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Tribuna

El nuevo modelo productivo en salud

La industria farmacéutica tiene como misión proporcionar a la sociedad soluciones terapéuticas que contribuyan a mejorar la calidad de vida de las personas. Nuestro sector ha sido pionero en su compromiso con la sociedad tanto para contribuir a la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud como para impulsar una serie de variables esenciales para el crecimiento económico de nuestro país, como el empleo, la inversión en I+D y el volumen de exportaciones.

El impacto acumulado de las medidas de recorte sufridas por la industria farmacéutica desde 2010 ha reducido el volumen del sector en cerca de un 35%, y va a hacer que el gasto farmacéutico público haya disminuido en 1.650 millones en 2012, por lo que el ahorro acumulado superará los 3.200 millones de euros. A esto hay que añadir que en los últimos tiempos, las comunidades autónomas han adoptado medidas adicionales para la contención del gasto, entre las que se incluyen la exclusión de determinados productos del nomenclátor o la discriminación de las marcas frente a los genéricos. Además, la industria farmacéutica se ha visto obligada a soportar un aumento exponencial de la deuda, especialmente en el sector hospitalario. Farmaindustria habla de una deuda de 3.000 millones en la primera mitad de 2012 solo en su sector.

En primer lugar, es preciso que se legisle con una mentalidad a largo plazo

De forma añadida, el sector farmacéutico ha pagado un elevado coste en términos de empleo e inversión en innovación, al tiempo que han generado gran incertidumbre en el horizonte de inversión de I+D, caracterizado por ciclos de 10-12 años, con costes por medicamento que se miden en centenares de millones de euros.

Somos conscientes de la adversidad de los tiempos y de los retos económicos a los que nos enfrentamos como país, si bien el impacto repercutido sobre el sector farmacéutico resulta excesivo y va en detrimento del tejido empresarial español, sobre todo del que depende del mercado interno. Creo sinceramente que las consecuencias de esta situación van a ser nefastas para la industria farmacéutica autóctona y, en especial, para la que más ha invertido en innovación.

¿Qué va a suceder ahora? Construir es difícil. Se necesita tiempo, mucho esfuerzo, asumir riesgos y, sobre todo, tener ilusión; pero también, y es fundamental, se requiere que las actividades de las compañías creen los recursos necesarios para poder innovar, crecer y competir. La batería de acciones sobre el precio de los medicamentos que venimos soportando es un golpe difícil de encajar para las aspiraciones de futuro de nuestro sector.

La situación que estamos viviendo exige abordar un nuevo modelo productivo para seguir proporcionando a la sociedad nuevas soluciones terapéuticas distintivas e innovadoras. Es inaplazable actuar sobre tres ejes: la sostenibilidad del sistema, la protección y fomento de la innovación y el aumento de la conciencia social sobre el valor de la marca.

"Resulta clave definir un marco estable y predecible que promueva la protección de la innovación, un desarrollo equilibrado del sector y el fomento de ‘clusters’ de ciencia"

En primer lugar, es preciso que se legisle con una mentalidad a largo plazo, evitando las medidas a corto plazo que solo sirven para salvar situaciones presupuestarias, sin una estrategia clara por parte de los responsables sobre cuál es el tipo de industria nacional que se quiere tener. Las medidas de ahorro en el lado de la oferta son una vía insostenible y paralizan la fluidez de los recursos financieros. Disposiciones recientes como el euro por receta o el copago ayudan también a incrementar la conciencia social sobre el valor de la sanidad y del medicamento.

Por otro lado, resulta clave definir un marco de estable y predecible que promueva la protección de la innovación, un desarrollo equilibrado del sector y el fomento de clusters de ciencia. Todo ello en beneficio de la creación y mantenimiento de empleos de alta calificación y niveles sostenibles de I+D en un país dotado de gran potencial técnico y humano en el sector biomédico. No parece, en este momento, que esta sea la actitud y preocupación de nuestro Gobierno.

Finalmente, también es esencial el reconocimiento del medicamento de marca como reflejo del esfuerzo de años de innovación y también como precursor del futuro genérico, cuyo papel social y económico reconocemos. Quisiera equivocarme cuando pienso que el sector farmacéutico autóctono está abocado a la esperanza de ser vendido o de convertirse al mercado de los genéricos, donde encontrará una competencia feroz por parte de grandes laboratorios. Además, la sociedad debe ser consciente de que la I+D farmacéutica es un sector de alto riesgo y de que los medicamentos de marca de hoy son los genéricos del mañana.

Hoy, en España, se hacen muchos discursos sobre la necesidad del cambio de modelo productivo y siempre se incluye como ejemplo el de la industria farmacéutica, pero luego dejamos caer lo poco que tenemos sin pensar en el futuro. Ante esta situación, aspiramos a construir, en colaboración con la pluralidad de actores que participamos en la sanidad (Administración, industria, distribución, prescriptores y pacientes), una plataforma de entendimiento que nos ayude a progresar en las prioridades apuntadas, un modelo que debe permitir asentar unas bases de crecimiento equilibrado y sostenible.

Tenemos capital humano, científico y empresarial de alta calidad para avanzar hacia este modelo y debemos hacerlo sin demora si pretendemos velar por las nuevas generaciones. El futuro se escribe ahora.

Jorge Gallardo Ballart es presidente de Almirall

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