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Empleo y Directivos

Optimistas ante la adversidad

Cuatro años ya. El peso de la crisis mina toda actitud positiva, pero no hay cabida para la catástrofe

Cuatro años de crisis son muchos, pero lo peor de todo es no saber cuándo aparecerá un atisbo de luz en el túnel. Esta incertidumbre se suma a la presión por obtener buenos resultados económicos dentro de la empresa, y todo ello puede conducir a un cansancio en la clase directiva, que está viviendo un auténtico test de estrés de su liderazgo. Una prueba que no todos superan. "Porque psicológicamente el estrés continuo hace estar en guardia permanente ante una amenaza", señala Ovidio Peñalver, psicólogo y socio director de Isavia Consultores.

Lo cierto es que, tras una caída de la confianza a raíz de la crisis económica, el ánimo de los directivos parece que se está recuperando. Según la encuesta mundial de CEO, elaborada por PricewaterhouseCoopers y presentada el pasado mes de febrero en el World Economic Forum de Davos, los primeros ejecutivos españoles se presentan pesimistas para 2011, pero vislumbran una gran mejoría a tres años vista. En cambio, la confianza de la clase ejecutiva mundial ha vuelto a los niveles previos a la crisis. Un 23% de los españoles tenía previsto aumentar plantilla a lo largo de este ejercicio, y el 90% reconocía haber modificado su estrategia de negocio en los últimos dos años para sortear la crisis.

Lo importante es no caer en el pesimismo. El abogado Antonio Garrigues, que a lo largo de su trayectoria ha vivido numerosas situaciones difíciles, se muestra firme al no aceptar comportamientos que hagan caer en el desánimo a los directivos. "La primera obligación que tienen es la de transmitir positividad. Detesto a los catastrofistas y a los que gozan con las situaciones dramáticas. Esta crisis es como todas, va a pasar, y lo lógico es pensar que 2012 será el primer año de otro nuevo periodo de crecimiento", afirma.

En España ha surgido un colectivo nuevo, de optimistas inteligentes

El despacho de abogados Garrigues no es inmune a la crisis. "Claro que nos afecta, como a todos, pero los directores, Fernando Vives y Ricardo Gómez, tienen que demostrar optimismo. No se puede contagiar a las plantillas con el pesimismo, al que solo tienen derecho en esta crisis los parados, los inmigrantes y los sectores más frágiles de la sociedad", señala el letrado. El resto, solo tiene mucho que agradecer, e insiste en que la función del directivo es seria e importante: "Mantener la calma y transmitir el convencimiento de que vamos a salir reforzados, pero además es una época donde la innovación y las nuevas ideas deben ocupar un espacio decisivo en nuestras mentes". Se trata, añade Garrigues, de no hacer siempre lo mismo siempre, y ahí se refiere a todos los estamentos, desde el religioso al político, o al cultural. Estamos ante una nueva época y se necesitan "nuevas imaginaciones, actitudes y compromisos, y para ello se requieren líderes, aunque ahora es difícil encontrar personas que nos sirvan de auténtica referencia, pero las acabaremos encontrando".

El presidente de Thunderbird School of Global Management, Ángel Cabrera, vive en Arizona pero el viernes se encontraba de visita en España, y asegura que cuando ha conversado estos días con algún directivo español el tema de la crisis económica fluye con demasiada naturalidad. "Es evidente que tiene demasiada intensidad en los comentarios del día a día, pero también sabemos por los estudios de liderazgo que el sentido optimista es el que hace ver oportunidades y también las capacidades que tiene una empresa". Y afirma que a los ejecutivos "nos pagan para ser optimistas, y eso es lo que genera confianza y permite ver oportunidades y decidir en qué merece la pena invertir y hacer un esfuerzo para aprovecharlas", señala Cabrera, que destaca la corriente filosófica de optimismo que existe en Estados Unidos, y que nada tiene que ver con negar la realidad, sino con el desafío de mantener una actitud positiva al margen del negro panorama económico. De hecho, numerosas conferencias, seminarios, jornadas, organizadas por escuelas de negocios o consultoras de prestigio, o libros de reconocidos best sellers van orientados a no lamentarse y mantener una actitud abierta para poder seguir desarrollando nuevos negocios o servicios. Porque una crisis, asegura Mauro Guillén, director del Lauder Institute en Wharton School, es también oportunidad para replantearse el grado de diversificación geográfica y de producto de una empresa. "Es importante que los directivos aprovechen las circunstancias para tomar decisiones ágiles, siempre mirando al futuro", señala, a la vez que resalta la necesidad de saber gestionar el pesimismo, dentro y fuera de la empresa, y esto pasa por clientes y proveedores. "Hay que transformar la oferta de la empresa de manera que se puedan reducir los descensos en ventas, sin socavar la imagen y posicionamiento competitivo de la marca. Con respecto a los empleados, es muy importante mantener un clima favorable a la colaboración y comunicar bien las decisiones que se tomen, sobre todo las impopulares", destaca.

El profesor de Esade Alberto Gimeno asegura que no se trata solo de una crisis, sino que estamos ante algo más: "El modelo ha cambiado y no es cuestión de aguantar hasta que la situación mejore, ya que este planteamiento es erróneo". Y asemeja la nueva actitud a la que mantiene el jugador del FC Barcelona Xavi. "Juega y ve el partido. Hay que levantar la cabeza y ver la globalidad de lo que sucede en el mundo, independientemente de que en nuestro barrio las cosas hayan cambiado". Para Gimeno es el momento de tener los ojos bien abiertos, "porque hay talento abundante y fácil de incorporar a las organizaciones". Y asegura que "hay un mundo por explorar y las empresas deben apostar por liderazgos internos, que devuelvan la ilusión y la vitalidad a los equipos".

Manuel Becerra, experto en estrategia empresarial de IE Business School, cree que hay que estar preparados mentalmente porque la crisis va a durar muchos años más. "Los ejecutivos deben mantenerse atentos para ver cuál es la mejor opción de negocio, mantener la mente centrada y no hacer locuras".

"Tienen miedo a perder el trabajo"

Los momentos de dificultad continuados provocan miedo y eso se contagia. Y ese estado de ánimo, a su vez, genera ansiedad, angustia e inseguridad. "Muchos directivos, de entre 40 y 50 años, tienen miedo a perder su trabajo, y esa imagen del miedo al qué dirán les puede", señala el psicólogo colegiado Ovidio Peñalver, socio director de Isavia Consultores y miembro del Colectivo Optimistas Inteligentes (COI), que invita a la calma "porque esto va para largo".Cuatro años de crisis conducen a la fatiga. Es el principal mal que tienen ahora los directivos, "porque están permanentemente en alerta". Y señala que hay personas que son "resilientes", del concepto inglés resilience, esto es, que tienen capacidad para salir fortalecidas de determinadas situaciones de dificultad. "Le sucedía a muchas personas que habían pasado un tiempo en un campo de concentración. Lejos de deprimirse, habían agudizado el ingenio y habían aprendido a sobrevivir", señala Peñalver. Es lo que sucede a aquellos que aprovechan la crisis para emprender.

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