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Columna
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La creciente brecha de la eurozona

Mientras Alemania clama por la austeridad en la eurozona, su Gobierno no está siendo tan duro. El incremento salarial del 6,3% para los funcionarios con una antigüedad superior a dos años probablemente será seguida por otros acuerdos igual de generosos en el sector privado. ¿Y por qué no? Su bajo déficit puede permitírselo. Y los economistas han estado reivindicando la figura de un motor que estimule el euro. Pero el riesgo es que las divisiones en la eurozona vayan a peor.

Los contrastes entre Alemania y la periferia de la eurozona no podrían ser más crudos. Alemania ha concedido un buen acuerdo a dos millones de trabajadores públicos después de unas tirantes negociaciones y pequeñas huelgas. En Irlanda, España, Italia y Grecia, donde los salarios públicos han sido recortados o congelados, las huelgas y los disturbios han sido serios. El desempleo está por encima del 20% en Grecia y España, muy por encima del 8,2% alemán.

La generosidad doméstica alemana puede parecer hipócrita. Pero, a diferencia de la periferia europea, Alemania reprimió el aumento de salarios durante la última década. Explica en parte por qué su economía es tan competitiva. El éxito se refleja en un déficit fiscal que no excede el 1% del PIB pese a una gran contribución al Mecanismo Europeo de Estabilidad. Los trabajadores alemanes creen que es hora del reembolso. Y tienen una buena razón. En 2010, la economía creció un 3,7% y en 2011, un 3%, pero el gasto de los consumidores creció en un 0,65 y un 1,5%. La inversión y las exportaciones han abierto el camino. Aumentar los salarios restablece algo de equilibrio. El gasto doméstico debería reforzarse, ayudando a las importaciones y al crecimiento en el resto de la zona. Modificar los salarios daría a la periferia más competitividad. Esta se beneficiaría si tiene exportaciones (o playas) que atraigan a los alemanes.

Pero un mayor gasto en consumo en Alemania conlleva una amenaza latente. La inflación está ahora en el 2,1%. El presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, espera que suba y los mayores salarios contribuirán. Ello podría significar que el BCE subiera los tipos. Un cambio de política que no sentaría bien en la periferia. Y agrandaría las divisiones.

Por Ian Campbell

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