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La UE del revés

Las elecciones ‘europeas’ se celebran en Alemania

La Canciller Alemana, Angela Merkel
Cinco Días

Pasado mañana (3 de julio), la canciller alemana, Angela Merkel, posará en Berlín como estadista europea preocupada por la escalada del paro (11% o casi 27 millones) en la mayor parte del continente, con especial impacto en las personas de menos de 25 años (24% o seis millones).

Al resto de líderes europeos no les ha quedado más remedio que acudir a la capital alemana para la Conferencia sobre el Fomento del Empleo Juvenil en Europa. El objetivo oficial de la cita berlinesa es “intercambiar las buenas prácticas aplicadas en cada país”, un diálogo que encaja mejor con el Consejo de Ministros de Empleo de la Unión Europea que se celebra periódicamente en Bruselas.

Pero la coreografía berlinesa simboliza mucho más que un encuentro entre Fátima Ibáñez con sus homólogos europeos. La presencia del presidente francés, François Hollande, del presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, o de la presidenta de Lituania y desde hoy presidenta semestral de la UE, Dalia Gribauskayte, servirá para coronar a Merkel como líder de Europa a solo tres meses de las elecciones generales del 22 de septiembre en Alemania.

Esa convocatoria electoral mantiene en vilo a toda la Unión Europea. Y más de un ciudadano del resto de países quizá renunciaría a su derecho de voto en las elecciones al Parlamento Europeo (mayo de 2014) para colocar su papeleta en las urnas alemanas.

Una amarga paradoja que resalta el dominio casi absoluto que ejerce Berlín sobre la agenda comunitaria desde que estalló la crisis de la deuda hace tres años. “En las cumbres europeas”, ironizan fuentes diplomáticas, “hay 26 países contra uno [Alemania]... y siempre se impone el criterio del uno”.

El reinado de Merkel es tan absoluto que su revalida electoral ha dejado Bruselas sumida en una soporífera calma chicha para evitar cualquier susto que pueda inquietar a los votantes alemanes. “Las elecciones [alemanas] son una suerte de complicación añadida para nuestro trabajo”, reconocen fuentes de la presidencia lituana de la UE. Y aunque intentan desdramatizar el impacto d una cita electoral en medio de su semestre, las mismas fuentes reconocen que “habrá que dejar para el final del mandato [noviembre y diciembre] el impulso político de algunos expedientes”.

Las patadas hacia delante ya han comenzado. El Parlamento Europeo lleva meses esperando a que las dos Cámaras del Parlamento alemán (Bundestag y Bundesrat) ratifiquen el Mecanismo Único de Supervisión Bancaria, para poder dar su visto bueno. La reanudación de las negociaciones para la adhesión de Turquía, previstas para este mes, se han aplazado a octubre. Y la apertura de negociaciones con Serbia se aprobó en la cumbre europea de la pasada semana, pero por exigencia de Berlín el arranque oficial se supedita a un nuevo voto a finales de año.

Algunos diplomáticos prefieren describir estas cesiones como “un ajuste de calendario, no de fondo”. Pero a otros les cuesta disimular su hartazgo con un Gobierno alemán que no duda en supeditar la mayor parte de las decisiones al paladar de su electorado. “Un caso como el de Serbia, por ejemplo, nunca se había producido”, se indigna un diplomático. “Las negociaciones”, añade, “se abren o no se abren”.

Peor si cabe que los retrasos puede ser la parálisis que empieza a atenazar a Bruselas. A pesar de los gravísimos problemas políticos y económicos que afronta la Unión Europea, las instituciones europeas se han puesto al ralentí y solo se atreven a dar pequeños pasos ante retos tan graves como el paro o la falta de crédito en algunos miembros de la zona euro.

La parsimonia, según las previsiones, se mantendrá al menos hasta octubre. Pero podría prolongarse si las elecciones alemanas no arrojan un resultado claro. Los sondeos dan favorita a Merkel, aunque sin mayoría absoluta, lo que obligaría a la canciller a formar por tercera vez un Gobierno de coalición (con liberales en esta legislatura y con los socialistas en la anterior).

Para colmo, tras las elecciones alemanas la presidencia de la UE pasará el 1 de enero a Grecia, donde el Gobierno de coalición cuenta ya solo con tres escaños de margen para sobrevivir. Y la propia UE entrará también en la cuenta atrás de su calendario electoral, para la cita de mayo de 2014. Unas elecciones que no suscitan el mismo interés que las alemanas, porque Europa parece haberse resignado a que su futuro se decida en el Bundestag y en el Tribunal Constitucional alemán.

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