Una colmena en pleno centro de Madrid

Visitar la minitienda de La Abeja Egipcia en Madrid es adentrarse en el mundo de los matices, por la infinidad de productos que asaltan la vista al entrar, y también luego, cuando su propietaria se pone a explicar las insospechadas propiedades de tal o cual producto que sale del néctar de las abejas. Todo en este reducido y caluroso espacio tiene que ver con la colmena: miel, jalea real, propóleo, polen, incluso apitoxina, el veneno que sueltan estos insectos milenarios para luego morir.

Fue precisamente un tratamiento a base de veneno de aguijón de abeja lo que empujó a Eva González a abrir hace seis años. Dejó un empleo como diseñadora de regalos en otra empresa y apodó egipcia a la abeja de su enseña "porque era un insecto muy importante en el antiguo Egipto". Con una particularidad, que entonces "parecía casi exótica, era la única tienda que ofrecía productos de la colmena ecológicos y certificados", explica.

Ni en las vanguardistas París o Londres, ni tampoco en España dio con nada parecido a una tienda donde es posible encontrar hasta 200 productos bio relacionados con la abeja. "No se da valor a que sea ecológico sino a ofrecer gran variedad de miel", añade. La diferencia es importante porque de no respetarse los valores medioambientales de la colmena, los productos de esta pierden las propiedades que luego se anuncian a bombo y platillo.

"¿Miel? ¿Pero cómo no va a ser ecológico lo que hacen las abejas?", cuenta Eva que le preguntan a menudo. Y claro que lo es, pero ya no tanto si la colmena se coloca en un espacio sucio, si se calienta a una temperatura superior a 40 grados centígrados para extraer la miel o si se alimenta con azúcar a las abejas, todas prácticas habituales en este negocio, asegura.

Así que se empapó de todo este universo, siguió cursos de apiterapia, asistió a congresos sobre las bondades de los productos derivados de la colmena y abrió su tienda en el barrio de Alonso Martínez. Las mieles, velas, jabones, productos cosméticos, de alimentación y de salud de La Abeja Egipcia llevan detrás muchas visitas a los productores -"me gusta ver cómo trabajan los apicultores"-, dos viajes a Francia cada año para visitar el taller de productores con los que colabora y múltiples pruebas para testar nuevas ideas.

Ese valor añadido de La Abeja Egipcia es lo que siguen buscando sus clientes dentro y fuera de España. La marca se apoya en la fidelidad de quienes prueban alguno de sus productos. "Hay quien se desplaza hasta aquí expresamente para comprar propóleo porque es de muy buena calidad". Las abejas utilizan esta sustancia que segregan las plantas para proteger la colmena, y resulta muy útil para curar catarros, heridas y alergias. Los hay que hacen el viaje solo para elegir alguna de las mieles monoflorales con sabor a ni se sabe cuántos tipos de plantas.

"El sabor de estas mieles es diferente porque cada una se produce con un alto porcentaje de una sola planta, así que el aroma y el color cambian". Miel de romero de La Alcarria, de eucalipto y castaño de Asturias o de encina y bosque de la sierra extremeña de Guadalupe son algunos de los sabores que se pueden saborear en La Abeja Egipcia.

En estos seis años, esta emprendedora de 44 años ha visto el vuelco que ha dado la percepción de los productos bio en España. Vivió el boom de la moda ecológica, justo antes de que estallara la crisis económica. El peor año fue 2011, y "si no fuera por los clientes habituales lo habríamos pasado bastante mal", explica. Pero desde el pasado mes de septiembre nota un cambio, "quizá menos miedo, la crisis es una realidad económica, pero va pasando el tiempo y la gente ya sabe lo que hay, así que no se paraliza". En su caso, lo nota en el ligero repunte de la actividad.

Ahora quiere servirse de las alas que da internet para llegar a más gente. "Es una forma de seguir dando un trato personalizado y de calidad, aunque sea a distancia". Así, La Abeja Egipcia abrirá una segunda tienda online, donde se podrán comprar sus productos a través de la web. Por el momento descarta abrir otra tienda fuera de Madrid, precisamente por ese valor añadido que ha ido forjando clientes fieles. "El conocimiento, la explicación con detalle de las cualidades de todos nuestros productos y el trato a la gente no es una fórmula exportable porque perdería lo que es", explica convencida.