oportunidades que debemos abordar conjuntamente, sin más demora.

El reto es común porque el futuro es de todos.

José Luis Angoso es miembro del Foro de empresas innovadoras

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