Las futuras fusiones enredan aún más los acuerdos de bancaseguros

Como si se tratara del pasajero de un sidecar, las aseguradoras acompañan a sus socios bancarios allá donde van. Pero el viaje se ha vuelto complicado. Sobre todo porque las fusiones bancarias han puesto todo patas arriba. "Estamos hablando con nuestros socios desde que comenzó la reestructuración financiera, pero las fusiones son procesos muy largos. Ahora todas las conversaciones están en stand by. No tiene sentido avanzar mientras no se aclare el panorama bancario", se lamenta un alto ejecutivo de una aseguradora con varias joint ventures.

La reestructuración financiera comenzó en 2008. En 2011 parecía que se había avanzado lo suficiente para comenzar a poner orden en los seguros. En esta tarea, cajas y bancos se topaban siempre con el mismo problema. Los contratos se firmaron en tiempos de bonanza y exigen elevadas compensaciones para rescindirlos. A pesar de que el esfuerzo económico era evidente, algunas entidades afrontaron la tarea. Fue el caso de Catalunya Caixa, que amplió el alcance de su acuerdo con Mapfre; así como de Unnim, que se despidió de Zurich y se volcó con Reale (no vida) y Aegon (vida). El resto de firmas avanzaron en las negociaciones con sus socios aseguradores.

Ahora la bancaseguros ha vuelto a la casilla de salida ante la nueva ronda de fusiones bancarias. El endurecimiento de las provisiones por adjudicados y las subastas de grupos intervenidos (Unnim, Catalunya Caixa, Novagalicia y Banco de Valencia) han roto la línea en un frente que parecía haberse estabilizado. De hecho, varias aseguradoras pusieron en marcha ofensivas legales el pasado año.

Aegon ha decidido reclamar 600 millones a CAM ante la Corte Internacional de Arbitraje de París por violar sus acuerdos al ser intervenida. Pero más aún se juega Aviva, que ha recurrido al arbitraje de la Cámara de Comercio de Madrid para dilucidar qué indemnización le corresponde recibir por su 50% en la compañía de vida que constituyó con Bancaja. Bankia coquetea con Mapfre y la firma británica reclama 944 millones de euros. Si el grupo que preside Rodrigo Rato se fusionara con CaixaBank, como ha llegado a especular el mercado, la ecuación se complicaría al entrar en la ecuación dos potentes grupos aseguradores: Vidacaixa y Mutua Madrileña.

"Exigir un proveedor por ramo tiene sentido en condiciones normales de mercado, pero este no es el caso", sostiene un alto directivo de una aseguradora con varios pactos de distribución. "Alinear los acuerdos cuesta mucho dinero por las indemnizaciones y consume capital, por eso sería necesaria una solución más imaginativa".

Bajo la dirección de Ricardo Lozano, la Dirección General de Seguros (DGS) ha mantenido que un banco puede tener como máximo un proveedor de pólizas de vida y otro para generales. Flavia Rodríguez-Ponga, nueva supervisora, no se ha pronunciado oficialmente al respecto aún.

En el sector se rumorea que podría flexibilizar la postura. Pero no está clara la alternativa. "No veo cómo se puede articular. ¿Qué pólizas vende el banco? ¿De qué proveedor? ¿Qué criterio aplicas?", se cuestiona un ejecutivo.

Las aseguradoras apostaron la pasada década por el canal bancario por su fortísimo poder en la distribución de pólizas de vida. La sucursal canaliza el 73% del ahorro gestionado, según Icea. En años recientes, las alianzas se han extendido a seguros de daños (hogar, autos, pymes...) donde aporta el 10% del negocio. Por esto, prácticamente todos los bancos y cajas que han contribuido a alumbrar los nuevos grupos financieros llegaron a sus fusiones con un socio asegurador de la mano. Y esto ha generado los choques de trenes.