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El Foco

Sobre modelos de crecimiento

Aunque parece que lo que más preocupa hoy al G20 es la depreciación del tipo de cambio, el autor cree que se olvidan otras tareas pendientes, como parar la desindustrialización, esenciales para volver a crecer

El Comunicado del G20 del fin de semana pasado pide expresamente evitar los objetivos de ganar competitividad vía depreciaciones forzadas del tipo de cambio. Pero, ¿quién puede evitar que esto sea una consecuencia no deseada de políticas monetarias muy expansivas? Las discusiones del G20 se centraron en gran medida en esta cuestión ante el riesgo de que esta mal llamada “Guerra de divisas” a la larga afecte al comercio mundial y de al traste con más de veinte años de mayor apertura comercial.

Una importante característica del modelo alemán es el elevado peso del sector industrial

Lamentablemente, hubo otros temas igual de importantes de debate que pasaron a segundo término ante la “vistosidad” de las divisas. Me refiero al frágil crecimiento mundial, la disparidad en la situación entre países más allá de la separación entre desarrollados y emergentes y hasta la velocidad en los ajustes fiscales. Temas debatibles y que se debatieron, pero sin aparentemente concretar nada.

A Estados Unidos y a Japón les pidieron un plan claro de ajuste fiscal a medio plazo. A la zona Euro, superar la Crisis. A Alemania y a Japón, políticas encaminadas a reducir su desequilibrio exterior. A los emergentes, comenzando por China, más medidas expansivas.

¿No les llama la atención todo esto? De hecho, las principales economías del mundo que se reunieron en Moscú dentro del G20 (suponen más del 90 % del PIB mundial) tienen tareas pendientes. Pero en algunos casos no los aceptan como tales, considerando ellas mismas que ya están haciendo bastante para superar la Crisis del Euro (directamente o a través del FMI) y ayudar al crecimiento mundial. Aquí me voy a centrar en Alemania, aunque lo cierto es que también podríamos hablar de cualquier otro país de los cuestionados.

Pero Alemania es la que mejor puede actuar como exponente (o como ejemplo), probablemente porque sus autoridades consideran que no es Alemania la que tiene problemas sino el resto los que deben implementar medidas para aproximarse al modelo alemán: competitivo, predispuesto al ajuste fiscal, práctico pleno empleo, elevado superávit corriente y elevada tasa de ahorro. Envidiable, ¿verdad? Pero, ¿podemos ser todos como Alemania?

Alemania no es el motor de crecimiento europeo, pero es su principal financiador (o acreedor)

Una importante característica del modelo de crecimiento alemán es el elevado peso del sector industrial, superando el 38 % del PIB. Piensen que en el conjunto del área Euro hablamos del 25 % (con construcción, apenas el 20 % si la excluimos). Y en un proceso decreciente, perdiendo el sector industrial más de tres puntos de peso desde el año 2000. La industria alemana está especializada en bienes de alto valor añadido, con cuatro importantes ramas de producción: autos, ingeniería mecánica, electrotécnica y la industria química. Las autoridades alemanas están poco preocupadas por la apreciación del Euro ante la escasa sensibilidad de sus ventas exteriores al precio, quizás más inquietas por el elevado peso de sus exportaciones hacia el resto de los países de la zona y el escaso crecimiento mundial. Pero, en un escenario como el actual de niveles mínimos de desempleo, tampoco es una prioridad forzar al alza el crecimiento favoreciendo un aumento del consumo doméstico. Alemania no es el motor de crecimiento europeo, pero es su principal financiador (o acreedor, como quieran verlo). Han hecho mucho por estabilizar el mercado financiero europeo, deteniendo su fragmentación. Pero nunca será suficiente su contribución para solucionar la Crisis, comenzando por la recurrente petición de que implementen medidas para fomentar el consumo o la inversión privada. Especialmente el primero.

La industria como objeto de deseo. Realmente, esta es la corriente de opinión que observo entre los países desarrollados a nivel mundial. Tomando como ejemplo a Alemania o simplemente al observar el papel amortiguar de este sector económico durante las Crisis que muchos alaban. Y esto sí que supone una importante revolución frente a la tendencia de desindustrialización (terciarización, si lo queremos ver de forma alternativa) a la que hemos asistido en los últimos veinte años en los países desarrollados. En Estados Unidos se confía en el desarrollo de este sector apuntalado por factores fiscales, de mayor riesgo geopolítico, la elevada flexibilidad interna (especialmente el mercado de trabajo) y también ante el aumento de los costes exteriores incluyendo los de transporte. En Europa, más allá de Alemania, este debate es inexiste. Así, el hecho de que el sector servicios haya aumentado su peso en el área en el PIB en los últimos diez años más de cuatro puntos es una mera estadística. Y la confirmación de que este descenso haya sido más acusado durante la crisis (de acuerdo, incluyendo la construcción…pero también sin ella), un tema apenas de reflexión. Los ajustes estructurales son limitados ante el mayor énfasis en los ajustes fiscales que se tienen que reflejar en las cifras de déficit.

Soy de los que piensa que el modelo económico final lo fija el mercado

No es cuestión de sacralizar al sector industrial frente al de servicios. Esto sería demasiado simple y no estoy convencido de que fuera lo correcto. Además, soy de los que piensa el modelo económico final lo fija el mercado. Por otro lado, parte del descenso del peso del sector industrial se debe a factores como la externalización de producción fuera del país y de externalización de parte del desarrollo industrial en servicios externos a la empresa.

Pero algunas ramas del sector servicios que han aumentado el peso en el producto europeo en los últimos diez años son precisamente las que están en la raíz de los problemas actuales. El sector financiero especialmente. Claro que también ha sido importante el aumento de la importancia del sector de la información y comunicación, o el del seguro. De nuevo, nada que objetar. Pero la capacidad innovadora del sector industrial (en Alemania el 30 % de la inversión en investigación y desarrollo procede del sector autos) y su carácter amortiguador la recesión, son variables que ahora todos echamos de menos. ¿Guerra de divisas? Un factor de distracción sobre cambios más profundos que todos percibimos se están produciendo a nivel mundial. Es importante tener la menta abierta a ellos.

José Luis Martínez Campuzano es estratega de Citi en España

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