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No te conozco, pero confío en tu proyecto

La idea es revolucionaria por sencilla: alguien quiere desarrollar un proyecto y un goteo de mecenas anónimos se lo financian a través de la web con el impulso de las redes sociales. Sin créditos bancarios ni subvenciones, en un momento en que ambos recursos escasean. La financiación colectiva o crowfunding, como se conoce este nuevo concepto, nació en Estados Unidos hace apenas dos años y va tomando forma en España al ritmo de jóvenes que quieren engancharse al mercado laboral con ideas propias.

"No se trata únicamente de financiar, sino de establecer una nueva relación entre el creador y sus seguidores", cuenta Joan Sala, cofundador junto a sus dos hijos, Jonás y Adriá, de la plataforma Verkami, la primera iniciativa de financiación colectiva que nació en España. Desde diciembre de 2010, este portal ha ayudado a la creación de 331 proyectos culturales. El más sonado ha sido la aportación de 30.000 euros a la cooperativa MasPúblico, que crearon los extrabajadores del extinto diario para recomprar la cabecera online de Jaume Roures, fundador de Mediapro y accionista mayoritario del diario.

"La mayoría somos fundadores del periódico, pero ahora que lo hemos perdido vamos a seguir igualmente con nuestro proyecto periodístico de MasPúblico", cuenta Susana Hidalgo, quien estuvo entre los primeros periodistas que lanzaron el diario. Ella trabajaba como jefa de la sección de Sociedad cuando el rotativo dio carpetazo a su edición en papel el pasado mes de febrero por falta de fondos. Los extrabajadores y colaboradores llegaron a ofrecer 240.000 euros por la cabecera, "pero no ha sido suficiente porque la juez ha optado por dársela a Roures, que ha doblado nuestra oferta", remacha Higaldo a propósito de la sentencia del Juzgado Mercantil número 9 de Barcelona, que anunció su decisión esta semana.

Cuando hay más de 50 inversores, hay que hacer una oferta pública de adquisición

El mayor éxito hasta ahora en España ha sido la financiación de "el cosmonauta"

A veces el éxito no tiene que ver con la idea, sino con la capacidad de venderla

Esos primeros 30.000 euros que la cooperativa obtuvo a través de Verkami suelen seguir el mismo esquema en otras plataformas de financiación colectiva que van surgiendo: cada mecenas aporta a través de la web un mínimo de 10 euros al autor del proyecto, que cuelga en el portal la cantidad de dinero que aspira reunir. De alcanzarlo, su idea sale adelante y se factura la aportación a los mecenas. En otro caso, queda anulada y el dinero no sale de ninguna cuenta bancaria. A cambio, todas esas manos reciben una recompensa en especie en función de la cantidad que hayan donado: un ejemplar del libro que vaya a publicarse, el disco autoproducido o una entrada a la exposición que haya logrado montarse. Todo el proceso dura unos 40 días, "para que los proyectos no se eternicen y la relación con los mecenas sea más directa", añade Sala. La plataforma gana el 5% de los fondos que haya obtenido el candidato. Desde que el chispazo del crowfunding se encendiera en España, empiezan a gotear iniciativas en cada vez más sectores, desde proyectos sociales y de solidaridad hasta empresas start-up en busca de business angels (inversores particulares).

Las fundadoras de Potlatch, que abrirá el 2 de julio, se han especializado en proyectos que tengan el mayor retorno posible para la sociedad. Potlatch, que significa intercambio en la lengua de los indios que habitaban en la zona oeste de Canadá, es un guiño "a la situación actual de falta de empleo y de subvenciones", explica Miriam Mir, cofundadora de la web junto a Sheila Eroles, ambas trabajadoras del sector social. Su primera apuesta será una web 2.0 que aglutine a pacientes, médicos, profesores, colectivos en riesgo y gestores de salud para saber más sobre trastornos como el mobbing, el estrés, la depresión o la ansiedad crónica.

"Nosotros queríamos ir más allá de la solidaridad y de las ideas creativas, financiamos a empresas, aunque hay mucha indefinición normativa", explica Javier Martín, de la Fundación Iniciador, promotora de este nuevo concepto en conferencias y eventos por toda España. El problema de la financiación a empresas es que avanza en un limbo legal aún sin resolver, porque no se trata de donaciones a cambio de un regalo, sino de la participación en una compañía. "Cuando el número de inversores supera las 50 personas hay que hacer una oferta pública de adquisición", matiza Martín, miembro de la plataforma Seed Quick, desde la que se busca financiación para el sector tecnológico, tan en boga en Estados Unidos y donde su predecesora Quick Starter, la primera que se creó en ese país, ha llegado a reunir 100 millones de dólares para algunas ideas.

"Aquí todavía no es una alternativa real a la financiación convencional y no sé si llegará a serlo como en Estados Unidos. La cultura empresarial es muy distinta, pero podría seguir la misma trayectoria que las redes sociales, que sí han prendido", concluye Martín. Por el momento, el mayor caso de éxito en España son los 130.000 euros que los creadores de la película de ciencia ficción El cosmonauta lograron reunir a través de la plataforma Lánzanos. El director del filme, Nicolás Alcalá, la productora, Carola Rodríguez, y el director creativo, Bruno Teixidor, recurrieron al crowfunding cuando uno de los productores privados se retiró del que va a ser el primer largometraje que muestre, de forma gratuita, todo el metraje grabado durante el rodaje. Ya han logrado reunir a 3.757 productores y a 502 inversores, y con los 462.340 euros recaudados podrán terminar de rodar. "Es una gran noticia para la cultura que pueda financiarse así, para que sea realmente libre y no esté tan ligada a los fondos públicos", matiza Eduardo Sánchez, autor del libro de fotografías Toledo olvidado, que podrá publicar con los 15.900 euros recaudados en 17 días a través de Verkami. Para este creador, la clave de que el mecenazgo anónimo tenga éxito es "una cuestión de confianza, por eso es muy importante que los proyectos estén muy bien descritos".

En eso coinciden los creadores de la web Injoinet, que da un paso más a la simple financiación, asesorando a los creadores candidatos sobre la viabilidad comercial de su idea. "El éxito de un proyecto muchas veces no tiene que ver con la idea en sí, sino con la capacidad de venderla. En el crowfunding se trata de crear una historia a través del proyecto, de demostrar el esfuerzo para realizarlo y que la gente se sienta identificada con ello", cuenta Miguel Moya, cofundador de esta plataforma junto a otro socio. Con ese mensaje arranca la presentación de El cosmonauta en su web: "Una película de ciencia ficción financiada por miles de personas como tú. Será distribuida gratis en Internet, al mismo tiempo que en DVD, televisión y cine, creando una experiencia".

Moya y su socio quieren ofrecer un escaparate bien aderezado a aquellos inventores que no tienen sello personal, como en el mundo de la cultura, porque trabajan alejados de las redes sociales. "Es gente que quiere innovar y no sabe cómo comunicarlo. Si son capaces de interesar a un grupo amplio de personas, podrán arrancar su proyecto y dirigirse a los inversores tradicionales con la baza de que en tres meses la gente se ha interesado por su idea antes de que exista", matiza Moya. Los asesores de Injoinet orientan a los emprendedores que acuden a su web sobre todo tipo de cuestiones legales, económicas, comerciales y de marketing hasta que llega el momento de colgar su proyecto en Youtube, "para que se vea que va en serio". Ese proceso puede durar meses y cuando los candidatos se sienten preparados, abren su proyecto a la aportación online de los mecenas durante un plazo máximo de tres meses. De esta forma arrancó hace dos semanas la editorial bilingüe infantil BuhoBooks, con ejemplares en inglés y en español para niños de hasta 12 años.

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