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Tribuna
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Una economía bizca

Dos bizcos caminando en dirección contraria chocan. Y exclama uno: "¡A ver si miras por dónde vas!", y el otro responde: "¡Y tú a ver si vas por donde miras"! Anécdota que retrata a la economía española como en ningún otro país; un tanto bizca cuando no estrábica total. Con el ojo derecho, percibe la superficie del neoliberalismo y su consabida bajada de impuestos, eliminación de rigideces laborales y comerciales, equilibrio fiscal, adelgazamiento del Estado, menor protección social, y en general gusta de dejar solo al individuo para que la necesidad afile su inteligencia y termine así incrementando el PIB.

Sus referentes políticos son Reagan, Thatcher, Aznar..; sus mentores intelectuales una buena pléyade de economistas desde Adam Smith a Friedman; sus protectores institucionales el FMI, la OCDE, los bancos centrales y como no, todo el empresariado nacional con sus potentes lobbies tanto teóricos (centros de estudio), como prácticos (ayudas financieras). Proceder que además llaman "ortodoxia económica" y todo aquel que no la comparta será objeto de severa crítica por "no mirar por dónde va".

Razones que no son menores cuando solo mira por su ojo izquierdo y se recrea en la superficie de lo social. Sostiene que si no existe una previa distribución justa de los bienes materiales, las libertades resultan espurias e insostenibles por conflictivas. Contempla el programa neoliberal como la vida en el mar, donde reinaría la libertad más absoluta pero también la injusticia más flagrante al comerse los peces grandes a los chicos sin la menor piedad. Piden así un Estado fuerte que obligue a practicar una necesaria redistribución de los bienes y servicios producidos para evitar la conflictividad. De ahí que sus mentores intelectuales arranquen de Marx primero y de Keynes después, para continuar con otra pléyade de economistas no menos razonables como Stiglitz o Krugman, aunque sus mentores institucionales se limitan a los sindicatos de clase, cuya debilidad actual les hace mostrarse extremadamente prudentes cuando no sumisos.

No obstante, apoyada en su propia debilidad económica, esta visión está igualmente imbuida de una ética tan profunda que no puede evitar, aunque quisiera, el choque con el poderoso bizco neoliberal al que se enfrenta.

Ambas visiones, como corresponde a la patología médica del estrabismo, impiden "ver en profundidad", cosa que viene a ser lo normal urbi et orbi. Lo tragicómico de la situación aparece cuando España se limita a mimetizar ambas pautas desaprovechando sus posibilidades propias. Cuando presenta márgenes objetivos que permitirían cruzarse a los dos bizcos sin rozarse, y hasta cediéndose el paso cuando convenga. Esto es lo que preconiza cualquier enfoque integrativo que asuma que las teorías, por incompatibles que parezcan, son complementarias y multiplicativas, lo que para España es una necesidad absoluta ante los notorios y específicos desequilibrios que presenta. Un enfoque como la Teoría de Sistemas, por ejemplo, con sus postulados de multiperspectivismo, interdisciplinariedad y resultados cuantificados en términos del "sistema de valores" (lo único que en realidad nos importa a los humanos) puede así resultar un instrumento válido.

¿Empeño fácil? Desgraciadamente no. Las actitudes mentales de unos y de otros están tan hechas, tan estructuradas y seguras, que algo que las obligase a complementarlas, como por ejemplo intenta el modelo axiológico-setcu (en Para salir de la crisis: un modelo cuantificado.., Equipo Multidis, Editorial del Serbal, 2010) no sería ni comprendido ni aceptado. De ahí que algunos economistas hayan podido decir -y por escrito- que no entienden ni el lenguaje sistémico que utiliza ni su interpretación en términos del "sistema de valores". Es cierto que los políticos, por la fuerza de las cosas, intentan esta integración, pero se encuentran teóricamente tan desasistidos que sus parlamentos suelen ofrecer una lamentable comedia representativa del más risible encontronazo entre bizcos.

¿Consecuencias para España? Incomprensión, impotencia, corporativismos… entre técnicos y especialistas de un lado. Y de otro, paro escandaloso, tragedias familiares, los últimos en salir de la crisis, clasificados como PIGS y en peligro de humillante intervención internacional. Como pura irracionalidad, ¿hay quien dé más?

Y todo porque nuestro sistema socioeconómico se muestra incapaz, como todo bizco de ojos extraviados, de "visionar" la centralidad profunda del problema y de diseñar y calcular el plan integral y cuantificado que España necesita.

Francisco Parra Luna. Catedrático Emérito de la Universidad Complutense de Madrid

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