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Columna
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Europa da paso al contagio positivo

Mario Draghi no acuñó una nueva frase la semana pasada. Pero el presidente del Banco Central Europeo sí que popularizó la expresión "contagio positivo". Después de años en los que la eurozona ha estado sufriendo un contagio a secas, ni siquiera negativo, Draghi cree ahora que existe una dinámica positiva.

El término contagio suele usarse en los mercados financieros para hablar del modo en que los problemas de un país (como Grecia) pueden poner tan nerviosos a los inversores que pueden causar dificultades en otros países. Draghi parece usar la palabra de forma más general para cubrir el abanico de círculos viciosos que han sumido a la eurozona en un remolino.

El presidente del BCE acierta en que el círculo vicioso en los mercados financieros se ha convertido en uno virtuoso. La mejor de esto es cómo los intereses de los bonos periféricos han caído desde que dijo que el BCE haría cualquier cosa para preservar el euro. Los intereses españoles a diez años han caído del 7,4% al 4,9%, mientras que los italianos han pasado del 6,4% al 4,1%. Pero los círculos viciosos no solo se aplican a los mercados. También a la economía real y a la política. Hasta que Italia y España dejen de contraerse, el riesgo de volver al contagio negativo continúa.

Hay que recordar lo variables que pueden ser los mercados. Hace solo un año, la confianza se impulsó por la decisión del BCE de prestar a los bancos con problemas un billón de euros a tres años a intereses bajos. Pero las primeras elecciones griegas y los problemas de España con los bancos desencadenaron el episodio más peligroso de la crisis del euro. Pero, antes de analizar los riesgos que quedan, es importante reconocer los progresos. Las causas fundamentales de la crisis fueron las economías poco competitivas, la excesiva deuda estatal y unos bancos débiles. Los tres problemas han sido resueltos en parte. Por ejemplo, los costes laborales en España y Grecia han caído, mejorando la competitividad de sus industrias. Mientras, los déficits fiscales en la periferia europea se han recortado pese a que siguen altos. Finalmente, a los bancos irlandeses, griegos y españoles se les ha rellenado de capital. La confianza también está regresando. No solo han caído los intereses de la deuda soberana. La fuga de capitales se ha invertido y los bancos dependen menos del BCE para financiarse.

El contagio positivo podría funcionar así.: una convicción creciente de que la eurozona está abordando sus problemas y no se romperá podría fortalecer la confianza en los mercados. Como los costes de financiación caen en los países periféricos y sus bancos sienten que ya no están en el precipicio, las empresas y las personas se enfrentarían a una menor contracción del crédito. Por último, las empresas invertirían y las personas gastarían. Las medidas tomadas para restaurar la competitividad también animarían a la inversión y al aumento de exportaciones. Esto acabaría con la recesión, lo que causaría un mayor impulso a la confianza de los inversores, negocios y consumidores. Con los intereses cayendo y los ingresos fiscales subiendo, caerían los déficits. Por desgracia, es muy pronto para asegurar este final feliz, ya que las medidas de austeridad siguen aplastando la actividad. La preocupación es que, si sigue subiendo el paro, la situación política en uno o más países pueda ser desagradable.

El panorama político es benigno, ya que en principio Grecia y España no volverán a celebrar elecciones en unos años. Las elecciones alemanas podrían ser hasta positivas si conducen a una gran coalición, con Merkel de canciller pero incluyendo a los socialdemócratas. Lo mismo podría darse en las elecciones italianas del mes que viene, con el centro izquierda de Bersani y la coalición centrista liderada por Monti.

También hay riesgos a corto plazo. Uno es que la frágil coalición griega no sobreviva una intensificación del pesimismo económico. Otro, que Berlusconi consiga un buen resultado en las elecciones. Pero el mayor es que Grecia, Italia y España van a seguir en recesión el año que viene por estas fechas. Los déficits seguirían altos y las proporciones deuda/PIB seguirían creciendo, como el desempleo.

La eurozona está siendo testigo de los primeros pasos del contagio positivo. Pero los políticos no deberían complacerse. Deben hacer todo lo posible por maximizar las opciones de acabar con este círculo vicioso. Esto significa mantener sus reformas estructurales mientras intentan hacer todo para mitigar la austeridad a corto plazo.

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