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Tribuna
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Agujeros negros y crisis de deuda

Las estrellas son básicamente bolas de gas incandescente, fusionándose y generando energía. Su forma y aspecto viene dado por el equilibrio de dos fuerzas: una expansiva, que viene dada por la tendencia del gas caliente a aumentar en volumen; otra contractiva, básicamente la gravedad que atrae a toda la inmensa cantidad de materia hacia el centro de la estrella.

La deuda de un Estado funciona de un modo parecido. También tiene dos fuerzas que la regulan: una expansiva, el déficit público; otra contractiva, que son los tipos de interés que el mercado exige para colocar esos nuevos títulos.

Cuando una estrella de un cierto tamaño comienza a quedarse sin su combustible principal, empieza a generar energía mediante reacciones más exóticas. Eso hace que el núcleo (que se queda antes sin combustible) se enfríe con respecto a la superficie (que sigue quemando a todo gas), y la estrella se expande, volviéndose más voluminosa.

Del mismo modo, cuando el núcleo de una economía (el consumo privado y la inversión empresarial) se enfría, pasa un tiempo hasta que el sector público (la superficie) echa el freno también. Al caer los ingresos tributarios y mantenerse los gastos públicos, la deuda pública (al igual que nuestra estrella modelo) también se expande. La fuerza expansiva (el déficit) supera a la fuerza contractiva (los tipos de interés), por lo cual crece.

A medida que transcurre el tiempo, incluso las segundas reacciones dejan de producirse, y el núcleo de la estrella pasa del exotismo a la extravagancia. Cada vez es más difícil obtener energía, y además, las reacciones que se producen generan elementos muy pesados sin posibilidad de reutilización. La actividad del núcleo está prácticamente paralizada. Sin embargo, en la superficie de la estrella las cosas todavía son de otra manera. Aunque el combustible principal casi se ha agotado, el combustible secundario todavía es bastante funcional, y la estrella vuelve a expandirse.

Del mismo modo, cuando el sector privado se encuentra ya en serias dificultades, el sector público comienza a hacer sus primeros ajustes. Aunque el déficit es elevado, los tipos de interés del mercado todavía no son restrictivos, aunque sí más exigentes. La deuda pública se incrementa, aunque empezamos a ver dificultades.

De pronto, el núcleo de la estrella colapsa. La actividad ha caído tanto que las capas superiores de la estrella caen sobre el núcleo presa de su gravedad. La presión que generan es tan brutal que el núcleo se comprime hasta densidades gigantescas. Por efecto rebote, las capas más exteriores de la estrella estallan y salen despedidas hacia el espacio, dejando solamente un residuo estelar que conocemos como agujero negro.

Así, una economía sobreendeudada también caería presa de los elevados tipos de interés exigidos por los mercados, presionando hasta tal punto al ya maltrecho sector privado (en este caso, la presión sería fiscal) que también este colapsaría, expulsando la deuda pública en forma de impago y dejando un residuo en forma de estado fallido, todo un agujero negro financiero de muy difícil solución.

Aunque este proceso sea irreversible e inevitable para los astros, quizás sí podemos extraer alguna conclusión para frenar el proceso en el caso de las finanzas. El sector público debe enfriarse y restar presión sobre empresas y familias, evitando que estas colapsen. Al fin y al cabo, son el núcleo sobre el cual se sustenta todo el sistema. En un entorno de menor déficit, la presión a la que nos someten los tipos de interés también sería más débil, y por lo tanto, deberíamos ser capaces de restar presión fiscal.

También podría pasar que otra estrella nos prestara algo más de combustible para ralentizar el proceso, pero mientras existan desequilibrios en las fuerzas que mantienen las cosas en orden y funcionamiento, no sería más que una medida transitoria. El ajuste estructural para lograr el equilibrio parece, pues, inevitable.

Alejandro Vidal, Estrategia de Mercados de Banca March.

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