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Salud

La revolución verde renueva el interés por la macrobiótica

Siempre de moda, carece de evidencias empíricas que avalen sus beneficios.

Entre las dietas de moda podría considerarse la menos pasajera. La alimentación macrobiótica llegó a Europa a mediados de los años treinta y en sus ochenta años de historia sus crípticos mandatos no han dejado de seducir tanto a famosos como a gente de a pie. Sin embargo, el creciente interés del público por los alimentos biológicos y llevar una vida sana ha renovado el interés por la dieta creada por George Ohsawa.

Su principio básico radica en la búsqueda del equilibrio entre el ying y el yang, dos conceptos vinculados a la filosofía, la energía y los nutrientes presentes en los alimentos. La búsqueda de esta armonía representa la restricción de ciertos alimentos de la dieta, por ejemplo las proteínas y los azúcares, y del consumo en mayor proporción de cereales, arroz o algas.

Entre sus seguidores más fervientes destacan algunas de las caras más presentes en el papel cuché, como Madonna, Gwyneth Paltrow, Elsa Pataky, Ariadne Artiles o Carmen Lomana. Se le atribuyen efectos milagrosos, como pérdida de peso, mejora del ánimo y -el más llamativo y polémico de todos- la sanación de enfermedades incurables, como el cáncer. En internet proliferan los testimonios de antiguos enfermos que dicen haberse curado gracias al seguimiento estricto de los principios macrobióticos, pero la principal voz a favor de los efectos beneficiosos de esta dieta sobre la enfermedad es la de Michio Kushi en su libro La dieta preventiva del cáncer.

Sobre este punto es sobre el que los especialistas médicos se muestran más radicales. "No existe evidencia científica que permita afirmar que la dieta macrobiótica cure el cáncer. No existe ninguna dieta, macrobiótica o de otra índole, que cure el cáncer", asegura Iñaki Ferrando, director de comunicación médica de Sanitas. Precisa, no obstante, que los hábitos de vida saludables, entre los que se incluye una dieta sana, favorecen los procesos de recuperación. De hecho, entre las principales carencias de la dieta macrobiótico destaca que hasta la fecha no se han obtenido evidencias empíricas de sus supuestos beneficios para el organismo.

Como si de una pena de cárcel se tratara, existen diferentes grados de cumplimiento. Y aquí surge otra de las principales críticas que las autoridades médicas han emitido sobre este tipo de alimentación, ya que los seguidores más estrictos abogan por eliminar radicalmente la ingesta de alimentos básicos de nuestra dieta. Dentro de esta categoría destacan por ejemplo los lácteos que no han fermentado, como la leche.

El asesor en macrobiótica y terapias naturales del hotel clínica Sha Kenneth W. Prange afirma que alrededor del 40% o del 50% de la población mundial es intolerante a la leche y absorbe solo un 30% o un 40% de sus nutrientes. Matiza que la ingesta de un solo vaso no tiene repercusión sobre la salud pero que años y años de consumo provocan problemas de estómago.

La American Dietetics Association ha criticado que una dieta macrobiótica estricta puede llegar a provocar problemas de crecimiento si se aplica en niños y jóvenes, debido a la ausencia de ciertas vitaminas y proteínas. Así, Ferrando, de Sanitas, también asegura que "eliminar ciertos alimentos de la dieta, si se ven compensados por otros que aporten los mismos nutrientes que los alimentos eliminados, no presenta ningún problema". Explica además que "los seres humanos somos omnívoros, es decir, podemos comer de todo, como lo demuestra el hecho de que las persona se alimentan de lo que encuentran en todos los lugares de la Tierra en función del entorno geográfico. Hoy en día la dieta se ha globalizado, pero hace solo unos centenares de años no era así".

La popularidad de esta dieta en ciertos círculos, que la consideran más una forma de vida que un régimen, ha tenido un reflejo limitado en la oferta de restauración de las ciudades españolas. Los madrileños adeptos de la macrobiótica tienen en La Biotika casi el único exponente de este tipo de alimentación. En Barcelona sobresale el Macriobiòtic Zen y en Valencia, el restaurante Kimpira.

El Sha, clínica de vanguardia en Altea

Amanece en Altea. Sobre una de las laderas de la sierra Helada un grupo de clientes del hotel Sha se dispone a hacer una ruta por los alrededores. Todos tienen algo en común: están preocupados por su salud y han decidido acudir a un establecimiento en el que encontrarán tratamientos que les ayudarán a llevar una vida más saludable.El Sha utiliza la medicina oriental tradicional y los avances médicos occidentales para poner a disposición de sus clientes estos tratamientos, en unas instalaciones cinco estrellas (su terraza y su piscina tienen unas vistas espectaculares que abarcan más de 30 kilómetros).El eje fundamental de su intervención es la dieta macrobiótica, pero el hotel ha puesto su empeño en demostrar que la cocina sana puede ser una experiencia gastronómica apetecible, por lo que su carta no envidia a la de los restaurantes más sofisticados.El Sha, propiedad del constructor Alfredo Bataller, cuenta con 93 suites. Está ubicado en la playa de Albir. Dispone de spa, centro de bienestar y salas de meditación. En sus instalaciones se puede practicar yoga, shiatshu, chi-kung, tai-chi y watsu.

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