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Tribuna
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Los obstáculos de la unión bancaria

Se dice que Francia y Alemania están en desacuerdo en torno a la unión bancaria de la eurozona. En los últimos 60 años, las diferencias franco-alemanas han estado en el corazón de la Unión Europea. No es diferente esta vez. La necesidad de un supervisor bancario común es obvia. No hace falta ser un premio Nobel para encontrar el compromiso surgirá de las divisiones actuales.

Mientras tanto, se olvidarán los plazos y se harán concesiones. La cuestión más problemática no es la naturaleza de las diferencias entre París y Berlín, sino la consecuencias que podrían generar en el proceso de implementación del regulador común. Nadie pensó nunca que el Banco Central Europeo pudiera hacerse cargo de la supervisión de los 6.000 bancos de la unión monetaria desde el próximo mes. Los 20 bancos principales de la eurozona podrán estar tranquilos por ahora.

La segunda cuestión es si los detalles legales podrían mantener al BCE fuera del papel de regulador regional. Pero el ministro de Finanzas alemán Wolfgang Schaueble ha pedido "soluciones creativas", lo que indica que este problema no es insuperable.

Luego está el efecto de los movimientos por la retaguardia del Reino Unido. Los británicos quieren cambiar las normas de votación en la Autoridad Bancaria Europea, el organismo que establece las normas técnicas para las entidades europeas. Pero como sucede con la mayoría de disputas entre Londres y el resto de la UE, esta es poco probable que vaya más allá de un espectáculo de feria. Ya que Bruselas reconoce la existencia del problema, debería encontrarse una solución intermedia.

Cuando todo esté dicho y hecho, un fortalecido BCE se dará cuenta de que la burocracia, y no la política, es el mayor reto de su nuevo y ampliado papel. Tendrá que superar la inercia de los 17 reguladores bancarios, y todo intento de mantener el poder que tengan, cada uno con su enfoque nacional particular. Definir los nuevos poderes del BCE habrá sido la tarea fácil. Ejecutarlas será más difícil.

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