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Mercados

En busca de la seguridad dos años después de Lehman

Las secuelas aún vigentes de la quiebra del gigante financiero han desembocado en una regulación estricta que evite riesgos sistémicos.

En busca de la seguridad dos años después de Lehman
En busca de la seguridad dos años después de LehmanBLOOMBERG

El próximo 15 de septiembre se cumple el segundo aniversario del acontecimiento que puso en jaque el sistema financiero mundial: la quiebra de Lehman Brothers. Dos años después el modelo capitalista culpable de los excesos que desembocaron en la peor crisis desde la Gran Depresión se empieza a redefinir.

Las regulaciones aprobadas este verano tanto en EE UU como en Europa, encaminadas a evitar futuras catástrofes, apuestan por un sistema más supervisado, seguro y con una mayor protección para el inversor. "No más Lehman Brothers, no más AIG", se convirtió en el lema más usado por el secretario del Tesoro de EE UU, TimothyGeithner, para asegurarse los votos necesarios que validasen las nuevas normas que regirán Wall Street.

El Senado de EE UU aprobó la reforma financiera el pasadomes de julio, una legislación que restringe la asunción de riesgos, limita el nivel de apalancamiento de las entidades y exige requerimientos de capital más conservadores, para que las entidades sean menos vulnerables y más capaces de soportar futuros problemas.

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En definitiva trata de reducir el riesgo en el sistema financiero, ampliar la red de supervisión y proteger al consumidor. La nueva ley racionaliza la supervisión financiera, hasta ahora muy fragmentada, con el objetivo de anticipar crisis potenciales. Para ello, convierte a la Reserva Federal en el gran vigilante del sistema y asigna competencias bien definidas a la Oficina del Interventor de la Moneda y a la gestora del Fondo Federal de Garantía de los Depósitos.

La ambiciosa reforma -detallada en 2.323 páginas- incluye también otras medidas importantes como la creación de un consejo de reguladores -dirigido por el Tesoro- para detectar riesgos; prohíbe a los bancos invertir a beneficio propio con los depósitos de sus clientes; crea una Agencia de protección al consumidor para poner fin a comisiones abusivas, obliga a los hedge funds a registrarse en la SEC, regula los derivados y pone fin a los rescates financieros al crear una autoridad para imponer una liquidación ordenada en caso de emergencia.

Un firme propósito de intenciones que tardará cerca de dos años en hacerse efectivo ya que los supervisores tienen el encargo de aprobar unas 533 reglas y realizar más de medio centenar de estudios que completarán el desarrollo legislativo de la reforma. Eso sin contar con las normas relativas a la capitalización que lleguen de Basilea III o los acuerdos sobre estandarización de contabilidad internacional que también han de incluirse.

Europa no ha querido quedarse atrás y acaba de dar un paso decisivo al aprobar tres nuevos órganos para supervisar todas las actividades de la banca, aseguradoras y sociedades de Bolsa que operan en Europa.Una normativa que sigue la misma filosofía que la de EE UU. "No vimos venir la crisis.No teníamos los medios de vigilancia suficientes para detectar los riesgos.

Y cuando la crisis golpeó, no disponíamos demedios para actuar. Con la nueva arquitectura estamos armados de cara al futuro", destacó la semana pasada Michel Barnier, el comisario europeo de Mercado Interior. Según el acuerdo alcanzado la supervisión ordinaria seguirá siendo una competencia nacional y los gobiernos tendrán la última palabra a la hora de emplear su dinero en salvar a un banco de la quiebra, pero se crea un marco de vigilancia común para casos de emergencia, desacuerdos entre países o incumplimiento de la legalidad europea.

Las nuevas autoridades tendrán poder para dictar normas -incluso para prohibir temporalmente actividades que consideren arriesgadas como las ventas a descubierto- y podrán intervenir los bancos o sociedades con problemas en caso de que la autoridad nacional no actúe de acuerdo a las leyes comunes.

El acuerdo, que será aprobado definitivamente por el Parlamento Europeo a finales de mes, incluye también la creación de una cuarta autoridad, el Consejo Europeo de Riesgos Sistémicos, (CERS) para prevenir situaciones de peligro.Novedades a las que se sumarán también el desarrollo de una legislación financiera común para toda Europa ymedidas para proteger a los consumidores. La regulación que salga de Basilea III será otra pieza fundamental a encajar en el puzle. Evitar otro colapso de la economía mundial implica bancos mejor capitalizados.

El problema es que conseguir esos colchones de seguridad para soportar imprevistos significa también ampliaciones de capital, daño al accionista ymenos crédito para un sistema que aún no está bien engrasado. El Comité de Supervisión Bancaria debatirá las nuevas reglas este fin de semana y detalles como el periodo transitorio para que se apliquen los criterios adoptados, las exigencias de capital exactas o los instrumentos que se puedan computar como capital tienen al sector en vilo por sus efectos futuros en los resultados. Los esfuerzos regulatorios no sorprenden.

Nadie quiere otro terremoto como el desatado por la quiebra de Lehman. Un acontecimiento que forzó a EE UUa inyectar 11,5 billones de dólares en el sistema y la movilización del 13% del PIB de Europa para garantizar la supervivencia del sistema financiero. El desastre desatado por las hipotecas subprime y toda la gama de productos estructurados vinculados a estos créditos aún no ha amainado.

El mundo ha logrado salir de la recesión y evitar una Gran Depresión pero la fragilidad de la recuperación, cada día más evidente en EE UU, y el traslado de la crisis a la economía real plagan el futuro de nubarrones. Aún se desconoce si afrontamos años de crecimiento bajo o si hay amenaza de recaída, mientras cada día gana peso el apelativo de Gran Recesión en referencia al momento actual.

Todo ello, además, con la banca, epicentro de la crisis, aún necesitada de cuidados especiales. El sector continúa purgando las heridas y en ciertos casos, como demuestran los problemas de la banca irlandesa, aún con necesidades importantes de capital. La OCDE reconoció esta semana que la recuperación va a un ritmo más lento de lo esperado por la debilidad del consumo y el paro. La organización espera que el crecimiento en los países del G7 caiga al 1,5%en el segundo semestre tras haber aumentado el 3,2% en el primer trimestre y el 2,5% en el segundo. Al menos considera "poco probable" una nueva recesión.Una posición, por ahora, dominante entre los expertos. La fotografía del mundo dos años después de la quiebra de Lehman sigue siendo preocupante.

El endeudamiento del sector financiero ha pasado a manos de los gobiernos, lo que reduce el margen de maniobra para afrontar futuras recaídas en un momento en el que la fragilidad de la recuperación se hace cada vezmás evidente. EE UU se ha visto forzado a ratificar esta misma semana otro plan de estímulo para reactivar la economía por un total de 274.000 millones, un lujo al que pocos países podrían optar.

En Europa se ha impuesto la tesis de la austeridad. Los gobiernos necesitan financiarse en los mercados y los inversores, cada vez más exigentes, ya han avisado que o se reducen los déficit o dejan de prestar. La capacidad de financiación de EE UUnunca se ha cuestionado, algo bien distinto a lo que podría ocurrir en otros países como demostró la crisis que atravesó Grecia este año.Una aviso a navegantes que terminó desembocando en un plan de ayudas de la UE al país. La vía de los ajustes dolorosos se ha impuesto en Europa para garantizar la solvencia de las economías, una decisión que dificulta la senda del crecimiento.

Todo ello en un entorno en el que el papel de los bancos centrales como prestadores de última instancia sigue siendo fundamental, lo que retrasa el retiro de las medidas de estímulo, todavía necesarias para evitar una sequía del crédito. Si en el inicio de la crisis los bancos no se prestaban entre sí por miedo a los activos tóxicos en manos de las entidades hoy en día la preocupación se centra en las cantidades de deuda gubernamental que pueblan sus balances. Los cambios regulatorios, por tanto, llegan en un momento delicado.

El dinero aún no fluye con normalidad hacia los particulares y las pequeñas empresas -clave para una reactivación económica sostenida- el riesgo de recaída económica persiste y la austeridad dominante limita tanto el crecimiento como la generación de empleo, principal obstáculo para la recuperación. "Reducir el gasto limita el empleo. El problema ahora es qué hacer para crear empleo", explica Robert Tornabell, profesor de finanzas de Esade y autor del libro El día después de la crisis. Los nuevos modelos regulatorios apuestan por la seguridad pero está por ver cuál es el precio a pagar.

"No hay garantía de que funcione porque ya estábamos en un mundo regulado. Frena la innovación y es costosa en términos de crecimiento. Veremos menos crédito y más caro", advierte Javier Díaz-Giménez, profesor de economía del IESE. Eso sin mencionar la posibilidad de que se sienten las bases para futuros problemas. "Uno siempre regula la crisis anterior y luego causa la siguiente", añade este experto. "La regulación implica una mayor seguridad para inversores y ciudadanos pero el gran problema normativo es limitar la creatividad del sistema", añade Lorenzo Dávila, profesor del IEB. El dilema está servido y el tiempo de adaptación a la nueva normativa será clave.

Lo que viene

1. Tasa bancaria. El polémico impuesto a la banca y los hedge funds no vio la luz en la reforma aprobada en EE UU. En Europa los ministros de Economía y Fianzas debatieron por primera vez esta semana la introducción de un impuesto a la banca. La aplicación de una tasa anticrisis calculada en base al pasivo de las entidades también se ha propuesto.2. Derivados. La nueva regulación de derivados está pendiente este mes en Europa. Tratará de fomentar que las operaciones pasen por mercados regulados. Está por ver qué tipo de productos se excluyen. La prohibición de las ventas a descubierto también está en la agenda.3. Agencias de rating. Obligadas ya a registrarse y publicar los conflictos de interés, se someterán a una regulación más dura a partir de otoño. En EE UU la SEC podrá multarlas en caso de infracción y la ley permitirá demandas de los inversores.

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