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A fondo

Berlín pierde el control de la prima de riesgo

La canciller alemana Angela Merkel
La canciller alemana Angela MerkelEfe

Alemania lleva año y medio jugando con las primas de riesgo de los demás, pero el peligroso experimento parece habérsele ido de las manos. Lo que empezó siendo una estrategia para imponer disciplina en la zona euro ha acabado provocando una estampida inversora que deja sin financiación a empresas, bancos y Estados y alienta las dudas sobre la supervivencia del euro.

El 60% del PIB de la zona euro (España, Italia, Francia, Bélgica, Grecia, Portugal e Irlanda) se encuentra ya aquejado por un virus que la irresponsabilidad de Berlín, la negligencia de Bruselas y la indiferencia de Fráncfort han transformado en amenaza letal para la economía del planeta.

Ayer mismo, el presidente de EE UU imploró de nuevo a Europa una solución a la crisis de la deuda soberana. "Es un problema de voluntad política, no técnico", tuvo que recordar Barack Obama. Y, en palabras que deberían haber dicho el presidente de la Comisión Europea (José Manuel Barroso) o el del Consejo Europeo (Herman Van Rompuy), el presidente estadounidense rogó a los Gobiernos europeos que demuestren de una vez por todas que "están dispuestos a respaldar el proyecto europeo".

Las crecientes dudas sobre ese respaldo figuran entre las principales causas del actual castigo de los inversores a una Unión Monetaria que se ha colocado a sí misma a merced de los vaivenes financieros. Resulta difícil encontrar precedentes de una crisis alimentada por las mismas autoridades que, teóricamente, deberían combatirla. Pero eso ocurre en la zona euro, donde el principal accionista, Alemania, cuestiona deliberadamente la salud financiera del resto de socios para imponerles ciertas condiciones.

La estrategia se puso en marcha a principios de 2010, cuando se comprobó que Grecia no podría financiarse por sí misma y necesitaría ayuda de la zona euro. A partir de ese momento, la Comisión Europea intentó contener las repercusiones del virus griego en la prima de riesgo de la deuda soberana del resto de países de la Unión, mientras que "declaraciones contundentes desde Alemania empujaban de nuevo los tipos de interés hacia arriba", según un análisis publicado entonces por el Centre for European Policy Studies, un instituto de estudios con sede en Bruselas.

El Gobierno alemán ha reconocido después que las primas de riesgo se han convertido en su principal instrumento de disciplina tras el repetido fracaso del Pacto de Estabilidad. Y Berlín la utiliza sin miramientos, frustrando cualquier relajación en el mercado de la deuda a base de alarmas sobre los ajustes pendientes en algún país o poniendo trabas a los mecanismos de rescate creados por la Unión. Alemania ha llevado su estrategia hasta el extremo de exigir que las emisiones de bonos de los países del euro incorporen a partir de 2013 las mismas cláusulas que alertan a los inversores en países emergentes sobre un posible impago.

Sin cuartel

No ha sido el único susto a los inversores en renta fija, un término que se ha convertido en papel mojado en la zona euro. Berlín también ha impuesto una quita del 50% a los tenedores de bonos griegos y ha dejado claro que la salida del euro es una posibilidad, lo que desencadenaría en el país expulsado una reestructuración de casi el 90%. Para colmo, la Autoridad Bancaria Europea ha obligado a las entidades financieras a computar la deuda pública de la zona euro a precio de mercado, estigmatizando una inversión considerada hasta ahora completamente segura.

El objetivo de Alemania parece ser una reforma del Tratado de la UE que erradique definitivamente los números rojos en la zona euro. Merkel se mostró ayer incluso dispuesta "a perder soberanía" en aras de ese nuevo marco. Y Van Rompuy adelantó ante el Parlamento Europeo que el futuro tratado, negociable durante 2012, podría incluir una mayor integración fiscal entre los países del euro que lo acepten y castigos como la retirada del voto a los socios más díscolos.

La cuestión es si la zona euro llegará viva a ese tratado o reventará con la imparable escalada de los tipos de interés de la deuda soberana. El juego de Merkel con la prima ha llegado tan lejos que incluso Alemania podría acabar pagándolo caro. El presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, lanzó ayer el primer contraataque contra un bund alemán cuya fortaleza parecía incuestionable. "La deuda de Alemania es más alta que la de España 83% del PIB frente al 61%. Es preocupante, pero aquí nadie quiere darse cuenta", declaró Juncker a un diario de Bonn. Si la rebelión se generaliza, quizá Berlín tenga que parar el juego mucho antes de lo que desearía.

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