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Tribuna
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El rapto de Europa

O tal vez el de Grecia, el de Italia, y quién sabe quién será el siguiente. No se habla de Irlanda, tampoco de Portugal. Tomo prestado el título de este artículo del maravilloso libro del profesor Truyol Serra. Cuánto aprenderíamos y cuánto nos sorprenderíamos al releerlo de nuevo.

Zeus ya no se enamoró de Europa, la bella princesa fenicia hija de los reyes de Tiro. Violentó su debilidad, sus estructuras, sus anclajes de barro y arcilla. No hay liderazgo, tampoco capacidad para admitir ser liderados. Incertidumbre, pavor, miedo, irresponsabilidad, tardanza. Grecia y los griegos han esculpido en el absurdo lo inevitable, el pecado de la vanidad y la soberbia, la falta de rigor y austeridad. Pero a los demás no nos va mejor. Inmersa en la agonía, prisioneros de la incompetencia de sus políticos. Nadie responde, pero es el ciudadano el que expiará culpas propias, y también ajenas. Paro desbordado, endeudamiento inasumible. Pendientes del euro o de su salida. Rescates condicionados. Una década de retroceso cuando menos. Rebeliones en el Gobierno griego la semana pasada. Enfado y ultimátum de Merkel y en menor medida de Sarkozy, epígonos de un liderazgo mediocre y falto de audacia. Si Europa es posible a partir de hoy solo lo será siendo una Europa a la alemana. No nos engañemos. El auxilio financiero y rescate a los helenos es la tabla de salvación no solo para Grecia sino también para la Unión. Credibilidad y solidaridad onerosa.

Los Gobiernos no pueden, no saben, no quieren saberlo. No están dispuestos a aceptar el precio político y el suicidio de los partidos. No saben cómo afrontar la crisis, explicarlo a la ciudadanía, cuando ha dilapidado y desmoronado todo el Estado del bienestar. Bruselas ha exigido un Gobierno de unidad, de concentración. Son los mismos, pero ya sin Papandreu. Jugó su última carta a un órdago de doble filo. El precio fue su cabeza y se retira a gusto. Lo que vienes es peor. Hay que gestionarlo con la ciudadanía en pie y en contra de más recortes. Se niegan a ser los paganos de los excesos, de las mentiras, del dislate económico y financiero que los políticos apuntalaron y consintieron rehenes de lo que son en verdad.

Es el ocaso también de Il Cavaliere, el hombre que increíblemente los italianos votan mayoritariamente y niegan hacerlo. Italia está contra las cuerdas, víctima de una endiablada y visceral clase política. La tercera economía de la Unión, la cuna jurídica de Europa y del mundo. No saben qué Gobierno sucederá a Berlusconi, si técnico o de unidad. ¿Cuándo terminará el juego distorsionado de una realidad que amenaza desastre? ¿Es efectiva la supervisión del Fondo Monetario, que cada tres meses evalúa, o conminará más la actuación de oficio de la Unión, y sobre todo las exigencias de Berlín?

¿Quién es capaz de prestar dinero a Grecia en un momento donde el vendaval se desboca por la vaporosidad de sus políticos y donde lo previsible ya es necesidad? Hoy ya nadie duda de que la quita de al menos un 50% es necesaria y urgente, como lo son también la adopción de medidas radicales y draconianas de recorte. Pero la hipocresía llega a condicionar la misma al voluntarismo exigible, con lo que los bancos rechazan frontalmente lo que antes era una apetitosa inversión. Entre bambalinas, la ambigüedad jurídica y económica de los credit default swaps en los que ni siquiera está claro que se podrían exigir como indemnización en caso de quiebra forzosa y necesaria y no de un quita voluntaria. Conditio sine qua non para que fluya el crédito aprobado en sendos planes europeos de rescate. El Fondo de Estabilidad Financiera todavía no es operativo y se tardará en dotarlo. Veremos además cómo se aplica y accede y en qué condiciones al mismo.

Europa sigue en la zozobra de la indecisión, la falta de previsión, la desregulación y la ausencia de valentía y coraje. Los políticos, que no líderes, la han raptado y encerrado al Minotauro, también a su carcelero Minos, el tercer hijo de Zeus y Europa. Ayer la prima de riesgo italiana se desbocó en los umbrales de los 500, la española se aproximó al diferencial de 400 puntos. Definitivamente, ¿van los mercados por detrás o al socaire de las decisiones políticas o, por el contrario, son estas las que ejecutan los guiones o el pentagrama que marcan los inversores? Europa no tiene decisión. Y es un problema europeo, intrínsecamente europeo, como el presidente norteamericano recordó en un insustancial y absurdo por ineficiente e irreal G-20 en Cannes el jueves pasado. Somos varios países al borde del abismo. La sombra de su rescate y la reestructuración de su deuda planea en los periféricos. Sigue el anodino pulso. Tira y afloja de poder. Seguimos construyendo de nuevo castillos de naipes sobre la arena.

Abel Veiga Copo. Profesor de Derecho Mercantil de Icade

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