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Tribuna
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Materias primas y subidas de tipos

La recuperación de la economía mundial tiene en la asimetría una de sus características principales, con ritmos de crecimiento de la actividad y de los precios muy diferentes entre emergentes y desarrollados, destacando a su vez dentro de estos la elevada dispersión en el área del euro (países centrales frente a periféricos). La asimetría de las políticas monetarias durante el último año ha sido una consecuencia de este contexto, si bien el fuerte encarecimiento de las materias primas podría concluir con las divergencias en la senda de tipos de interés. De hecho, la política monetaria comenzó a ser más restrictiva en algunos países desarrollados ya a finales de 2009. Es el caso de Australia y de Noruega, ambas exportadoras de materias primas, beneficiadas, así, por la reactivación de estos mercados desde la primavera de ese año. Dentro de esta tipología, Canadá se unió a las subidas a mediados de 2010, más tarde por la débil recuperación de EE UU. También Suecia y Dinamarca aumentaron el precio del dinero el año pasado, con un elevado crecimiento en el primer caso y desmarcándose el segundo de su tradicional correlación con el tipo de referencia del BCE. Cabe añadir aquí Taiwán y Corea, economías industrializadas y exportadoras, que iniciaron un ciclo de subidas en verano pasado, impulsadas por el comercio internacional.

Esta situación contrasta con la posición cíclica y monetaria de las principales economías desarrolladas. En el caso del BCE, la subida de 25 puntos básicos adoptada en el Consejo de Gobierno del 7 de abril modifica el nivel del 1% establecido el 7 de mayo de 2009, anticipándose al menos un aumento adicional antes de fin de año. En el resto de bancos centrales, la ausencia de presiones inflacionistas puede prolongar el statu quo en Japón y Suiza, mientras que se mantienen dudas razonables en el caso de la Reserva Federal y parece más probable que tome esta decisión el Banco de Inglaterra, con una inflación que duplica el objetivo de estabilidad de precios. En cuanto a las principales economías emergentes, las primeras que anunciaron aumentos del tipo de referencia fueron la India y Brasil, en la primavera de 2010, seguidas de Tailandia en verano del pasado año y de China en el último trimestre. En todos los casos, los movimientos han tenido continuidad y han descansado en crecientes presiones inflacionistas y en un elevado ritmo de crecimiento, aunque, por el momento, la magnitud de los cambios no parece haber sido suficiente para alcanzar los objetivos. Recientemente, se han unido Indonesia, Rusia, Venezuela, Turquía y Polonia. En los tres primeros casos se trata de economías exportadoras del petróleo con aumentos muy notables de los precios. Por el contrario, destaca el caso de México, sin cambios en la tasa de referencia desde mediados de 2009, política motivada por un aumento de los precios en torno al objetivo y por un mayor peso de la demanda externa en su recuperación. En este punto cabe recordar la especial sensibilidad de la inflación en las economías emergentes a choques alcistas en el precio de las materias primas, bien por la condición de país productor/exportador, con marcados canales de expansión monetaria y fiscal, como por la condición de consumidor, con mayor intensidad relativa de energía y con mayor peso de los alimentos en el gasto de las familias. Los bancos centrales de las economías emergentes afrontan, así, un dilema de crecimiento e inflación mayor que el de los países desarrollados, donde la brecha de producto sigue siendo amplia. Una excesiva apreciación de la divisa es uno de los principales temores, por su potencial efecto negativo sobre las exportaciones, pero, en realidad, puede ser una parte de la solución. Por un lado, frena las tensiones de precios a corto plazo, sobre todo en los países importadores de materias primas, así como los riesgos de sobrecalentamiento en el medio plazo. Y por otro, anclando las perspectivas de inflación con subidas de tipos y con la apreciación de la divisa, puede abortarse un escenario de "huida hacia la calidad" cuando los bancos centrales de los principales países desarrollados se encuentren en un ciclo de restricción monetaria. Los diferenciales de tipos atraen capitales, pero la aversión al riesgo invierte los flujos con más rapidez. El traslado al área del euro de un escenario de ajustes desordenados sería una importante apreciación de la divisa, que redoble la restricción monetaria que supone un mayor tipo de interés, afectando así tanto a países centrales (más exportadores) como periféricos (más endeudados).

David M. Turégano. Economista del Servicio de Estudios de Catalunya Caixa

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