Los combustibles fósiles se pasan a los biocarburantes

La mala reputación que arrastran los biocombustibles por su competencia con el sector alimentario (se fabrican a base de cereales o de azúcar) empieza a amainar, gracias a la tecnología y a la apuesta de los fabricantes de hidrocarburos por su producción. Pese a la polémica mediática que ha lastrado su desarrollo, gigantes como Total o BP han anunciado este mes su apuesta por este sector para el desarrollo de combustibles menos contaminantes en el transporte aéreo y por carretera.

El gigante francés Total, presente en más de 130 países, anunció a finales del mes de noviembre que reforzará su inversión en su filial de biocombustibles Amyris, para el desarrollo de su tecnología a base de biofeno, un componente obtenido a partir del azúcar. Esta tecnología consiste en modificar la forma en la que los microorganismos, en concreto las levaduras, transforman el azúcar de vegetales como la caña de azúcar para obtener productos químicos y biocarburantes.

La medida permitirá incorporar a los carburantes componentes renovables superiores al 7% que fija la normativa europea y a Total reforzar su posición en el mercado del biodiésel, que alcanzará 32 millones de toneladas en 2020 frente a los 17 millones de toneladas actuales, según las previsiones de la compañía.

En paralelo, BP sorprendió este mes con su anuncio de que abandonará su negocio solar para limitar su presencia en el sector de las renovables a la eólica y a los biocombustibles, tras más de una década en la industria del sol y tras el cierre de sus dos plantas en España por la caída de las primas para esta actividad.

Poco a poco, los fabricantes de combustibles fósiles sellan su apuesta por los biocarburantes, empujados por nuevas oportunidades de negocio. Cepsa lleva incorporando biocarburantes desde el año 2000, "ya que son una fuente de energía complementaria que permite reducir las emisiones de gases de efecto invernadero , diversificar el consumo de energía primaria y reducir la dependencia energética de los carburantes fósiles", explican desde la compañía.

La empresa ha sido pionera en la introducción del biocarburante derivado del bioetanol ETBE (etil ter-butil eter), como componente bio en las gasolinas. "Su uso preserva la calidad de las gasolinas y permite su transporte por la red española de oleoductos, mejorando la eficiencia y la seguridad de la distribución", añaden desde esta empresa. En 2010, Cepsa incorporó 196.000 toneladas de bioetanol en sus gasolinas y unas 282.000 toneladas de biodiésel en los gasóleos de tipo A, y otras 4.000 toneladas etiquetas 'B-10'; 'B-15', 'B-20' y 'B-30', "procedentes mayoritariamente de productores nacionales y respetando los estándares de calidad europeos", concluyen desde Cepsa.

La competencia desleal de bioetanol y biodiésel procedentes de Argentina y de Indonesia ha sido precisamente la queja recurrente de los fabricantes españoles de biocarburantes. El Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) recordó durante la presentación del Plan de Energías Renovables (PER), este mes, "la necesidad de aprobar cuotas para el biodiésel español, como ocurre en Francia y en otros países", ante la delicada situación para los productores españoles por la importación de biocarburantes de estos dos países. En el documento, que servirá de base para el desarrollo de las energías renovables en España para el periodo 2011-2020, se apunta que "la capacidad de producción se encuentra actualmente sobredimensionada con respecto a las necesidades reales de consumo". El 10% de las gasolinas y gasóleos deberán incorporar biocarburantes en el horizonte de 2020.