Pemex puede aprender de Brasil
Pemex, el gigante petrolero mexicano, puede llegar lejos con modestas reformas. El presidente electo Enrique Peña Nieto se está fijando en otros países latinoamericanos para renovar el negocio energético. La legislación mexicana impide la inversión privada en la extracción y refino de petróleo, pero permite acuerdos petroquímicos. Recortar los elevados impuestos que lastran a Pemex es otra opción.
La compañía es el cuarto productor de petróleo del mundo. Los 2.600 millones de barriles de crudo al día que produjo el año pasado fueron superiores a los de Chevron. Pero se ha quedado atrás. La Constitución mexicana ha impedido la inversión privada durante más de 70 años. Pemex destinó el 56% de las ventas a pagar impuestos y los legisladores pueden ajustar el impuesto cada año. Perdió 6.500 millones de dólares en 2011 y tiene una gran deuda acumulada.
Peña Nieto tiene la voluntad de hacer cambios después de que tome posesión en diciembre, pero algunos pueden ser difíciles. La inversión extranjera en el negocio petrolero requeriría un cambio constitucional, que necesitaría el sí de tres cuartas partes de los legisladores federales, además del acuerdo de la mayoría de los 32 estados. Aunque no es imposible, el PRI podría no contar de inmediato con el apoyo necesario.
Los impuestos son un objetivo fácil. Recortarlos solo requeriría una mayoría en el Congreso, algo al alcance de Peña Nieto. Eso podría transformar las finanzas de la compañía y liberar efectivo para financiar su plan de inversiones a cinco años de 114.000 millones de dólares.
Pemex carece de la experiencia para desarrollar hasta los 15.000 millones de barriles que podrían estar en el golfo de México. Las grandes petroleras extranjeras podrían ayudar, si se les permitiese. Incluso la venezolana PDVSA tiene socios extranjeros. Petrobras es, sin embargo, mucho más comercial. Aunque todavía es imperfecto, el ejemplo brasileño es el mejor para Peña Nieto.
Por Raul Gallegos.