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La próxima semana finaliza el plazo para refinanciar la deuda de la constructora

Abánades, enésima recta final para salvar al grupo Rayet

La próxima semana finaliza el plazo para que Félix Abánades acuerde refinanciar la deuda del grupo Rayet, de 593 millones de euros. La compañía es el primer accionista de la inmobiliaria cotizada Quabit, con cerca de 1.000 millones de deuda.

Otra vez jornadas maratonianas de trabajo para el equipo jurídico de Félix Abánades. Nada nuevo bajo el sol, dado que las compañías de Abánades llevan ya varios años negociando con la banca acreedora refinanciones multimillonarias, ejercicio tras ejercicio. Hasta ahora el empresario de Guadalajara ha logrado convencer a los bancos de reestructurar su endeudamiento evitando declararse en concurso. "Si lo logra otra vez habrá que ponerle una estatua", dice el representante de uno de sus acreedores.

El empresario afronta estos días la recta final de una negociación vital para el grupo de construcción Rayet y la inmobiliaria cotizada Quabit: la semana que viene finaliza el plazo para que Rayet acuerde un convenio de pago a sus acreedores que evite su entrada en concurso de acreedores.

La deuda de Rayet asciende a 593 millones de euros. La principal actividad del grupo, creado a finales de los años ochenta, es la construcción, con especial presencia en Castilla la Mancha. También está presente en concesiones (servicios urbanos, limpieza de interiores...) y en el sector hotelero (la empresa preveía la apertura de cinco hoteles bajo la marca Selenza). Según las cifras que aporta el grupo, correspondientes al año 2010, ese ejercicio Rayet perdió 101 millones de euros e ingresó 133 millones.

Abánades es presidente también de Quabit (antigua Astroc), en la que controla a través de Rayet el 42% del capital. La inmobiliaria presentará la semana que viene, previsiblemente el día 15, sus últimos resultados; es lógico pensar que un hipotético concurso de Rayet afectaría gravemente a Quabit, que al término del primer semestre de este año mantenía una deuda de 995 millones de euros, un 28,5% menos que a junio de 2011.

Todo parece en contra de Abánades. El sector inmobiliario y de la construcción prosigue su agonía en España. Hace un mes se declaró en concurso otra de las filiales de la compañía, Rayet Rehabilitación. Uno de sus hombres de mayor confianza, y que goza de alto prestigio en el sector inmobiliario, Alberto Quemada, anunció la pasada semana su dimisión como consejero delegado de Quabit.

No es la primera vez que Abánades se ha visto en estas. La banca acreedora, apuntan fuentes del sector, ha apoyado al presidente de Rayet refinanciando su deuda, entre otras razones, por su comportamiento al frente de Quabit. Mientras que el fundador de Astroc, Enrique Bañuelos, salió de la empresa dejando a la banca con más de mil millones de euros de deuda, Abánades se echó a la espalda la inmobiliaria, fusionó sociedades con Quabit y ha trabajado por salvar la empresa e ir devolviendo los créditos.

Pero Rayet tiene otros acreedores que no son bancos y que no tienen por qué tener el aguante de una entidad financiera; de los 593 millones de euros de deuda del grupo, más de la mitad están en manos de no financieros. Y la ley concursal otorga el mismo derecho a un acreedor con 2.000 euros de deuda que a otro con 2.000 millones de instar concurso.

Hace unos meses Enrique Bañuelos, que era uno de los principales acreedores de Rayet, por créditos cruzados con Astroc, vendió esos derechos de crédito al también empresario valenciano Miguel Valldecabres, al que traspasó su sociedad Kavaal, que mantenía una deuda de 80 millones con el grupo de Abánades. "Sólo hay un acreedor que está dando problemas a la hora de refinanciar", dicen fuentes cercanas a la empresa. El presidente de Rayet tendrá que dedicar tanto esfuerzo o más en convencer a acreedores como Valldecabres de refinanciar su deuda como el gastado en lograr el apoyo de las entidades financieras.

"Félix seguirá, no te quepa duda, bajará la cabeza y seguirá, es un luchador", dicen conocidos del empresario alcarreño. La semana que viene, el desenlace.

El vendedor de resina que vio venir el 'boom'

El de resinero es uno de los oficios más duros del campo manchego. El hacha y la azuela eran las herramientas empleadas en la labor, ya en vías de extinción en España. El pino se preparaba arrancando la corteza y dejando una chapa de hojalata en una hendidura. Los meses de más calor eran los de recogida, cuando 'sudaba el pino' y se almacenaba la resina.

Félix Abánades, cerca de 50 años, fue resinero en sus años mozos, en su pueblo de Guadalajara, Ablanque. Prácticamente de adolescente se fue a la 'mili', como voluntario: estuvo tres años. A su vuelta hizo la carrera de Empresariales en la Universidad de Alcalá de Henares. Era el mayor de la clase "en todos los sentidos", recuerdan conocidos del hoy presidente de Rayet; sus compañeros de clase vivían los años universitarios con un componente vital ocioso que Abánades nunca había conocido. El primer accionista de Quabit ya pensaba entonces en "ser alguien", dicen.

Comenzó a trabajar como contable en una pequeña asesoría de otro pueblo de Guadalajara, El Casar de Talamanca. Se quedó con la empresa y entendió que había negocio en eso de vender parcelas para construir chalets. Parcela a parcela Abánades llegó a convertirse en el principal empresario de suelo de Guadalajara; el desarrollo de las infraestructuras, carreteras y AVE, disparó el precio de los campos alcarreños más cercanos a la capital. Y con ello el patrimonio de Abánades.

El presidente de Rayet había visto venir el boom inmobiliario. Pero ¿y el pinchazo? A Félix Abánades otro empresario de orígenes humildes, Enrique Bañuelos, le convenció de entrar en Astroc, la inmobiliaria que salió a cotizar a menos de siete euros por acción en 2006 y que en unos meses había superado los 70 euros por título. Como Abánades, otros empresarios ilustres habían adquirido títulos de la compañía, como la familia Nozaleda o el fundador de Inditex, Amancio Ortega.

Ninguno de ellos se implicó tanto como Abánades. Cuando Astroc se derrumbó en Bolsa, a mediados de 2007, Bañuelos puso pies en polvorosa y se fue a Brasil buscando nuevos negocios. Abánades lucha hoy por refinanciar. Bañuelos habla de construir un complejo de juego y ocio en Barcelona.

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