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Columna
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Monti evita el debate político

El primer ministro italiano Mario Monti ha publicado un manifiesto político, pero no ha respaldado a ningún partido para las próximas elecciones. Este movimiento se queda lejos del compromiso que algunos esperaban, pero puede ser sagaz.

Se había presionado a Monti para que declarara sus intenciones políticas desde su anuncio de dimisión del 8 de diciembre. Se esperaba que se inclinara a un grupo de partidos de centro. En su lugar, pronunció una lista de reformas que quiere que realice el próximo gobierno, y señaló su voluntad para servir o liderar cualquier coalición que las abrace.

Algunos analistas criticaron la acción al ser muy tímida, pero es pragmática. El grupo de partidos centristas asociados a Monti solo acapara el 15% en las encuestas de votación, menos que Silvio Berlusconi y más lejos del Partido Democrático (PD), en un 38%. Los italianos no están precisamente a favor de que Monti entre en la política profesional: una encuesta señaló que el 61% de los votantes cree que no debería ser candidato. La esperanza de Monti debe ser que al mantener su agenda abierta a todos los italianos, se construirá un mayor consenso hacia sus políticas liberales y pro europeas.

EL movimiento es, sin duda, político, si no partidista. En la conferencia de prensa donde expuso su manifiesto, Monti atacó a Berlusconi y su populista y antieuropea agenda, descartándole de cualquier coalición de centro-derecha. También tuvo duras palabras para el sindicato CGIL, ligado al PD, al negarse a las reformas laborales. Su manifiesto puede aumentar las tensiones en la alianza de centro-izquierda, dividida entre quienes apoyan muchas de sus políticas liberales, y aquellos que las rechaza. Un reto para el líder del PD, Pier Luigi Bersani, que necesita un acuerdo con el centro para lograr mayoría en el Senado.

A poco más de un mes para las elecciones, Monti está lejos de construir el partido creíble que los mercados quieren ver en el poder. Pero la política italiana ahora es menos fangosa.

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