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Las empresas españolas pujarán por participar en el nuevo coche eléctrico

El libre comercio con EE UU impulsará a la automoción y la alimentación

Persisten un gran número de barreras sobre la entrada de vino, aceite o carne El pacto posibilitará acceder a las licitaciones públicas, hasta ahora inaccesibles

El presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy; el presidente de        EE UU, Barack Obama; el presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso, y el primer ministro británico, David Cameron, en la última reunión del G-8
El presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy; el presidente de EE UU, Barack Obama; el presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso, y el primer ministro británico, David Cameron, en la última reunión del G-8Efe

La última reunión del G-8 sirvió para escenificar el inicio de las negociaciones entre la Unión Europea y EE UU, que comienzan en julio y que se presumen muy difíciles, pero que de culminar provocarán un vuelco sin precedentes en el comercio mundial. Ambas zonas representan el 45% del PIB mundial, el 44% de las importaciones de mercancías y el 43% de los flujos de inversión extranjera directa. La creación de una zona de libre comercio y la desaparición de barreras arancelarias y no arancelarias tendrían un efecto directo en el crecimiento y el empleo de la zona euro, duramente castigados desde hace cinco años. Especialmente significativo es el deterioro sufrido por España, con seis millones de parados y una segunda recesión que ya se ha prolongado durante seis trimestres. Un informe elaborado por la Fundación Berltesmann concluye que si finalmente se rubrica el acuerdo, España será el cuarto país que más puestos de trabajo creará (entre 36.000 y 143.000 nuevos empleos) y el cuarto en el que más se incrementará la renta per cápita, con un avance del 6,6% a largo plazo. Los más beneficiados por este acuerdo serían EE UU, Reino Unido y Alemania, por este orden.

Las relaciones comerciales entre España y EE UU están todavía en un estado embrionario. EE UU es el sexto mayor comprador a España, con 845 millones de euros entre enero y abril, lo que supone un 4,1% del total. Esas cifras, sin embargo, quedan un poco ensombrecidas si se comparan con los datos de ventas y compras de EE UU. Los últimos datos, correspondientes a marzo, muestran como España ocupa el vigesimoséptimo puesto en ventas a EE UU (con un 0,53% del total) y en compras a la primera potencia mundial (con un 0,61%). Por lo tanto, el recorrido para incrementar los intercambios comerciales y las inversiones en ambas direcciones es muy elevado. ¿Cuáles son los sectores españoles que más se pueden beneficiar de la supresión de barreras arancelarias y no arancelarias en EE UU? Los expertos abogan claramente por la automoción, especialmente por el futuro desarrollo del vehículo eléctrico, y el agroalimentario, por la más que previsible desaparición de barreras no arancelarias que facilitarán la entrada de un gran número de productos que ahora no lo hacen. “Lo importante es conseguir que España tenga la suficiente fuerza en las negociaciones para que se supriman los obstáculos que impiden la entrada de bienes de los sectores más dinámicos de la exportación”, apunta Antonio Hernández, socio de Internacionalización y Sectores Regulados de KPMG en España.

Automoción

Jaime Malet, presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos en España, recuerda un encuentro del presidente de Audi con los comisarios europeos DeGutch y Almunia, en el que el primero sacó de una bolsa un gran número de enchufes para mostrar la diversidad de estándares que existen en ambas zonas para el coche eléctrico. “La industria fabricante y auxiliar en España tiene una capacidad instalada brutal”, remarca. En su opinión, el futuro pasa por la homogeneización de estándares en ambas zonas. A la espera de que esto se produzca, los beneficios a corto plazo deben pasar en primer lugar por la homologación de las normativas referentes a emisiones, potencia, consumo o seguridad para impulsar las ventas de coches americanos en la UE y de europeos en EE UU. De esta manera, se podría competir en igualdad de condiciones con China, donde ya se concentran más del 50% de las compras mundiales. “Es necesario potenciar el comercio intraindustrial entre ambas zonas, ya que ahora mismo no existe”, subraya Hernández.

Un estudio elaborado para FAES por el secretario de Estado de comercio, Jaime García-Legaz, aborda este tema. “El reconocimiento mutuo de normas permitiría que todos los productos automovilísticos –incluido componentes, accesorios y submontajes como motores– se pudieran utilizar en ambos mercados”, remarca. Malet destaca que el reconocimiento mutuo será la forma más utilizada, ya que la otra alternativa requiere cambios legislativos que se pueden eternizar, especialmente en EE UU.

Alimentación

Barreras contra el aceite de oliva en California, el vino, la carne cruda o las aceitunas son solo cuatro ejemplos de los numerosos obstáculos que persisten para la entrada de alimentos españoles en EE UU. “Existen muchas normas de etiquetado o sanitarias diferentes que suponen un encarecimiento tan significativo de la operación que en muchos casos no se realiza”, recalca el presidente de la Cámara de Comercio estadounidense.

Aeroespacial y licitaciones

Malet apunta que existen otros sectores, como el aeronáutico, la protección al consumidor o las ayudas a la agricultura donde es más que probable que no se alcance un acuerdo. “Desde un punto de vista realista nos sentiríamos satisfechos si se consigue cerrar un acuerdo para el 70% de los asuntos”, señala. En su opinión, el sector aeroespacial ilustra como ninguno las dificultades para liberalizar los intercambios comerciales. “En ambas zonas hay compañías de bandera y hay mucha presión por parte de los sindicatos norteamericanos, que alertan sobre el riesgo de deslocalización y de despidos”.

En el otro lado surgen oportunidades importantes en las licitaciones públicas estadounidenses, hasta ahora vetadas, y en el comercio intraindustrial. “Hay que potenciarlo en sectores en el que haya grandes empresas en ambas zonas”, apunta el socio de KPMG.

Un revulsivo para que la UE marque una agenda codiciada por los emergentes

Bruselas presume a menudo de la relación transatlántica como el mayor área comercial del mundo. Pero los informes de la Comisión Europea previos a la negociación del futuro Tratado de Libre Comercio con Washington reconocen que “una serie de factores han contribuido al estancamiento y el declive relativo del comercio entre EE UU y la UE”.

Los dos bloques se han concentrado desde finales del siglo XX en consolidar los mercados adyacentes y en ajustar su relación a la imponente presencia de China. EE UU cerró su acuerdo de libre comercio con Canadá y México, mientras la UE extendía sus fronteras para incluir gran parte del antiguo bloque soviético y ampliaba sus relaciones con Rusia y Turquía. Pero este crecimiento casi “interno” parece llegar al límite. Y el acuerdo que negociarán Bruselas y Washington pretende revitalizar el flujo comercial entre las dos orillas del Atlántico. Un acuerdo que permitiría a los dos bloques mantener la supremacía mundial y, sobre todo, seguir marcando la agenda reguladora de un comercio crecientemente vinculado a los países emergentes.

El consenso con Estados Unidos, según un estudio independiente citado por la Comisión, podría generar un beneficio económico de 119.000 millones de euros al año para la UE. Pero más allá de las grandes cifras, el acuerdo podría suponer resultados muy beneficiosos para ciertos sectores europeos cuya entrada en el mercado estadounidense resulta muy complicada o apenas se ha podido explotar. Una industria europea tan pujante como la textil y la confección soporta aranceles de hasta el 40% y solo exportó a EE UU en 2011 por valor de 3.769 millones.

La industria de maquinaria y equipamiento de transporte, por ejemplo, exportó por valor de 104.000 millones. La CE advierte, de todos modos, que la mayor traba a la relación comercial no son los aranceles, sino la normativa de ambos lados, a menudo divergentes, cuando no claramente contradictorias.

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